23 de enero de 1958: Democracia para un mejor futuro, por Stalin González
El 23 de enero de 1958 es una fecha que permanece grabada en la memoria colectiva de los venezolanos. Fue un proceso complejo, lleno de matices y negociaciones, que marcó el fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y dio inicio a una transición hacia la democracia. Este hito histórico representa un triunfo contra la opresión, a la vez que nos recuerda que, cuando trabajamos juntos, somos capaces de superar cualquier adversidad. El 23 de enero de 1958 es un episodio de inspiración pura para todos los que aspiramos un mejor país.
La caída de Pérez Jiménez fue el resultado de una acción cívico-militar que involucró a diversos sectores de la sociedad venezolana. Desde estudiantes y sindicatos hasta sectores de las Fuerzas Armadas, todos jugaron un papel clave en el descontento creciente contra el régimen. El 23 de enero no fue el resultado de un evento espontáneo, sino de meses de conspiraciones, protestas, acuerdos entre líderes políticos y militares, y una estrategia bien calculada para propiciar la transición. Fue un proceso cargado de incertidumbre, pero también de esperanza en la construcción de un país diferente.
Esa lucha tenía como guía un ideal: la democracia como el camino hacia un futuro mejor. Ese mismo ideal debe inspirarnos hoy, cuando enfrentamos desafíos similares, aunque en un contexto distinto.
Lo que siguió al derrocamiento de la dictadura no fue fácil. Fue un periodo de intensas negociaciones entre los distintos sectores políticos y sociales para garantizar una transición ordenada hacia la democracia. Desde el Pacto de Puntofijo, que buscó estabilizar el sistema político, hasta las tensiones entre las fuerzas militares y los civiles, la construcción de un nuevo modelo de país requirió paciencia, consenso y compromiso.
Esta experiencia nos deja una valiosa lección: los cambios profundos no ocurren de un día para otro, ni se logran sin sacrificio y diálogo. Construir un sistema democrático sólido demanda tiempo, esfuerzos colectivos y, sobre todo, la voluntad de superar las diferencias en pro de un objetivo común.
Los 40 años de democracia que siguieron al 23 de enero de 1958 no fueron perfectos. Cometimos errores y enfrentamos dificultades, pero no podemos negar que fue el período de mayor avance y progreso social en nuestra historia moderna. La educación se expandió, se fortalecieron las instituciones públicas, la infraestructura del país creció y millones de venezolanos mejoraron su calidad de vida. La democracia permitió la alternancia en el poder, el debate de ideas y la posibilidad de soñar con un país mejor.
El 23 de enero nos enseña que los cambios profundos requieren acciones concretas, negociaciones responsables y una visión de futuro. Inspirémonos en el espíritu de quienes lucharon por una Venezuela libre en aquellos años, y trabajemos juntos por un país cívico, democrático e inclusivo, donde el bienestar y el progreso sean una realidad para todos. La democracia no se regala ni se impone; se construye día a día con esfuerzo, diálogo y compromiso. Solo con instituciones fuertes, independientes y al servicio de la ciudadanía podremos avanzar hacia un futuro de progreso y bienestar.
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El camino no es fácil, pero la historia nos ha demostrado que es posible. Sigamos inspirándonos en el coraje de quienes lucharon por la democracia en 1958 y comprometámonos a trabajar desde nuestros espacios para reconstruir Venezuela.
Juntos hagamos de Venezuela un país que refleje lo mejor de nosotros mismos. La lucha por un futuro democrático es el mayor homenaje que podemos rendir a quienes nos abrieron el camino hace 67 años.
Iván Stalin González es político, abogado y dirigente nacional del partido Un Nuevo Tiempo
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