6D, ¿y ahora qué?, por Rafael A. Sanabria M.

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En las elecciones del 6 de diciembre, la número 25 del último tramo del acontecer nacional, la abstención ocupó el primer puesto. Ya tenemos el listado de diputados que se instalarán. Lo más importante de estas elecciones parlamentarias son las reflexiones que dejan para todos en el país.
Es una perogrullada decir que la situación del país anda muy mal desde hace un buen rato. El Gobierno atribuye todo el malestar a la guerra económica. La oposición, por el contrario, se lo endilga todo a la mala práctica política de los gobernantes.
Por el lado del Gobierno deben revisarse ellos mismos. La mayoría de sus seguidores optó votar por otra opción antes que por el Psuv, como era usual. Es un mensaje claro pues hay fuerte disidencia en el partido más importante de la revolución. Perdieron espacios donde antes estaban “más que sobrados”.
Analistas aseguran, tomando la voz de la calle, que muchos seguidores del chavismo —pero disidentes del Psuv— habían pensado no asistir a los comicios, pero a media mañana del domingo 6 salieron a votar, no por votar en favor del Gobierno, sino en contra del “coco” de una oposición a ultranza, que en esos momentos se presentaba triunfalmente, generando más actividad en contra de ellos que en su propio favor.
Para los chavistas disidentes ha sido un renacer de su identidad que podría llegar a convertirse en una tercera opción, con lo cual comenzaría a cambiar el mapa político nacional. Como expresara uno de ellos esa noche: “Voté por la democracia y la revolución, pero no por la cleptocracia roja”.
Contando con una maquinaria fuerte y aceitada (eso lo hacen realmente bien) no se justifican los números obtenidos por el Psuv. Ese aparato movió a los chavistas que, en su mayoría rechazan las prácticas del Psuv, pero le temen aun más a la oposición. El Psuv había sido el partido “de la unión” creado por Chávez, quien dijo que era indisoluble, ¿será que el Psuv se está desintegrando?
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El sector de la oposición que participó en las elecciones debe reconocer la importancia de la unidad. Mientras actúen de manera individualista y generen innecesario temor en una parte importante de la población, seguirán obteniendo los resultados que hemos visto. En 2015 sí fueron a elecciones de manera unificada y obtuvieron aventajados resultados. Habrá que preguntarse, más allá de si no se cree en el CNE, ¿por qué se dio aquella victoria?
La gran mayoría de la población no fue a los comicios, en parte porque eran solo legislativas y porque hubo un masivo no-voto deliberado. Fue una mayoría que se decidió por la abstención. Por el vacío. Por un reiterado cero. Obtuvo un número muy alto que luego se desecha, se borra. Esta (in)acción tiene una connotación simbólica y es también un escalón para un más allá. Es (podría ser) punto de partida para posteriormente mover otros resortes, otras instancias. ¿Cuáles son? ¿Se está plenamente consciente de ellas?
La abstención es el callado grito de la víctima, del sometido sin esperanzas. Como el suicida que comete tal acto para generar problemas de conciencia en su pareja. Es la venganza del perdedor. De quien ha decidido tozudamente que no tiene más opción sin atreverse a revisar sus propios métodos y sus opciones reales. De quien se cree perfecto y por eso no sujeto a cambio.
El suicidio, la abstención, la autoinmolación son métodos de quien se considera víctima sin posibilidad de ganar.
En la política real, acá y ahora, la abstención intenta fijar una plataforma para el desconocimiento, no de grandes poderes externos —que no lo necesitan porque saben exactamente qué quieren y les conviene— sino lograr el real desconocimiento interno e íntimo del país. En eso han fallado, reiteradamente. Además, la abstención no promovió en la población la imagen de ser una opción adulta más que una pose. ¿Se ha expuesto con exactitud a dónde se quiere llegar? ¿Cuál es la meta? ¿En verdad, el remedio vislumbrado no será peor que la enfermedad?
Después del 6D seguimos en las mismas luchas. No se aprovecharon las fuerzas en juego para avanzar, ni un poco. En cambio, existe una nueva Asamblea por instalarse el 5 de enero de 2021. Una de las premisas enarboladas fue “el rescate”. Y lo lograron. El triunfo estuvo de ese lado. El tiempo dirá si de verdad volveremos a la tranquilidad o seguiremos inmersos en conflictos.
El Gobierno no tiene excusas para que no mejore el panorama en todos los órdenes. Al país le toca aprovechar el tenue cambio sucedido en su favor. Solo nos queda refugiarnos en la fe y seguir, como niños, cultivando la esperanza.
Rafael Sanabria es Profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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