Locademia de economía, por Alberto Lovera
Hiperinflación es una palabra prohibida en los voceros del gobierno, no hablan de ella en público aunque saben que es una realidad lacerante que castiga al ciudadano común. No sólo están desbocados los precios que suben en una semana lo que hacen en un año en otros países del continente, incluido su socio más fiel, Bolivia. Pero persisten en no rectificar un modelo que lo que hace es agravar la situación de espiral de precios, depresión económica y precarización de las condiciones de vida y de trabajo.
El drama que vivimos en la vida cotidiana podría haberse detenido si hubiera la voluntad de rectificar, pero por su empeño en no desdecirse y mantenerse gobernando a toda costa, la cúpula en el poder se niega a hacerlo. Se empeñan en mantener un modelo que una y otra vez ha mostrado que no se puede sostener en el tiempo, y que si lo pareció en algún momento fue por una coyuntura de alza de precios petroleros crecientes que por su volatilidad conocida no se extendería indefinidamente.
Los problemas del mal desempeño de la economía venezolana, según los factores de poder, se ha centrado en atribuir los males a cualquiera que no sean ellos. Después de casi dos décadas en el poder no pueden evadir su responsabilidad. Hasta analistas marxistas @marxiando menosprecian su explicación que se trata de una guerra económica o la peregrina idea que la inflación es inducida. Lo que estamos viviendo es producto de no entender las reglas básicas de cómo funciona una economía, o pretender que se puede darle órdenes para funcione a fuerza de voluntarismo y controles irracionales.
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Tanto los conductores de la política económica del gobierno como muchos de los que le critican desde el mundo del oficialismo por no ser suficientemente radical, están basados en una visión de la economía fantasiosa ignoran la noción de costos y de incentivos que son fundamentales. Con arreciar los controles lo que logran es agravar la situación: más escasez, cierre de más empresas, estímulo a los mercados paralelos.
Obligar a vender los productos por debajo de su costo de producción es algo de una enorme insensatez. Sólo beneficia a unos pocos consumidores por un instante para agravar la situación. Lo insólito es que estas medidas efectistas ya las han ensayado varias veces y deberían saber sus efectos perniciosos.
Lo hemos repetido en muchas oportunidades, la economía no es una ciencia exacta, pero tiene leyes. Si se hace caso omiso a ellas, pasa una costosa factura, más tarde o más temprano. Y dada la reiteración de errores sistemáticos, nos está pasando la cuenta casi inmediatamente.
La economía venezolana parece dirigida por una locademia de economía, que es capaz de volver una y otra vez a cometer los mismos absurdos errores. Lo grave es que están jugando con la vida de la gente. Y sus desatinos están conduciendo a una aceleración de la hiperinflación de enorme velocidad. En siete meses estamos en porcentajes de a Nicaragua le llevó tres años.
Aunque el panorama político está complicado, la urgencia del cambio es cada vez más urgente. Ojalá lo entendamos y cesen las diatribas inútiles y encontremos el camino para abrirle paso porque lo que está en juego es la vida de la gente, algo que al parecer no le importa a un gobierno indolente cuyo único norte es atrincherándose en el poder, así sea sobre las ruinas de nuestro país