Días de sumisión: la sombra cubana tras Hugo Chávez
La influencia cubana en Hugo Chávez tiene larga data. Orlando Avendaño escudriña la historia y sus consecuencias en su más reciente libro
Autor: Rodolfo A. Rico | Venecuba
Orlando Avendaño es el autor del libro Días de sumisión (Igneo, 2018) que indaga la relación entre la dictadura cubana y su influencia directa o indirecta en Hugo Chávez. Y es que logra rastrearla hasta antes de su participación en la Academia Militar. A lo largo de toda esta conversación, Avendaño deja entrever, además, que Chávez tuvo demasiada suerte como para ser casual en su trayecto por la Academia Militar y el ejército.
-Siempre hubo una izquierda tratando de infiltrarse en el sector militar desde los años 60, pero ¿cuáles son los hallazgos que encontró?
-Uno de los entrevistados fue Douglas Bravo, un personaje esencial, columna vertebral de mi historia. Él me refirió a otras fuentes, otros temas y a libros cuya distribución fue muy reducida. Creo que el valor reside en haber vinculado hechos que parecían aislados y disociados entre sí. Siempre hubo una voluntad de la izquierda venezolana de vincularse siempre al mundo castrense para tomar el poder. Había realmente una conexión estrecha entre La Habana y lo que estaba pasando en las Fuerzas Armadas. Uno de los valores que tiene el texto es haber puesto a Hugo Chávez en esa trama. Porque se ha especulado muchísimo.
-La cercanía con Cuba suelen atribuirla a su hermano, Adán Chávez.
-Sí, exactamente. Cuando Adán Chávez empezó a militar en el PRV (Partido de la Revolución Venezolana) es cuando se vincula a Douglas Bravo. Y Bravo es, de alguna manera, quien orquestó desde Venezuela, esa alianza entre La Habana, Chávez y militares.
-El PRV era también Alí Rodríguez Araque, por ejemplo.
-Sí, Alí Rodríguez es un personaje clave en esta historia. Era el vínculo entre el PRV y La Habana. Era el hombre de Fidel en Venezuela. Hay un libro cubano en el que entrevistan a Alí Rodríguez, donde él lo confirma. Se la pasaba metido en Cuba.
La revancha de Fidel Castro
-La historia yo la estructuro de la siguiente manera: Fidel toma el poder en Cuba -prosigue Avendaño-, viaja luego a Venezuela. Es su primer viaje que hace luego de triunfar la revolución cubana. En ese viaje él trata de generar algún tipo de alianza con Rómulo Betancourt. Rómulo lo zapatea. Y empieza Fidel a financiar un movimiento subversivo contra Betancourt. Cuando lo empieza a hacer crea una relación con el principal foco guerrillero, el frente José Leonardo Chirinos de Douglas Bravo y La Habana. Pero cuando se vuelven inviables estos actos subversivos, cuando se vuelven actos aislados, cuando la guerrilla fracasa, que no puede trascender, Douglas Bravo se propone invertir sus esfuerzos en otra estrategia, y esa estrategia la agarró la mano derecha de Bravo en el Frente José Leonardo Chirinos que era José Esteban Ruiz Guevara, un comunista, profesor, ideólogo del PRV que era muy conocido en su pueblo: Sabaneta de Barinas.
Douglas Bravo le ordena a Ruiz Guevara que se regrese a su pueblo y cree una escuela de cuadros. En alusión a lo que ya se había implantado en La Habana. Una escuela de cuadros son tertulias informales, en su casa con jóvenes ingenuos con el fin de instruirlos en sus ideas. La novedad de esto es que cuando Douglas se separa del Partido Comunista, el propone la tesis del bolivarianismo, que no es más que un marxismo escudado en el bolivarianismo. Empiezan a presentar a Bolívar como una suerte de redentor de los pobres. Eso cae muy mal en el Partido Comunista.
-Claro, porque en el comunismo tradicional el patriotismo es de derechas.
-Exacto. Fue muy mal visto que unos tipos que eran símbolos del gobierno, símbolos del Estado que ellos consideraban derecha. Porque era visto el gobierno de entonces como de extrema derecha.
Douglas tiene este bolivarianismo que transmite a Ruiz Guevara y éste empieza a hablar de bolivarianismo en su casa. Y entre los primeros alumnos que tiene Ruiz Guevara fueron Adán Chávez y Reyes Reyes y otros jóvenes y niños de la zona que terminaron convenientemente en la Academia Militar. Adán Chávez termina en la casa de Ruiz Guevara porque su papá, Hugo de los Reyes Chávez, era director de un colegio de la zona y Ruiz Guevara profesor. Este último le comenta al papá de Adán que iba a empezar a dar unas clases de historia, y Hugo de los Reyes Chávez, social cristiano, manda a su hijo a las clases de Ruiz Guevara. Y luego Adán lleva a esas clases a su hermano Hugo. A partir de ese momento empieza a sentir Hugo Chávez atracción por todas estas ideas. Luego Chávez termina convenientemente en la Academia Militar.
