2021: ¿optimismo comercial?, por Félix Arellano
Mail: [email protected]
Los temas de la apertura comercial y la integración económica han enfrentado varias décadas de contradicciones; avances y retrocesos. Con el inicio de la pandemia del covid-19, al presentarse tendencias nacionalistas y proteccionistas se vislumbraron tiempos complejos; empero, finalizando el 2020, el panorama se proyecta interesante, con oportunidades para la región, si los gobiernos asumen con responsabilidad los compromisos pendientes en la agenda desde hace varios años. Los obstáculos son múltiples, entre ellos, las políticas autoritarias que manipulan tales procesos, y promueven falsos proyectos que tienden a generan mayor fragmentación y pobreza.
Conviene recordar brevemente que la década de los ochenta del siglo pasado fue calificada como fase perdida de la integración económica, se contaba con varios proyectos: Alalc, Aladi, Grupo Andino, Mercado Centro Americano, etc.; muchos discursos, pero muy pocos avances. Luego, desde los noventa, se inicia un proceso de avances interesante, con la suscripción de múltiples acuerdos de libre comercio, varios de ellos suscritos en el marco de la Aladi.
También se desarrolla una interesante transformación de la agenda de negociación, incorporando a los temas clásicos de bienes los llamados nuevos temas que abarcan: servicios, inversiones, propiedad intelectual, compras públicas; con el tiempo se han incorporado los temas ecológicos, laborales y sociales vinculados al comercio.
*Lea también: Ciencia, tecnología e innovación: el Rubicón de América Latina, por Bruno Nathansohn
Estados Unidos ha jugado un papel importantes en tales cambios, con las negociaciones que llevaron al Tratado de Libre Comercio (TLC, 1994) con Canadá y México y en la Ronda Uruguay del viejo GATT, que culmina con la firma de los acuerdos de Marrakech y la creación de la Organización Mundial del Comercio (0MC, 1995).
Por otra parte, progresivamente se fue conformando una tendencia de cuestionamiento radical, que aprovechó algunas de las debilidades de la fase de crecimiento liberal de la apertura comercial y la integración económica, como la deficiente participación social y la poca atención por la equidad frente a los más débiles y perdedores; pero, menospreciando los avances alcanzados, entre otros, en la generación de empleos, atracción de inversiones, mejoras en productividad y bienestar social.
La visión crítica radical fue promovida en la región, entre otros, por el partido de los trabajadores en Brasil, el movimiento bolivariano en Venezuela y el Foro de San Pablo a escala regional.
Esta tendencia, definida como fase posliberal de la integración regional, logró un importante respaldo cuando varios gobiernos críticos, populistas y radicales asumen el poder en la región y adoptan nuevos proyectos como la ALBA, la Unasur y la Celac. Se paraliza el proceso de apertura comercial, pero no se superan las debilidades, ni se avanza ni en el fortalecimiento de la integración, todo lo contrario, nos encontramos con una región más fragmentada, desintegrada y con mayores niveles de pobreza y exclusión.
Pero la situación es más compleja, toda vez que en la perspectiva liberal también se va conformando una tendencia crítica conservadora, que cuestiona la globalización y la integración económica; fortaleciendo el nacionalismo, la visión rígida de la soberanía, la exclusión, el proteccionismo comercial y la xenofobia. Dicha tendencia se vincula en Europa con el euroescepticismo, que logra su máxima expresión con el Brexit, el retiro del Reino Unido de la UE. En el caso de Estados Unidos destaca el discurso nacionalista y las prácticas proteccionistas de Donald Trump.
Al llegar la pandemia del covid-19, ya avanzaba la atmosfera de escepticismo frente a la globalización y la apertura comercial; en tal ambiente y con las incertidumbre que genera la expansión del virus, se incrementan las posturas nacionalistas, la visión rígida de la soberanía y de la seguridad (alimentaria, sanitaria, etc.) y el proteccionismo comercial.
Todo hacía pensar que iniciaba una nueva fase de retrocesos para la apertura comercial y la integración económica; incluyendo la revisión de las cadenas globales de valor y el papel de China como fábrica del mundo hiperglobalizado; empero, los últimos meses han evidenciado cambios interesantes que fortalecen la apertura comercial y abren potenciales oportunidades a la integración económica.
En los medios está ocupando espacio que finalmente se ha logrado un acuerdo para el retiro definitivo del Reino Unido de la Unión Europea; también se destacan los acuerdos comerciales que aceleradamente está negociando (Japón, México, Colombia, etc.) para garantiza las condiciones comerciales que existían siendo miembro de la UE. Todos esos avances son positivos, pero no representan mayor innovación, simplemente son el resultado de un retiro caprichoso de la integración.
*Lea también: Hay que rectificar, por Tulio Ramírez
Ahora bien, en la fase final del 2020, registramos algunos avances significativos en materia de apertura comercial e integración económica, tales como: i) la firma del Acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (RCEP, siglas en ingles), uno de los acuerdos comerciales más importantes del mundo, suscrito por 15 países, diez de ellos miembros de la ASEAN a los que se han sumado: Australia, China, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelandia (15/11/2020); ii) la firma de un impactante acuerdo económico y de inversiones entre la Unión Europea y China (29/12/20); iii) también destaca la entrada en vigencia del Acuerdo de Libre Comercio Continental Africano (AfCFTA, siglas en inglés) la zona de libre comercio más grande del mundo por el número de miembros, 54 de los 55 países de la Organización de la Unidad Africana (excepto Eritrea); iv) como un precedente significativo para la región, destaca la firma de una primera fase de un acuerdo de libre comercio entre Ecuador y Estados Unidos (08/12/20); v) también conviene señalar que en la reciente cumbre semestral de jefes de Estado del Mercosur (15/12/20) se ha reiterado el interés de avanzar en la inserción del bloque en la economía mundial.
Por otra parte, la potencial revisión de la globalización y, en particular de las cadenas globales de valor a escala mundial, puede generar oportunidades para escenarios más limitados como la integración regional, que cuenta con herramientas importantes como: los programa de liberación, las normas de origen y los mecanismos de solución de diferencias, pero resulta fundamental la voluntad política para avanzar en los cambios estructurales que requieren los procesos de integración en la región.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.