20-M: Más que pasar facturas, hay que pasar la página, Por: Armando J. Pernía
A menos de una semana de las elecciones, hay que ver la situación con realismo. La oposición va a lo que parece ser un doloroso y costoso fracaso, básicamente como resultado de su incapacidad de encontrar un camino común y potencialmente exitoso para generar un cambio político que no es necesario, sino imprescindible. Es una cuestión de supervivencia nacional.
Sin embargo, la cuestión aquí no es pasar la factura por el resultado del próximo domingo 20, sino pasar la página. Independientemente del resultado que “cante” el Consejo Nacional Electoral, que a estas alturas es previsible, la oposición debe prepararse para enfrentar un escenario mucho más complejo.
Es muy probable que los resquicios que aún quedan para la acción política terminen de desaparecer. Sin duda, el chavismo intentará ponerle punto final a la consolidación de su modelo de estatización económica y hegemonía política absolutas, por lo que a la oposición no le queda otra opción que convocar a la resistencia, pero para eso debe hacer una amplia causa común.
Hay que decir que la oposición todavía conserva cartas por jugar. La pelea no termina el 20 de mayo; es más, puede que los resultados den paso a una nueva etapa de lucha, a partir de las lecciones que dejarán estas “elecciones”.
No hay que creer que esta ópera bufa que el chavismo está montando le reportará solo ganancias, porque está establecido, tanto en el país como en el exterior, que estamos ante un proceso viciado, donde un candidato mayoritariamente rechazado por la sociedad participa con todas las ventajas.
Es claro como el agua -¿se acuerdan de ese líquido que debía ser incoloro, insípido e inodoro que solía llegar a diario por las tuberías, en otras épocas?- que Maduro no logrará ni la legitimidad ni el respaldo interno y externo al que aspira, porque jamás ganaría unas elecciones realmente competitivas.
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A Maduro le queda la crisis que, en el afán de construir una hegemonía eterna, su revolución ha instalado en el país, y si sus respuestas son las mismas, si no muestra una mínima capacidad de cambio, lo que le tocará es administrar la definitiva consolidación del desastre. Ese no es un buen escenario.
En consecuencia, la oposición -toda la oposición en su diversidad- lo primero que tendría que hacer es procesar y apartar sus diferencias desde el mismo 20 de mayo.
Nadie debe quedarse tranquilo con los resultados sin más, porque está claro que esa “elección”, dígase lo que se diga, no legitima nada ni a nadie, pues no cumple el más elemental requisito de un proceso comicial: abrir paso a la posibilidad de cambio; es decir, permitir que los electores elijan libremente y que las consecuencias de esa elección se acaten y respeten sin trampas ni elusiones.
Algunos se preguntarán si estas afirmaciones aplican si se da el “milagro” de que la oposición que participa gane el próximo domingo, pues la respuesta es sí, porque los vicios del proceso son inocultables y no se pueden desconocer aún si el chavismo fracasa, por lo que el único programa que los candidatos no chavistas deberían ofrecer es una transición inmediata, y sin fisuras, a una democracia efectiva y legitimada por la libre expresión de la voluntad popular.
Pero, esa es otra historia y, si se llega a ese puente, habrá que ver cómo se cruza…
Queda claro que el escenario más probable para el próximo domingo es que Maduro sea proclamado presidente reelecto. Otra cosa es ganar, y no ganará porque, en rigor, no está compitiendo limpiamente con nadie. Sus competidores, y eso hay que reconocerlo sin mezquindad, están haciendo un esfuerzo que ojalá no termine en sacrificio inútil.
Lo que finalmente importa, para estar claros, es que todas las fuerzas de oposición no terminen de despedazarse y que, por el contrario, entiendan que deben tener una conducta que priorice la recuperación y la formulación de una estrategia que enfrente la desmovilización que el fraude del domingo próximo intensificará, sin duda
Que Maduro celebre, si quiere desde ahora, sus elecciones prefabricadas, pero no debe olvidar que el palo va y viene, así que, como “guerra avisada no mata soldado”, hay que ver y evaluar desde temprano los escenarios de resistencia que se abren a partir del domingo, porque la única opción imposible de considerar es la rendición, pues la crisis no termina el 20.
Queda dicho…
* La demanda eléctrica actual se estima en 10.000 megavatios en horas pico, la cual puede descender a 8.000 en los lapsos menos críticos, según fuentes directas del sector. El consumo debería llegar a 25.000 megavatios en horas pico en un país como Venezuela, con niveles de crecimiento de 2 % o 3 % del PIB por año. Este dato es un claro indicador de la magnitud real de la contracción económica. En 2014, la demanda pico era de 18.000 megavatios.
* En cuanto a la oferta de electricidad, Venezuela cuenta con un parque generador de 32.000 megavatios, de los cuales 18.000 provienen de generación hidroeléctrica -básicamente, Guri- y los 14.000 restantes corresponden a la infraestructura termoeléctrica, la cual está “indisponible” en 90 %.
* Vista la demanda actual, Venezuela podría abastecerse sobradamente con el parque hidroeléctrico, que funciona a 80 % de capacidad; sin embargo, la red de distribución hacia occidente es precaria, al punto de que colapsa con un nivel bajo de sobrecarga.
* Crisis del agua se agudiza en Caracas por escasez de equipos y repuestos, aparte de años sin políticas de mantenimiento adecuadas. El mantenimiento de los embalses ha sido nulo, al punto que están perdiendo capacidad de almacenamiento. Municipios del este de la capital están severamente afectados, pues, en promedio, reciben menos de un día de suministro por semana.
* Pdvsa ordena “acuartelamiento” del personal el próximo domingo. Hay cartas de “lineamientos”, como la enviada por Amalio Domínguez, gerente de RRHH de la División Boyacá de la Faja del Orinoco, con sede en Barinas, fechada el 10 de mayo, en la cual se ordena a los gerentes “ejecutar reuniones diarias” para instruir al personal sobre el “deber con la empresa y el proceso revolucionario” de votar. Lo más llamativo es que la comunicación ordena que, después de sufragar, el personal se concentre en sus lugares de trabajo “a los fines de estar preparados ante cualquier eventualidad”.