El galope de Juan pendejo, por Tony Rivera Chávez
Autor: Tony Rivera Chávez | [email protected]
Desde la historia, en el galopar en los tiempos perdidos, el venezolano común, no ha dejado de jinetear el caballo de la incertidumbre, ante el porvenir que le parece robado por la ambición de sus “conductores”, verdaderos genios para mantenerlo en un fanatismo demagógico desde donde le ha sido fácil guiarlo a través de los fracasos en un Manual de Procedimientos para una óptima explotación de sus músculos templados en el hambre que solo la mitiga a través del oportunismo ausente de la lógica necesaria para conocerla y dominarla. El trabajo, no fue, la enseñanza necesaria para el recorrido pacifico civilista hacia el progreso y la creación de una conciencia ciudadana con criterios propios; por el contrario, desde la práctica de un montanismo: oligarca, esclavista y feudal, como herencia ancestral se acostumbró al culto al “hombre político” y como degeneración de ello al militarismo como expresión fraudulenta de los valores patrios.
Unas veces, sobre la montura de un Páez, ordinario y veguero, otras desde los educados desde las comodidades de la oligarquía feudal pero siempre dependiente del burócrata administrador que desde el gobierno en uso de las riquezas minerales, naturales o ajenas se adueñó de los recursos necesarios para dominar al pendejo que como artista de circo, a veces, le resulta extraordinario galopar sobre las dos bestias a la vez demostrando habilidad para el oficio eterno que desempeña en su triste sobrevivencia»
La hipocresía es entonces bandera para el aprovechamiento del gasto público nada suficiente pero si necesario para desde ese aliento elevar consignas para aupar a sus propios verdugos por la generosa “ayuda” recibida con los dineros faltantes a la hora de sacar las cuentas del saldo negativo de la industrialización y el desarrollo económico.
Así mismo, cuando la caravana del subdesarrollo pierde el paso, ese mismo Poder, utiliza entonces el fuego a discreción sobre los descarriados para recordarles que el monopolio de la violencia es de la clase dominante que no ha cesado de mandar en esta tierra de desgracias donde todo se reparte bajo el sello de una democracia que tímidamente se hace tendencia de cuando en vez cuando florece el civilismo. Esta manera de gobernar seudo-civil se mantiene asediada por los espíritus burlones del cuento de cuartel “bolivariano” que por flojeras o conveniencias le dan respiro a los civiles y sus métodos para luego a mediano plazo recogerlo con la aplicación del “palo patriótico” tantas veces utilizado para recoger en el redil a quienes pretenden libertad sin alcabalas.
De cuando en vez si el descaro se desborda, los poderosos, recurrirán a colocarle velos a los problemas para esconder la realidad con el sonido de los tambores para el renacer en batallas para defender soberanía, patriotismo y autonomía ante los cambios del medio ambiente universal desde donde nos observan como perdidos en tiempos y espacios, sin avisos y protestas, cosas que nos hacen aún más alejados del mundo civilizado actual que nos llama hacia procesos colectivos de transformación ciudadana para la ubicación en etapas manejables para su redención lo cual pasa por ajustarse a los mecanismos de la diversidad de criterios y elevación hacia una mejor forma de vida que no solo le sirva para el disfrute de la Economía global y sus bondades a través del mercado sino por la adquisición permanente y sostenida de una conciencia ciudadana inteligente para hacerse impermeable a los totalitarismos, el egoísmo y la corrupción.
Este tiempo de malas horas será para domar el equino de los sueños para cruzar la meta de la racionalidad desde el producto de sus esfuerzos dejando atrás esa pérdida constante desde donde se pueda decir: “regalado se murió” y consolidarnos en un esfuerzo general hacia la realidad a la cual le huimos pero que nos ahoga por dentro y por fuera pidiendo rectificación. Solo nos salvará en el porvenir una conciencia ciudadana organizada, construyámosla.
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