2020: Contra el derrotismo y la resignación, por Marta de la Vega
A los estantes vacíos en muchos supermercados, a las carencias básicas de productos indispensables de consumo masivo en muchas tiendas a causa del recorte drástico de las importaciones adoptada desde cuando empezó el gobierno de Maduro, ha sucedido recientemente una abundancia variada de productos incluso superfluos, que en apariencia repletan sus espacios para suplir las necesidades y preferencias de las mayorías. El pago en dólares estadounidenses se ha hecho corriente. ¿De dónde provienen y cómo se distribuyen y circulan sin intervención del sistema financiero? El Estado se ha hecho invisible, además de inservible, excepto para perseguir con saña y despiadada crueldad a quienes disienten del modo como se ejerce el poder en Venezuela o critican el régimen.
Es un espejismo, una ilusión inconsistente esta aparente bonanza, pues en verdad solo acceden minúsculas minorías que pueden conseguir dólares, o se los traen del extranjero, mientras la mayor parte de la población se derrumba por la desnutrición, la falta de medicamentos y tratamientos médicos adecuados, el éxodo masivo, la imposibilidad adquisitiva de bienes esenciales, no solo por los magros salarios sino por el desempleo camuflado tras el “rebusque” y el comercio informal.
Muy angustiante ver que esta “burbuja” confortable en la que se mantienen muy reducidos sectores de la población puede prolongarse indefinidamente, como en Cuba, mientras es diezmada la población adulta y mayor o gravemente dañado el sector infantil o adolescente en su crecimiento sano, por falta de proteínas o simple abandono de sus mayores y de las obligaciones de un Estado democrático, con instituciones que funcionen y Estado de derecho.
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Mientras la gasolina es regalada y el precio que se paga es para beneficiar a los operadores de las bombas, los precios en bolívares de servicios o bienes son exorbitantes por la hiperinflación desenfrenada. Los trabajadores, o bien reciben de las empresas privadas su pago semanal en dólares, en promedio 20 US $, o bien ganan el sueldo mínimo mensual, no más de 6 US $. ¿Cómo parece haber una “normalización” de la economía si no ha crecido la demanda y el consumo ha bajado drásticamente, además de un descenso brutal del PIB acumulado desde 2013, según estimaciones de Leonardo Vera entrevistado por Hugo Prieto, del 62% y el aumento de la pobreza por ingresos a casi el 94% de la población?
Hasta 2017, la crisis económica y un sobreendeudamiento acumulado desde 2011, agudizaron la escasez porque las empresas producían cada vez menos y estaban impedidas de importar bienes de capital e insumos con la consiguiente destrucción del aparato productivo nacional, a la vez que la principal política económica, basada en el control de cambios y en el control de precios, fue destinar el mayor porcentaje de los ingresos por exportaciones al pago de la deuda externa. A ello se agrega la fuerte caída de la producción de petróleo. Las sanciones comerciales, que afectan el ingreso petrolero, no tienen más de un año, pero el desastre productivo se ha incrementado desde 2013.
Sin embargo, la estabilización de la miseria mayoritaria, el bienestar aislado y a veces opulento de minorías, indiferentes o ignorantes del sufrimiento de los otros, sean ellas de sectores oficialistas del alto poder, militares, comerciantes o falsos empresarios que disfrutan de prebendas y beneficios con dinero mal habido, mucho del cual hoy retorna al país, sean ellas de empresarios decentes que han logrado sobrevivir en medio de la crisis, pareciera condenarnos a una destrucción irreversible de la mejor Venezuela, cuyas secuelas son aterradoras a mediano y largo plazo.
Sin pausa ni tregua, venzamos el derrotismo o la resignación. El reto en 2020 para los ciudadanos y la dirigencia de las fuerzas democráticas es seguir impulsando la resistencia contra la tiranía criminal que busca paralizar y someter, una esperanza cierta basada en hechos y acciones orientados con estrategias eficaces y consecuente unidad de propósitos.
El Plan País es un acuerdo político para rescatar Venezuela de la crisis social y del colapso económico. Han participado 56 equipos de trabajo con más de 300 profesionales y expertos en muy diversas áreas.
Es el producto, ni improvisado ni manipulado, de un esfuerzo mancomunado de ciudadanos conscientes y formados, que saben anteponer el valor superior del bien del país a sus intereses particulares o partidistas. A él nos referiremos en próximo texto.