Viene el derrumbe de la hegemonía comunicacional, por Gregorio Salazar
Entre los grandes vacíos que se abrirán cuando cese la usurpación, proceso que entró en un ritmo vertiginoso, estará el dejado por el derrumbe del gran entramado mediático del cual se ha servido de manera casi hegemónica el régimen totalitario de Nicolás Maduro. Una gigantesca maquinaria propagandística como no se había conocido en América Latina y quizá en cualquier otra latitud.
Decenas de canales de televisión y radioemisoras, medios impresos, centenares, quizá miles de páginas web, y un número no determinado de las llamadas radios alternativas, todo un amplio espectro comunicacional uniformado de rojo y en el cual los derechos de expresión e información de los ciudadanos en forma verídica y oportuna es lo que menos cuenta.
Al final de estos veinte años puede corroborarse que el chavismo fue capaz de consumar su objetivo de derribar y/o someter lo que el jefe de la tropa roja etiquetó como el primer gran escollo de la revolución: los medios de comunicación. Lo que no fue cerrado o despojado fue aniquilado como consecuencia directa de la destrucción de la economía nacional: las fuentes publicitarias, vitales para el sostenimiento de esos medios, se secaron a medida que la economía colapsaba. Antes ya se habían aplicado políticas de premio-castigo en la asignación de la pauta publicitaria oficial.
De lo que fueron dos de los grandes medios de la llamada Gran Prensa, El Universal y Ultimas Noticias, queda apenas la sombra. El primero fue uno de los más importantes periódicos de América Latina y el primer en facturación nacional. De los 1500 trabajadores que llegaron a laborar en el diario fundado hace más de cien años por el poeta Andrés Mata, restan 370, de los cuales 250, todo el departamento de Producción, está amenazados de despido para este 28 de febrero. Unos 32 periodistas sobreviven en la redacción sin tener claro cuál será su futuro ahora que el director colocado por quien (¿?) adquirió el diario hace unos años ha renunciado.
Un ejemplo anecdótico pueda dar una idea cabal de la profundidad de la devastación. Hace más de 40 años, cuando El Universal era un rotativo consolidado en todos los aspectos, La Voz de Guarenas era apenas un semanario que circulaba en esa localidad mirandina. Hoy, los 2.500 ejemplares que restan de su tiraje de 80 o 100 mil números diarios, tienen que ser impresos en los talleres de La Voz, hoy convertido en diario.
El caso de Ultimas Noticias, cuya propiedad y dirección ejerce directamente el régimen de Maduro, no es menos dramático. Aquellos tirajes dominicales de casi medio millón de ejemplares y cien o más páginas, están reducidos a unos pocos miles con 16 paginitas. Y su lectoría se esfumó como por encanto al influjo de la distorsión informativa.
Los amplios beneficios socioecónomicos para el personal periodístico, incluida la jubilación, logrados por la vía de las convenciones colectivas a través de décadas de lucha sindical, han sido barridos del mapa por el «presidente obrero” siguiendo la línea de su antecesor. ¿Quiénes son los verdaderos dueños de El Universal y Ultimas Noticias? Si esos medios en quiebra quedaran en definitiva en manos del Estado venezolano probablemente tendrán que vendidos licitación por medio.
La eliminación de la Corporación Maneiro que hoy monopoliza papel y otros insumos será, sin duda, una de las primeras medidas. Pero al mismo tiempo vendrá la desaparición de todo subsidio a las importaciones si, como se anuncia, habrá libre convertibilidad de las divisas
En el campo televisivo el cambio más esperado por los venezolanos es la reaparición de Radio Caracas Televisión. Los equipos que le fueron robados, y de los cuales hace Tves uso ilegal, le deberán ser devueltos, mientras que la concesión para el uso del espectro radioeléctrico de la señal, de acuerdo a la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, deberá ser sometida a licitación.
El nuevo gobierno heredará una red de televisoras que han sido entregadas a su libre antojo por el régimen chavista a distintos sectores atendiendo a sus propias necesidades partidarias, no las de la ciudadanía. Esa red, además insostenible económicamente, tendrá que ser forzosamente simplificada y reorientada en función del sistema de valores democráticos. ¿Qué hacer, por ejemplo, con ese desaguadero en dólares que es Telesur, el canal internacional del PSUV?
Si algo no puede permitirse ni el gobierno de transición ni el que surja de unas elecciones libres, ese tercer paso de la ruta que ha trazado Juan Guaidó, es actuar de manera atropellada para la reorganización del campo mediático, lo cual incluye entre muchas otras medidas designaciones de personal calificado, reformas de las leyes que contienen artículos que vulneran la libertad de expresión e información y dar garantías plenas para el ejercicio, del periodismo, el acceso a las fuentes de información, la primera de ellas.