Economía Social en los próximos gobiernos, por Carlos Molina Camacho
Autor: Carlos Molina Camacho
Por Economía Social debemos entender ese sector de la economía que no está regido ni por los principios de la economía de lucro ni por aquellos que dan nacimiento a un socialismo de tipo estatista, de orientación marxista.
Las instituciones de la Economía Social están basadas en los valores de la solidaridad, del servicio, ausencia de lucro, autogestión, participación, en suma en la democracia económica.
Podemos citar entre esas instituciones a las cooperativas, las asociaciones civiles, las mutuales, institutos de previsión social, empresas en cogestión, empresas autogestionarias, etc.
Los que creemos en la Economía Social (¡verdadero socialismo!) como vía para profundizar la democracia, posibilitándole a los trabajadores, consumidores y usuarios, participar activamente en los procesos económicos que tienen lugar en nuestra sociedad, reclamamos mayor atención de los partidos políticos, particularmente los de oposición al actual régimen, hacia ese sector de la economía, subestimado en anteriores gobiernos democráticos como en el presente régimen, de corte autoritario y personalista.
Cuando comenzó la administración del Comandante Chávez los cooperativistas pensamos -dadas las alusiones positivas que este militar hacía de ellas- que tal vez era la gran oportunidad histórica del cooperativismo en Venezuela para que se promovieran estas empresas populares a todo lo largo y ancho del país.
Empero muy pronto nos dimos cuenta de nuestra equivocación. Chávez, en realidad no conocía bien los principios y valores que inspiran a las cooperativas. Tras un viaje a la antigua Yugoslavia regresó «convencido» que ellas no tenían nada de socialistas. Eran, según él, unas vulgares empresas capitalistas.
De haber sabido el Comandante cuales eran los valores y los principios de las cooperativas, admitidos por la Alianza Cooperativa Internacional y que deben ser respetados por los movimientos cooperativos del mundo, habría concluido que esas unidades económicas que él visitó en el citado país, no eran sino empresas mercantiles disfrazadas de cooperativas, para evitar el pago de impuestos y para poder recibir los generosos créditos del gobierno, así como la posibilidad de suscribir contratos con el Estado en condiciones privilegiadas.
Desde ese momento suspendió todo apoyo a las cooperativas. Habría que decir que antes se perdieron millones de bolívares en préstamos a unas «cooperativas» que, al igual que las visitadas por él en aquel país europeo, tampoco eran auténticas. Se organizaban empresas mercantiles con la careta de cooperativas, sólo para aprovecharse de los generosos créditos del Estado, que recibía cuantiosos ingresos derivados del petróleo, cuyo precio rondaba los 100 dólares el barril en esos tiempos.
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Recuerdo que se organizaban cooperativas de la noche a la mañana, sin que los «cooperativistas» tuvieran la más elemental información de lo que eran esas empresas. Ese desbarajuste dio lugar a lo que uno de nuestros mejores especialistas en el área, el profesor UCV Oscar Bastidas Delgado, llamara el «cementerio más grande de cooperativas de todo el planeta». Se constituyeron en muy corto tiempo alrededor de 300.000 de esas empresas. De ese total un reducidísimo porcentaje sobrevivió.
Ojalá los gobiernos que substituirán al del Sr. Maduro no desestimen la colaboración que la Economía Social, llamada también Solidaria, puede brindar en la edificación de una mejor sociedad, más justa, más equitativa y más libre. Cuentan esos gobiernos con un buen plantel de especialistas criollos, incluso reconocidos en otros países. Se estima (Alianza Cooperativa Internacional) que alrededor de mil millones de personas de nuestro mundo forman parte de la Economía Social
Tampoco es despreciable la experiencia acumulada por el movimiento cooperativo nacional -pese a no haber sido muy tomado en cuenta en los planes de desarrollo económico ni antes ni ahora- en actividades como la distribución de alimentos, ahorro y préstamo, servicios médicos, servicios educativos, viviendas, transporte, agropecuarias, etc.
No basta la democracia política. La democracia para ser integral debe abarcar la economía y lo social. Allí podemos ayudar los que creemos en los valores y principios de la Economía Social.
* Ex Superintendente Nacional de Cooperativas