2023: desafíos y viejas lecciones, por Félix Arellano
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Está llegando un nuevo año y con él los buenos deseos, la lista de proyectos, de sueños por realizar; en general, se crea una atmósfera de esperanzas y optimismo creativo. En ese contexto, resulta conveniente privilegiar los valores que nos permitan construir una mejor sociedad. En el marco del nuevo año deberíamos forjar la sensibilidad y atención sobre los problemas de nuestro entorno local y global. Urge trabajar en la promoción de valores libertarios, justicia, democracia y, en general, el respeto a la dignidad humana.
Pero estamos conscientes que son muchos los obstáculos y cada día más complejos. Un ecosistema amenazado por un patrón de consumo despilfarrador y la destrucción de los recursos, lo que ya está generando consecuencias dramáticas, entre otros, el cambio climático, el agotamiento de las tierras fértiles o los problemas del agua dulce. Por otra parte, en términos sociales y políticos el autoritarismo, el populismo y los egos desenfrenados también están limitando las posibilidades de la convivencia y el desarrollo humano.
La clásica conducta de la maximización de beneficios, insensible de las consecuencias sociales, pareciera repotenciarse con las nuevas tecnologías de las comunicaciones, que nos someten a procesos de manipulación desde diversos ángulos, llegando a limitar nuestra capacidad de pensar; empero, con voluntad y disciplina podríamos promover alternativas de cambio, resulta necesario promover la fortaleza individual y social para propiciar los cambios, lo que debería formar parte de los objetivos en el nuevo año.
El proceso no es sencillo, pero debemos trabajar para hacerlo posible, conlleva esfuerzo individual y trabajo colectivo. En buena medida tiene que ver con retomar algunas de las clásicas lecciones de los grandes maestros y, en ese sentido, siguiendo a Immanuel Kant, debemos fortalecer la autoreflexión, el pensar consigo mismo (solipsismo), con una actitud crítica y reflexiva.
Conscientes del bombardeo de información manipuladora que vivimos, debemos cultivar la duda y la crítica, como herramientas para enfrentar los fanatismos, adoctrinamientos y manipulaciones que nos destruyen como seres pensantes y creativos.
La información que recibimos, asimilamos y reproducimos juega un papel determinante en nuestra formación personal y en la sociedad que queremos construir; en consecuencia, debemos asumir una actitud crítica frente a los contenidos que circulan en las redes.
El esfuerzo individual tiene mucho que ver con la clásica idea del libre albedrio, nuestra capacidad para discernir, aprender de experiencias propias y ajenas, y poder adoptar nuestras decisiones con autonomía. Frente a la guerra híbrida que nos acecha, debemos fortalecer nuestra capacidad crítica para descartar los falsos discursos, los proyectos mesiánicos, las manipulaciones de los salvadores, los libretos anacrónicos e historicistas que ya tienen las respuestas que sirven al poder y el control social.
De nuevo, retomando lecciones clásicas, en el nuevo año debemos avanzar en la promoción de un ser humano integral, que calcula y maximiza, pero también siente; sensible ante la injusticia y la exclusión.
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La reflexión crítica consigo mismo es un paso necesario, pero no suficiente, por eso debemos contribuir al fortalecimiento de la sociedad abierta y sus instituciones democráticas. Nos llega otro año para seguir trabajando en la promoción de la sociedad civil activa y una sociedad política con contenido ético y conectada con los graves problemas sociales.
En un contexto global de tantos desafíos, nuestra reflexión individual y autónoma es necesaria, pero la acción en el plano social es fundamental. Recordando a Jurgen Habermas, necesitamos la emancipación del ser en un contexto de diálogo social libre y creativo. La reflexión consigo mismo en permanente interrelación con el contexto social que es local, nacional y global.
Nuestras definiciones individuales deben enriquecer el debate social argumentado, la comunicación transparente, sin exclusiones ni imposiciones que permita establecer las bases de un orden democrático. Debemos seleccionar, privilegiar y promover los valores que conllevan convivencia, inclusión, diálogo y cooperación.
Los desafíos globales que parecían de ciencia ficción se han hecho realidad y nos hacen altamente vulnerables. Ya contamos con experiencias traumáticas pero formadoras, como la pandemia del covid-19 o los efectos de cambio climático. Los problemas del mundo global nos confirman, tanto la interdependencia compleja que vivimos, como nuestras debilidades para poder enfrentarlos.
Cuando la realidad nos hace evidente constantemente nuestras debilidades individuales; paradójicamente, el mundo en gran medida avanza por caminos autoritarios, personalistas, narcisistas, racistas, clasistas, xenofóbicos que fragmentan y polarizan la sociedad, generando un clima de tensiones e inestabilidad social profunda.
Los valores que se van posicionando destruyéndonos como individuos y como sociedad, podemos y debemos enfrentarlos con una actitud crítica, autocritica y reflexiva. Debemos de forma individual y autónoma enfrentar la manipulación de las redes, la guerra hibrida, las campañas de descalificación y destrucción que se construyen desde laboratorios del poder.
Que el nuevo año nos permita la salud, la fortaleza individual y la organización social para enfrentar los complejos desafíos del presente. Para avanzar en los objetivos contamos con las enseñanzas de nuestros maestros y, en ese contexto, la familia, la escuela y la comunidad se posicionan como espacios vitales, el norte está claro es el respeto de la dignidad humana sin exclusiones. Todo lo mejor para el nuevo año.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.