El horizonte de Mujica y Sanguinetti, por Marino J. González R.

La lectura del libro me reconfortó. En la situación actual, con la polarización extrema que se extiende por el mundo, las conversaciones fueron demostración de que es posible coincidir en la búsqueda de espacios comunes. Se trata del recuento de las seis conversaciones que sostuvieron Pepe Mujica y Julio María Sanguinetti en 2022.
El libro es una rareza, al menos en el contexto de América Latina. Dos políticos influyentes de una de las pocas democracias plenas de la región. Ambos expresidentes de Uruguay y con una extraordinaria experiencia política. Fueron invitados por los periodistas Alejandro Ferreiro y Gabriel Pereyra para conversar «sin ruido» en la sede de la editorial Penguin Random House en Montevideo. Las seis conversaciones se realizaron entre el 28 de junio y el 30 de agosto de 2022. El título del libro, publicado a finales del mismo año, es: «El horizonte: Conversaciones sin ruido entre Sanguinetti y Mujica».
El libro ofrece un testimonio casi único de cuatro lecciones de especial valor, especialmente en las actuales condiciones. La primera lección es que es posible conversar en profundidad con aquellos que vienen de experiencias políticas diferentes. En la actualidad, las conversaciones entre líderes de diferentes partidos, o entre líderes que están en el gobierno y en la oposición, son absolutamente infrecuentes. La noticia, muchas veces extraordinaria, es que se produzcan esas conversaciones.
Mujica y Sanguinetti no pueden haber tenido más diferencias en sus carreras políticas. Sin embargo, es suficiente la lectura de las conversaciones para entender que había más coincidencias que diferencias. Y se puede detectar que ambos disfrutaban a plenitud la experiencia de dialogar.
La segunda lección es la amplitud que puede tener el diálogo. En las conversaciones, Sanguinetti y Mujica revisan todos los temas posibles, los que fueron sugeridos por los periodistas que llevaban las sesiones, y aquellos que surgían en el intercambio. Repasaron desde sus historias personales y familiares, la relación con sus compañeras de toda la vida (Marta y Lucía), hasta los entretelones de sus carreras políticas y en el gobierno, pasando por sus opiniones sobre múltiples temas como el fútbol, la vida cotidiana del Uruguay, la historia, las maneras de ser. En las conversaciones se pueden apreciar los detalles que cada uno traía a la mesa, y que servían para identificar matices y pareceres.
En el examen de las opiniones de cada uno se expresa una tercera lección. Esta lección se refiere a la secuencia, casi sistemática, para esbozar opiniones que pueden ser enlazadas con un propósito práctico. No por azar ambos tuvieron que desarrollar esta aptitud para alcanzar el poder en un contexto democrático. Para ello se requiere identificar el sentido práctico de las ideas, la posibilidad de aplicarlas y valorarlas. En el desarrollo de las conversaciones queda manifiesta una especie de tejido de vínculos de ideas que solo puede alcanzarse cuando el diálogo lleva detrás un gran cúmulo de experiencias.
En la última conversación se plantea desde el principio el tema de la seguridad social. No hay tema de políticas públicas que tenga mayor capacidad de combinar el corto plazo con el largo plazo, las decisiones de hoy con las consecuencias para las próximas generaciones. Y es allí cuando se puede apreciar la cuarta lección que nos ofrecen Mujica y Sanguinetti.
Se trata de que en la construcción de horizontes para los países es fundamental construir acuerdos. Sanguinetti lo expresa cuando dice: «Y ya a esta altura creo que hay poco margen para la demagogia, porque todos, todos en todo el espectro político, hemos aceptado que hay que seguir modificando esto (la seguridad social)». Mujica lo caracteriza de la siguiente manera: «…si queremos ser solidarios dentro de veinte o veinticinco años, habría que empezar a hacer un tipo de inversión que necesitaría un acuerdo nacional, que los gobiernos de paso no le puedan echar mano, para que eso vaya produciendo una riqueza que a posteriori se pueda repartir». Sanguinetti y Mujica coincidieron plenamente en uno de los aspectos más críticos para el horizonte de los países.
Al final de esta última conversación, se pregunta a cada uno de ellos sobre cómo le gustaría ser recordado. Sanguinetti respondió que le gustaría ser recordado como «un servidor leal de la República». Y de manera espontánea agregó: «… le reconozco (a Mujica) que cuando nos tocó, a mí la responsabilidad de conducir el país, después de eso encontré en Mujica un hombre que apostó a la paz y nunca a la venganza. Punto».
Por su parte Mujica expresó: «A mí lo que me preocupa es cuando me muera, que quede gente que siga luchando por cosas pendientes, intentando que la sociedad sea un poco más justa». Las conversaciones entre Mujica y Sanguinetti son una buena guía para promover esta sociedad más justa.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).
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