Chávez, en la Academia, prosperó de manera excesivamente conveniente para el movimiento. Y además intolerable. La Academia, y el ejército, estaban muy infiltrados, no hay otra explicación de que esto fue orquestado. Me lo reconoció Douglas Bravo.
A Adán Chávez lo contacta el PRV: “nosotros sabemos que tienes un hermano en el ejército y queremos saber si estás dispuesto a crear el vínculo”. Y Adán Chávez, presenta a su hermano Hugo Chávez al partido.
Chávez nunca quiso ser militar. Primero quiso ser pintor, después quiso ser pelotero. Cuando está en Caracas, Esteban Ruiz Guevara y su hermano le insistían en que podía ser algo más. Termina asumiendo la idea. Chávez se empapa mucho del marxismo desde Bolívar. Chávez es un militante del PRV en las fuerzas armadas. En el 81 regresa Douglas Bravo de su exilio en Francia y le explica a Chávez cómo debe ser el movimiento: cívico militar, religioso, porque Douglas tenía la idea de que debía ser con la iglesia, con el fin de que en algún momento se ejecute la toma del poder y podamos nosotros reformar el Estado.
Mientras Chávez asciende en el ejército, Alí Rodríguez iba y venía de Cuba, afirma Avendaño quien dice que Douglas Bravo para entonces ya conocía el potencial de Hugo Chávez, que iba creando al interior del ejército un vasto e inmenso movimiento sin ningún tipo de cortapisas, en parte amparado por la apertura del Plan Nacional Andrés Bello. En el mismo, incorporaba los ideales bolivarianos a la formación militar. La coyuntura social y política de un país de crecientes desigualdades, de corrupción cada vez más evidente y de una élite política que se había desconectado de su entorno favorecía al movimiento que Chávez iba armando en las Fuerzas Armadas Nacionales. Pero aún en esos momentos la relación de Hugo Chávez y La Habana sigue siendo indirecta, sólo a través de su hermano Adán, el militante del PRV.
Desconfianza en el sector civil
-Chávez empezó a desechar la idea que tuviera que ser un proyecto cívico militar -cuenta Avendaño- ¿Por qué otros deberían llevarse el botín si los que ponían todo eran los militares? La insistencia en el tema cívico militar religioso de Douglas Bravo no le gustaba para nada. Y eso hizo que para la víspera del golpe de Estado del 92, Bravo no supiera nada. Incluso antes de esa fecha llegó a estar una noche esperando el golpe de Estado que nunca ocurrió, según le habían informado. A partir de eso ocurre la ruptura entre Douglas Bravo y Chávez. Y Bravo empieza a despotricar de él.
Hugo Chávez apartó a los civiles al final, pero no obstante siguió embarcado por toda la ruta que había trazado el PRV de Douglas Bravo, remata el autor de Días de sumisión.
La tesis del chinchorro
Que el golpe de Estado se diera para principios de 1992 se lo debemos a la “tesis del chinchorro”, explica Avendaño. Según esta tesis política manejada por los conspiradores, “los gobiernos son impopulares a mitad de periodo y no en los extremos”, por lo que el mejor momento para un golpe de Estado era a finales de 1991 y principios de 1992. En el encuentro en Táchira, que sería uno de los últimos, también se juramentó Arias Cárdenas, y allí se decidió que luego de tomar el poder, se llamaría a una Asamblea Constituyente.
-Los primeros que introducen el tema patriótico en la izquierda me parece que son los cubanos con José Martí.
-Puede ser. Yo no tengo ni idea de en qué creía Hugo Chávez. Si es verdad que siempre tuvo esta idea del árbol de las tres raíces. Una idea totalmente distorsionada, que no tiene ningún respaldo histórico, muy forzada por estos tipos de izquierda que les encanta torcer la historia a su favor. Aparentemente, él de verdad creía en ellos y consideraba que Ezequiel Zamora, Simón Bolívar y Simón Rodríguez representaban de alguna manera su lucha actual.
La conversación con Orlando Avendaño brinca por otros derroteros colindantes. Pone en contexto al Chávez preso, que al entrar tenía 76 % de apoyo y al salir, tan solo dos años después sólo un 7 % de aprobación. Pero Fidel Castro, al visitar Cuba, cuando por fin se conocieron personalmente, lo recibió en la isla grande del Caribe con toda la pompa presidencial. Y lo bendijo con una conferencia a dos voces en la Universidad de La Habana. Como el dinosaurio de Monterroso parece que con Hugo Chávez, los cubanos, siempre estuvieron ahí.
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