Fracacidio, por Teodoro Petkoff
Este gobierno no había recibido hasta ahora un trancazo político tan duro como el que ha cogido con lo del cierre de RCTV. Ha perdido en toda la línea. Adentro y afuera. Su respuesta de calle fue patética. Los centenares de autobuses de siempre, las decenas de miles de empleados públicos obligados a asistir, so pena de despido, y el disco rayado de un discurso camorrero y bravucón que, sin embargo, esta vez contenía una novedad: la última pepera ideológica del Presidente, Antonio Gramsci –cuyo pensamiento antiautoritario, desde la izquierda, dicho sea de pasada, es la negación de todo lo que Chávez representa.
Pero, ¿es casual la cita de Gramsci? Para nada. Chávez, que daba por descontada la reacción de la derecha mundial, ha sido sorprendido por la de los sectores progresistas. Por eso, entonces, menciona a Gramsci; su última tentativa de estafa intelectual. Se dirige a la izquierda mundial queriendo hacerse pasar por gramsciano. “Fíjense, yo soy moderno; lo mío no es Stalin sino Gramsci”. Vano intento. Nunca pensó que en el mundo de hoy cerrar un canal de televisión iba a generar tanto rechazo en todos los ámbitos del espectro político. Porque el atropello ha puesto al desnudo una concepción de gobierno incompatible con la democracia. El cierre de RCTV no ha planteado, ni aquí ni afuera, ningún debate sobre monopolios mediáticos ni sobre la calidad de la televisión. Lo que la gente protesta, aquí y afuera, es el autoritarismo, el abuso de poder, la prepotencia, la limitación a las libertades democráticas. Lula clavó en la picota a Chávez: “en democracia el único juez de los medios es el pueblo”. Porque para la izquierda moderna la democracia no es un valor instrumental sino sustantivo.
El pelón de bola de Chávez ha sido tan gigantesco que hasta dentro del chavismo se han alzado voces que reclaman atención para el fenómeno de la movilización ciudadana, en particular la de los estudiantes, así como un tratamiento democrático de ella. La visita de los diputados Ismael García y Ricardo Gutiérrez a los estudiantes, el viernes pasado, que llevó a otros diputados del ex MVR a acercarse también a la UCAB, contrasta con la guapetonería de Chávez. Hubo allí una tentativa de superar la polarización y la incomunicación. Como contrastó también con las de los muñecos de ventrílocuo la breve declaración de Rangel valorando el fenómeno estudiantil y la necesidad de diálogo con los estudiantes. Estas conductas evidencian un matiz significativo frente a la intolerancia brutal del “contraataque” propuesto por Yo-El-Supremo, que se cierra frente a toda posibilidad de respeto por la opinión ajena. Por supuesto que lo que prevalecerá en la conducta del gobierno es la orientación del capo. Este carece de voluntad política para el diálogo. Pero que en medio de este conflicto haya habido chavistas disintiendo (sinceramente o no, eso es irrelevante) de la postura enfermizamente polarizadora y confrontacional del capo revela que el viejo truco del “golpismo” y el “magnicidio”, para abroquelar a los suyos, ya está demasiado desgastado. El sexto motor del “socialismo XXI”, Chacumbele, está a millón.