28 de julio: libertad o tiranía, por Freddy Núñez
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Venezuela está hoy de pie, en lucha cívica por conquistar su futuro. Es irreversible su decisión de cambio. El 28 de julio pondrá fin a una tragedia iniciada hace 25 años. Maduro no puede exhibir ante el electorado obra alguna, ha sido un fracaso estruendoso en todos los órdenes, una gestión cuyas características son la pobreza, la violencia, la violación de la constitución y leyes de la república y casi 8 millones de compatriotas en el exterior.
Años de mentiras, de corrupción, de atropellos a los derechos ciudadanos incluyendo prisiones ilegales, torturas y muerte, terminarán. Lo que ocurre en Venezuela no tiene precedentes, hay una verdadera insurrección cívica, y el régimen lo sabe.
La unidad nacional es una realidad y el esfuerzo realizado por María Corina Machado en su marcha nacional permanente, ha dado como resultado el renacer de una esperanza que habrá de traducirse en una avalancha de votos a favor de Edmundo González Urrutia.
La historia le asignará su verdadero lugar a los mercenarios que desconociendo la voluntad popular se prestaron a ser comparsas de Maduro
Estimo que con apuro Maduro obtendrá un 20% de los votos y cuidado si menos, puesto que su capacidad de chantaje a través de los clap y otros mendrugos ya no tiene el mismo efecto, la gente se pregunta ¿Si todos los años ofrece lo mismo y no cumple, porque va a cumplir ahora? No se puede engañar a un pueblo toda la vida.
Ya no hay vuelta atrás y el régimen lo sabe. Apelan en consecuencia a la amenaza reiterada, a la siembra de miedo, de terror. El 5 de julio lo convierten en un circo deplorable donde equiparan a Bolívar con el bellaco de Chávez, y buscando valor en el miedo, afirman que no entregaran el poder. Los altos mandos militares violan el artículo 328 de la constitución y poco les importa darle la espalda al país.
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Pero ellos no representan la institución armada en cuyos componentes tanto oficiales como soldados son víctimas también de la tragedia nacional y entienden la necesidad de crear un país de progreso, de unidad, que salga del foso para convertirse en un país próspero, democrático, que genere confianza en el mundo y estimule la inversión nacional y extranjera.
El menú de opciones del régimen para impedir las elecciones o fraguar un fraude, va mermando en la medida en que avanza el convencimiento nacional de que estamos ante la enorme responsabilidad de elegir entre la libertad y la tiranía.
Y para ello es demasiado importante votar y defender el voto, que no haya un resquicio por donde pueda colarse el más mínimo intento de desconocer la realidad de las mesas electorales. A la hora de cerrar lo que será una jornada de civismo épico, el sello de la victoria será el pueblo en la calle con sus líderes al frente.
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