¿Por qué Aznar?, por Simón Boccanegra
Cada quien hace de su camisa un sayo, reza un viejo proverbio español, así que este minicronista, que no es quién para darle consejos a nadie ni para meterse en las decisiones de los partidos políticos de la oposición, respeta las razones que seguramente privaron para producir esa foto de un grupo de dirigentes de la oposición venezolana con Aznar, pero no puede dejar de expresar una opinión al respecto.
Aznar es un alma en pena, refugiado hoy en una universidad norteamericana, donde ofician algunos de esos neoconservadores responsables tanto de las barrabasadas del gobierno de Bush como de las políticas que han precipitado en barrena la economía de Estados Unidos y con ella la del mundo entero.
Se le recordará siempre por su vergonzosa asociación con Bush y Blair para adelantar la invasión de Irak y posteriormente por la descomunal mentira, después del bombazo de Atocha, descargando sobre ETA la responsabilidad del horrendo crimen, y llevando con ello a su partido a la derrota electoral.
¿Qué sentido tiene partir un confite con un tipo tan desacreditado? No se gana nada y no es poco lo que se pierde. Se puede comprender y respetar, aunque no se comparta, que para algunos partidos políticos venezolanos, que se mueven en el mismo ámbito del PP español, esa relación sea muy importante, pero no lo es así para otros. Pero, ¿Aznar? ¿Por qué Aznar? ¿No había nadie más con quien fotografiarse? La política, ya se sabe, es, en mucho, una disputa por símbolos.
Aznar es símbolo de una derecha recalcitrante, con la cual ya ni el propio PP se identifica, y, además, hasta pavoso es.
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