Dos caras, la misma moneda, por Bruno Gallo
Autor: Bruno Gallo @BrunoVGallo
Sigue sobre la mesa un modelo de resolución de conflictos que parece inventado por una especie de aniquilador, subyace en él la idea de que aplastar al oponente traerá la anhelada paz, tranquilidad y prosperidad.
Si el Gobierno aplasta a la oposición golpista y fascista, si se proclama “mayoría electoral” con subterfugios y triquiñuelas, con chantaje y autoritarismo, habrá triunfado la paz. Por eso, utiliza el sufragio como emboscada, adelanta elecciones, viola la norma, acorta los lapsos constitucionales y legales, evita que el contrincante se recomponga y llegue a acuerdos unitarios, utiliza los alimentos y un carnet, financiados con el menguado erario público, como el más perverso mecanismo de chantaje y control social. El fin justifica los medios. Aplastar al otro, imponer la dictadura del proletariado, traerá la Paz.
Pero en la oposición, mutatis mutandis, también subyace la idea de aplastar al otro. Sacarlo del poder, extirparlo como un cáncer. La lista de desmanes de quienes han gobernado durante 19 años, destruido el país, enviado a la diáspora millones de venezolanos, no parece argumentar en favor de un cambio de rumbo y de gobierno, sino avalar una especie de amputación quirúrgica de la República, aplastar al chavismo. ¿Acaso, las elecciones generales adelantadas, que un sector opositor exigía, durante las manifestaciones del año 2017, no es la imagen especular de la megaelecciones del binomio Maduro-Diosdado?
En el momento de debilidad del otro se esgrimen las elecciones como garrote. Extraña manera de concebir el sufragio y la democracia.
Unos delirantes, sueñan con Megaelecciones o Elecciones Generales, para aplastar al otro, quitarles todo espacio bajo el sol. El desconocimiento del otro, puede disfrazarse de sufragio, violentando la Constitución, las leyes y la elemental racionalidad, que nos permite convivir con diferentes visiones.
La vía electoral no puede ser para aniquilar al otro, sino para recomponer el pacto social.
El equilibrio precario de dos fuerzas políticas cuyo control del campo de batalla parece fluctuar, unas veces el chavismo en alza y la oposición dispersa, otras veces la oposición arrinconando al Gobierno, puede mantenerse por mucho tiempo, mientras la depauperación y el colapso siguen su rumbo.
Urge negociar bajo otra óptica, Reconstitucionalizar y reinstitucionalizar al país. Controlar los demonios de la arbitrariedad y los desvaríos que aspiran la rendición incondicional del otro, la aniquilación física o electoral del oponente. Urge trabajar por la unidad y reconciliación nacional. La única capitulación debe ser la de proyectos hegemónicos que aspiren la destrucción del diferente y la amputación de la República.
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