Bujarin, Heberto Padilla… Ameliach
Si ya lo del tribunal disciplinario del PSUV y la consiguiente sanción a Ameliach no dejaron de recordar los infames “Juicios de Moscú”, en 1936, lo de su “autocrítica” reproduce las acusaciones que se hicieron a sí mismos los grandes líderes del Partido Bolchevique que Stalin llevó a juicio aquel año. Bujarin,Kamenev, Zinoviev y varios más de los jefes bolcheviques que dirigieron la Revolución de Octubre en 1917, los compañeros de Lenin, se “autocriticaron” ante los jueces. Sí, era verdad que eran agentes de Hitler; sí, era verdad que conspiraban contra Stalin; sí, era verdad que eran traidores a su patria. Pero más cerca de nosotros, geográfica y temporalmente, en 1972, tuvo lugar el juicio y la consiguiente “autocrítica” del poeta cubano Heberto Padilla. Su poemario «Fuera de Juego» fue considerado “contrarrevolucionario” y, llevado a juicio, el poeta, como los grandes líderes bolcheviques, se clavó un puñal autoacusatorio. Admitió todo lo que de él dijeron sus jueces. ¿Cómo explicar estos fenómenos? Mucho se ha escrito sobre eso, pero hay algo aterrador que vincula todos los casos. Desde luego, Ameliach no fue torturado como Bujarin y sus camaradas, tampoco fue detenido ni físicamente presionado como Padilla, pero no fue necesario, porque el resorte psicológico que se pulsó fue el mismo: el pánico. Ese pánico helado, paralizador, que los totalitarismos infunden en sus víctimas. ¿Vamos por ahí?