19 años de editoriales, por Teodoro Petkoff
El Diario TalCual está de aniversario y lo celebra exhibiendo las editoriales de su editor fundador Teodoro Petkoff
Entonces, el problema es la foto. El problema no es el de los 16 mil homicidios anuales, 95% de los cuales permanecen impunes; el problema no son los 400 y pico de muertos anules en las cárceles; el problema no son los miles de vehículos robados cada año, ni los centenares de apartamentos asaltados por bandas hamponiles; el problema no son los miles de secuestros express, y de los otros, que tienen lugar cada año; tampoco son las vacunas que las bandas guerrilleras y paramilitares obligan a pagar en la frontera y muchísimo menos lo es el de los incontables arrebatones, que ya ni siquiera se denuncian de tan banales que se han vuelto. Este no es el problema. La cosa es la foto.
Tampoco es problema el de los cuerpos policiales desbordados por el hampa, mal pagados, mal entrenados e incluso infiltrados por delincuentes comunes; menos aún lo es el de un Poder Judicial lento, de pésima calidad, la mayor parte de cuyos jueces son provisionales, fichas del PSUV, y viven asustados de emitir fallos que no complazcan al Poder. Nada de esto es el problema. El problema es la foto que publicó El Nacional.
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Vista desde la perspectiva venezolana, tal vez la cosa más sorprendente es la absoluta mudez del gobierno de Chávez sobre los acontecimientos del mundo árabe. Aparte de una declaración de circunstancias de Maduro, nuestro gárrulo Presidente mantiene un silencio atronador sobre procesos, que cambiando lo cambiable, equivalen, por su alcance, a los que condujeron al derrumbe del imperio soviético. Alguna foca podría aducir que tanto Túnez como Egipto (a pesar del peso de este último en la geopolítica del Medio Oriente), son países con los cuales nuestro gobierno prácticamente no mantiene relaciones más allá de la fría cortesía de las diplomáticas.
Pero ahora que la rebelión democrática ha llegado a Libia, que Chávez se siga haciendo el loco ya alcanza los linderos de abandono del “hermanazo” en desgracia. Porque Chávez sí se anotó con Muammar Gadaffi. Fue a Libia un montón de veces, allá lo condecoraron y a su vez él condecoró al sátrapa libio, a cuya “revolución verde” cantó loas hiperbólicas. Incluso, Gadaffi, que casi nunca sale de su país, cruzó el Atlántico para asistir a aquella cumbre africana que Chávez montó en Margarita. Cuando se fue, le dejó a su anfitrión el preciado regalo de su supercarpa de lujo y se llevó en la maleta el cordón de la Orden del Libertador en su primera clase y la inevitable réplica de la espada de Bolívar, que Chávez regala a cuanto dictador perpetuo se le pone a tiro. En fin, si con Túnez y Egipto todo parecía prudencia diplomática, ya con los sofocos que vive el hermano Muammar la cosa llega a la traición de una amistad. Pero, llanerazo al fin, dirá el sabanetero que a los amigos muertos, hasta la puerta del cementerio pero ni de vaina meterse en la tumba con ellos.
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