100 años de Eloy o del Firpito de San Juan, por Eloy Torres Román
Hoy, celebramos 100 años de Eloy Torres, digo “celebramos”, porque, su figura permanece con nosotros. Su inteligencia, valentía, bonhomía, vitalidad para reír, su tesón y optimismo, pero fundamentalmente su creencia en un mejor país. Firpito, como le llamaron en el barrio San Juan (Por Firpo, boxeador argentino muy ágil con sus golpes; bueno, Eloy en sus mocedades, también abrazó, circunstancialmente el deportes de las coliflores y los “sanjuaneros” le llamaron: El Firpito de San Juan) Freddy Díaz, su amigo e hijo de alguna manera e incluso, del mismo barrio; luego mi camarada y hermano, lamentablemente fallecido, estudioso de la historia, dejó en el tintero una intención suya de hacer una crónica acerca de los pocos combates de Eloy o del Firpito de San Juan.
Éste, en un combate, recibió un golpe en la nariz, por lo que dejó ese deporte y abrazó la política. Le fue mejor, aunque más dura. Pero, los golpes recibidos en la política nunca le marcaron el odio en su alma. La política debe ser vista como el boxeo; te golpeas en el ring, pero fuera del cuadrilátero debes ser normal. Es el deporte.
Firpito conoció, desde muy joven, la importancia de ver al mundo con visión de grandeza. La pasión lo dominó para convertirse en un permanente lector. En su niñez, las letras se alejaron de su vida por las condiciones que le tocó vivir. Tuvo que trabajar desde muy joven para ayudar a su Madre, mi abuela Evarista y a sus hermanos menores. Por lo que apenas estudió la instrucción primaria.
Fue compañero de banca de Aquiles Nazoa y de Héctor Monteverde (el entonces, radial “Muñeco de la ciudad”) En las calles de San Juan, Eloy conoció a innumerables futuros personajes de la vida política, cultural y deportiva de un país que crecía por los impulsos que ofrecía el petróleo. Destaco, entre ellos a Oscar Yánez, su gran amigo quien siempre, le decía: “Eloy, te estás cubriendo de gloria”; luego, a Alfredo Sánchez Luna (Sadel) Julio Messuti, Yolanda Moreno; esta última, aunque mucho menor, su familia le tenía un aprecio a Eloy, quien despuntaba como un galán, simpático e inteligente plomero.
Eloy, fue la clara expresión de esa Venezuela, que al fin y al cabo, se civilizó gracias al petróleo
Fue un autodidacta. Se hizo sindicalista en los momentos en los cuales casi no existían sindicatos, pues los obreros eran pocos. Este, era uno de los puntos que separaba a Betancourt de los comunistas quien fue más audaz que ellos para comprender al país.
En el caso de Eloy, fue un hombre, inicialmente, formado en una visión fenomenológica. Creía que el sindicalismo era un mundo cual fenómeno independiente. Pero, la praxis política junto con su extraordinaria inteligencia e intuición le enseñó a comprender que los aspectos concretos presentes en el sindicalismo, no podían ser comprendidos si estaban desligados de la política. Fue cuando se deslastró de los complejos “obrerizantes”; luego, “sindicaleros” para abrazar a Kautsky y concretamente a Lenin (¿Qué hacer?) Ambos se hicieron presentes en su visión acerca de la clase obrera y la ideología política, producto, esta última, de los pensadores provenientes de la misma burguesía. Eloy superó, repetimos, su visión obrerista y sindicalera.
En ese camino, Eloy, se hizo amigo inseparable de Pompeyo Márquez. Ambos formaron parte de una pandilla de zagaletones del barrio San Juan. “La Pandilla Guirirí”, la plaza de Capuchinos y la entrada al Guarataro, eran el lugar del encuentro.
Yo conocí a la mayoría de estos “zagaletones” y quienes siempre me brindaron cariño y afecto. Destaco, fundamentalmente a Malaquías García, un verdadero héroe anónimo. Amigo de sus amigos y hombre de ley. Su amistad y su vida, las puso a prueba, en más de una ocasión, junto con Margot Castro, su esposa, por ayudar a Pompeyo y a Eloy. Igualmente, Juan (Perico) Molina, otro hermano de ambos y quien militó, con Doña Elba, su esposa, abiertamente en la vida de Pompeyo y Eloy, los hermanos Conzoño, el loco Valdespino, Mercedes Lobatón, Oscar Calles, el Culí López y otros que no recuerdo.
No puedo ni quiero dejar por fuera a una amiga de mi padre, luego de mi Madre, quien tuvo un gran significado para todos nosotros. Eloy, le dispensaba un más que fraternal amor. Hablo de Socorro Negretti Malpica, la esposa de Pompeyo Márquez. Ella siempre fue, junto al resto de su muy numerosa familia, los Negretti Malpica, constituyeron un baluarte de humildad, camaradería y bonhomía. Todavía siento la presencia amorosamente pedagógica de Socorro, para brindar lecciones de vida. Ella, fue para Eloy, más que una amiga, fue una hermana.
El caso es que Eloy asumió el comunismo. Era la ideología de los cantos de redención social los que sonaban. Eloy, desde muy joven, compró toda la arquitectura axiológica de esa ideología. Llegó a ser uno de sus principales dirigentes, junto con Pompeyo. Experimentó todas las crisis que impactaron al viejo PCV: el pacto Ribentropp-Molotov, la guerra contra Hitler y el triunfo del ejército rojo, luego convertido, desde 1945, en ejército soviético; el derrocamiento de Medina y posicionamiento de Rómulo Betancourt; las elecciones donde triunfa Don Rómulo Gallegos, su derrocamiento y el empoderamiento de una dictadura militar que duró 10 años; la división, fraccionamiento y expulsión del PCV de unos de sus principales líderes: Juan Bautista Fuenmayor.
