Provocaciones de risa, por Simón Boccanegra
Autor: Simón Boccanegra
Ya se sabe que en las campañas electorales las guerras de encuestas y los números triunfalistas son parte del paisaje. Por eso no hay que pararle ninguna bola a las cifras de Ismael García. Si tienen algo que ver con la realidad ya lo dirá la verificación.
Por ahora, hay que tomarlas como las inevitables cobas propias de esta clase de torneos. Pero si las de García son sospechosas, las de Rangel no pueden sino considerarse como una nueva expresión del oficio de «provocador», que por confesión propia se atribuyó. Sin embargo, el vice cometió el error de revelar que le encanta provocar. Por tanto ya no surten efecto sus provocaciones. Perdieron el aguijón.Todo el mundo sabe que lo que dice no es serio.Tal vez por eso ahora trata de extremar la desmesura de sus «provocaciones», para ver si logra algún efecto. No de otro manera puede juzgarse su gargantuesca afirmación de que el oficialismo podría haber recolectado 8 millones de firmas, posteriormente «perfeccionadas» con otra igualmente desaforada: el gobierno tiene 60% de respaldo. Rangel, en verdad, provoca, sí, pero risa. Quizás podría probar suerte como libretista de programas cómicos, ya que como provocador él mismo se sacó del juego.