60 familias del sector Santo Niño de Petare están en riesgo de perder sus viviendas
Los vecinos de Santo Niño solicitan a la Alcaldía de Sucre y al gobernador Héctor Rodríguez que se aboquen a buscar una solución a estas 60 familias en riesgo, “antes que ocurra una tragedia”
Desde hace cinco años, en el sector Santo Niño ubicado en Petare (municipio Sucre, estado Miranda) han visto cómo sus casas se han ido deteriorando y deslizando por un problema que ni Protección Civil o los bomberos han podido identificar.
Ahora, estas familias repartidas en las calles de El Encantado, El Campito y Los Mangos están en riesgo de perder sus viviendas debido a los continuos deslizamientos de tierra producto de las lluvias. Siete de ellos han tenido que desalojar sus casas y viven arrimados con otros vecinos mientras esperan por una promesa de la Gobernación de Miranda para ser reubicados.
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Jairo Perozo tiene más de 20 años viviendo en Santo Niño, pero desde hace cinco años ha tenido que ver el deterioro progresivo de su casa, ubicada en la calle Los Mangos. Lo que empezó como humedad y filtraciones se transformó en grietas que recorren las paredes de la sala y varios cuartos.
Además la casa que compartían cuatro adultos y dos niños se desplazó unos metros, lo que obligó al desalojo por seguridad. Ahora solo Perozo se mantiene en la casa por las noches, mientras que el resto de su familia permanece en la casa de otros vecinos unas calles más arriba.
“Aquí vino Protección Civil, los bomberos y no nos saben decir nada. Si es una filtración, una tubería o que el terreno no era habitable”, señala Perozo, quien trabaja como vigilante.
Hace tres meses, un funcionario de la Gobernación de Miranda fue hasta el sector para conversar con los vecinos y les prometieron a los afectados ser reubicados en unos apartamentos ubicados en Guarenas. Desde entonces, cuenta Perozo, no han visto más al hombre y la reubicación se quedó en eso, una promesa.
La misma situación padece Carmen Morgado, una de las primeras vecinas que tuvo que desalojar completamente su casa hace cuatro meses por recomendación de Protección Civil. En las noches se queda una de sus hijas para cuidar la vivienda, que prácticamente no tiene piso en el recibidor y la sala, para evitar que las pocas pertenencias que le restan sean robadas por delincuentes.
Gloria Ariza, la madre de Morgado, señala que hace 45 años compró el terreno y poco a poco construyó la vivienda, que cedió a su hija. Desde el desalojo, toda la familia se separó y viven repartidos en tres casas, dos de vecinos y unas habitaciones que alquiló. “Perdimos la paz, la tranquilidad”, dice Ariza, de 80 años.
Solidaridad ante la tragedia
Lo que sí abunda en el sector Santo Niño es la solidaridad. Los vecinos han cedido parte de sus viviendas a los que tuvieron que desalojar o le han prestado espacios dentro de sus cuartos para que guarden sus enseres.
“El peligro que se siente es que puede ser cualquier casa, por eso tenemos que salir a ayudarnos unos con otros”, explica Virgilio Medina. La vivienda que hace esquina con su casa era la de Esperanza Hernández y se desplomó el domingo 3 de noviembre con las lluvias.
En su caso, Medina detalla que al igual que el resto de los habitantes de Santo Niño, el piso se comenzó a agrietar desde hace cinco años. A pesar de rehacerlo de nuevo, las grietas aparecieron otra vez al poco tiempo. Ahora su preocupación es que la humedad haga colapsar alguna de las paredes de su casa.
Isidra Vargas también sabe lo que es la solidaridad de sus vecinos. Desde hace 43 años vive en el sector y hace tres meses se quedó sola, pues su esposo falleció. El martes 5 de noviembre escuchó como la casa de su vecina se derrumbaba poco a poco durante un aguacero.
“Requerimos soluciones”, atina a decir Vargas mientras varios hombres de la comunidad van derrumbando poco a poco lo que queda de la casa de Ana Flor Vergel, ante el peligro de que colapse y dañe otras viviendas en Santo Niño.
Esto también lo piden Irene Castillo y Jonathan Serrano, cuya vivienda está ubicada en la calle El Campito. La pareja tuvo que desalojar la habitación de su hijo mayor y la sala de la casa debido a las grietas y el suelo levantando por la filtración del agua.
“Nosotros vamos a Misión Vivienda y Habitat en Guarenas cada 15 días y la respuesta que nos dan es que ‘no tenemos vivienda, no tenemos respuesta todavía’. Nosotros hemos ido hasta Miraflores, allá nos asignaron un código para la Misión pero nada”, relata Castillo.
A las familias les ofrecieron irse a un refugio en Caño Amarillo, pero “nosotros no queremos refugio, nosotros queremos una vivienda. No vamos a irnos así”, asegura Castillo mientras un corte eléctrico la interrumpe. “Esto es todos los días y con las lluvias se agrava. Podemos estar hasta tres días sin luz, ya perdimos una nevera y otras cosas por los bajones”.
Los vecinos solicitan a la Alcaldía de Sucre y al gobernador Héctor Rodríguez que se aboquen a buscar una solución a estas 60 familias en riesgo, “antes que ocurra una tragedia”.