Eloy, comenzó, desde 1948, a vivir una clandestinidad. La persecución de la Seguridad Nacional fue muy grande. Se topó con Teodoro Petkoff, un inteligentísimo joven con quien Eloy, construyó, desde entonces, una intensa amistad y camaradería. Eloy, evidentemente era mayor que Teodoro, pero en el camino se cruzaron sus afectos.
Hoy, Teodoro, debe estar junto a Eloy, muy afectuosos entrambos; luego, él, disfrutando de la jocosa y estruendosa carcajada de Eloy, mientras Teodoro mantiene su reflexiva mirada
Importa destacar que Eloy vivió sus años con una humildad muy grande. No le gustaba el “pescueceo”. Siempre lo he identificado con la estrofa de los Proverbios y Cantares de Antonio Machado:
“Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción”
Él fue actor de primer orden de la resistencia a la dictadura militar; igualmente fue uno de los principales participes en la construcción del Acuerdo obrero-patronal que brindó soporte a la democracia en sus iniciales años de 1958-59. La oleada ejemplar de la Revolución cubana y su líder, Fidel Castro, lamentablemente penetró en las mentalidades de algunos miembros del PCV, entre ellos, la de Eloy.
Fue el vehículo para instaurar la tesis de la violencia armada, como solución política a la crisis que vivía el país. Craso error. Mucha valentía, pero poca inteligencia. Eloy, destacó, por ser uno de propulsores de la política que inició la violencia armada de los años 60. Pagó cárcel. Condenado a 16 años, por lo que el entonces Presidente, adversario suyo, pero quien le dispensaba afecto, en el sentido que respetaba su valentía, decencia y espíritu de superación; consideró que la pena no debía pasar de 8 años y que el tiempo haría lo suyo.
Felizmente, la realidad les golpeó el rostro a los miembros de esa dirigencia del PCV y optaron por rechazar al tótem de Fidel Castro para abrazar la venezolanidad, entre ellos Eloy. Ahora bien, ese rechazo no fue solo a Fidel, sino a todo el sistema petrificado en el poder que se decía socialista, comenzando con la URSS.
Se alió a su amigo Teodoro quien había apuntado, con su verbo, pensamiento y acción la edificación de un nuevo sueño en nombre del socialismo, pero en democracia
Ella, no podía ser un utensilio, sino un elemento axiológico de la humanidad. Eloy rectificó, para fundar con la mayoritaria militancia del viejo PCV y de la Juventud Comunista, al MAS. Fue diputado e incluso Vice-presiente de la Cámara de Diputados.
El 4 de febrero de 1992, significó la muerte de sus sueños de otrora. Un chafarote se apropió de la Utopía que le dio sentido a la vida de Eloy. Ella, ya no era suya. Eloy intuyó lo que se imponía en el país. La irracionalidad y el desbordamiento del país hacia un futuro cargado de desgracias. El chafarote murió y un falso obrero, heredero, además, cual monarquía, conduce, en el buen sentido de la palabra, los destinos del país, hacia un abismo. Se cumple lo que hubo de sentenciar Eloy: vamos hacia el desastre.
Este 1 de diciembre, Eloy, cumple 100 años de edad. Todo un siglo. Erick Hobsbwam, el historiador inglés, dijo en una ocasión que el siglo XX se dividía en dos: Uno corto (1917-1991) esto es, por la creación del primer experimento socialista de la historia, la Revolución soviética y su final; el otro, el largo, es decir, el calendaristico (1900-2000) El caso es que Eloy vivió su siglo XX a plenitud. Creció, se formó como autodidacta; a sus 17 años conoció a Gardel, cuando éste llegó a Caracas y le saludó en Caño Amarillo; se hizo dirigente del PCV, conoció a López Contreras, a Medina Angarita, a Rómulo le combatió, pero le respetó; idolatró a Don Rómulo Gallegos. Fue un seguidor suyo.
Creía en la educación, como elemento positivista. Resistió la dictadura de Pérez Jiménez. Eludió la persecución de Pedro Estrada, de la mano de mi Madre y fundamentalmente junto con Pompeyo, Guerra Ramos, Teodoro y otros
Experimentó la dulzura del triunfo al caer la dictadura en 1958. Luego, la impaciencia se apoderó de él y abrazó, repito, la insurrección armada. Fracasó y probó la sal de la derrota. Tras experimentar 4 años y medio de cárcel, reflexionó y reconoció sus errores, con una permanente sonrisa en el rostro. Puro optimismo, desbordaba su personalidad. El futuro, pertenece a quien lo sueña.
Eloy, murió joven a los 87 años. Joven, porqué nunca se rindió; siempre vio lejos, incluso para fracasar, pues, tras reflexionar, reconocía sus errores. Su don de gente, lo retrataba de cuerpo entero. Una flor era suficiente para decir un poema a mi madre o a sus hijas o nietas, entre ellas a mi hija a quien llamaba la alemana de su familia.
Eloy fue y es un hombre grande, probo, decente, animoso, cordial, efusivo, valiente, hasta para equivocarse y siempre raudo para lanzar su emblemática carcajada, para reírse de sí mismo.
Ese es mi padre quien cumple 100 de haber venido a este mundo que quiso cambiar, primero desde el sindicalismo y luego desde la política y la filosofía de creer en el hombre como sujeto de la historia. Eloy es siempre el mañana.