La educación pública, una mentira, por Heisy Mejías
Autora: Heisy Mejías | @HeisyVisionaria
Teresa es una joven que estudia en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Ella junto a sus compañeros debe marchar para apoyar el proceso revolucionario, pese a que ello implique perder clases. Aunque sigue estudiando allí, ha decidido retirar su apoyo a la dictadura, estudia y discute otras formas de hacer política.
La joven tiene una hija; Aranza, de 4 años de edad. Está en segundo nivel y es una de las «privilegiadas» niñas que estudia en una escuela de la Fundación del Niño. En esta institución le dan dos meriendas y el almuerzo, esto es lo que la pone en ventaja sobre otros niños.
Los lunes y viernes la niña canta el himno nacional frente a una bandera sostenida por las maestras, ella dice luego: «Ya canté a Chávez». Aunque ella nació después de la muerte del difunto, lo conoce perfectamente y sabe que la «patria querida» tiene su voz. El 5 de marzo como «actividad pedagógica» Aranza coloreó un dibujo del ex presidente ya que éste «es un personaje histórico».
Se prendieron las alarmas. Saltó el papá de Abel: «este colegio no es imparcial»; la mamá de Lucía: «El difunto no es ningún personaje histórico» y todos concluyeron: «La educación emancipadora es ideológica»
Al día siguiente, Teresa lee una nota: «siempre hacemos dibujos con personajes históricos mamá», a lo que ésta respondió: «No se los criterios bajo los cuales usted dice que Chávez es un personaje histórico y en tal caso que lo sea, no lo es en el buen sentido.
Por otro lado, los niños de 4 años apenas se están acercando al lenguaje e identifican alguno que otro ícono o símbolo. Aranza duró más de un año para entender que la bandera era de Venezuela y no del ex presidente, y esto indica que el uso de los medios es violento en tanto impone una ideología. ¡Vaya sorpresa que la cosa no se queda en la televisión! Ahora en la escuela, en cuya entrada había una pancarta de Maduro hasta hace poco y nótese que es un preescolar, la cosa también es impuesta. Y mi objeción es que una niña de 4 años no puede discernir, absorbe lo que ve, consume el lenguaje del que forma parte y no quiero que Chávez esté siendo naturalizado como un personaje histórico, puesto que es hegemónico.
Por otro lado, entienda que limitar el lenguaje de nuestros niños es limitar su mundo. Así, que en honor a su profesión y su ética, considere que sus «actividades pedagógicas» determinan en parte, el futuro de la sociedad».
Al día siguiente, replicó la maestra: «Querida mamá, esta es una escuela pública y seguiremos haciendo actividades sobre el Comandante Chávez. La pancarta no está porque estamos pintando pero pronto la colocaremos». En la tarde, Teresa fue a la universidad, pero no tuvo clases porque había una reunión para discutir las estrategias que se tomarán a fin de enfrentar la guerra comunicacional. Ambas, siguen estudiando en instituciones públicas.
Secretaria Juvenil de Unidad Visión Venezuela
www.unidadvisionvenezuela.com.ve