Jesús «Chúo» Torrealba: Los partidos deben tener dirección colectiva
El secretario Ejecutivo de la Mesa de Unidad asegura que el partido debe transformarse en una unidad de propósitos
Autor: Esperanza Márquez
-¿En 2016 la dirigencia política lo hizo mal?
-En el año 2016 se vio que el pueblo opositor está muy por encima de sus dirigentes, lo digo no solamente por lo mal que lo hizo la dirigencia, sino por lo bien que lo hicieron los ciudadanos que fueron convocados a firmar y firmaron en tiempo récord, a validar esas firmas, una epopeya cívica de coraje a pesar de los obstáculos que el Gobierno puso. El pueblo fue convocado a jornadas como la toma de Caracas y la de Venezuela y la asistencia fue masiva. El pueblo hizo todo lo que se le pidió que hiciera.
-¿Qué hizo la clase política?
-Hizo un alto con la dinámica de éxitos que llevábamos en todo el año 2015. Veníamos de finales de 2014 cuando estuvo a punto de fracturarse la Unidad y un hombre de tantos recursos, de tanta inteligencia política, emocional, como don Ramón Guillermo Aveledo no tuvo otro camino que tomar la decisión de su renuncia en un acto público cuando nadie se lo esperaba, un gesto que fue un grito desesperado y que mostró al país que había, prácticamente, una hecatombe en la Unidad. Yo fui llamado para atender esa crisis, fue conjurada y luego en 2015 con una dirección colectiva y con un propósito común hicimos todo lo que había que hacer para lograr lo que parecía imposible: derrotar electoralmente con sus normas y su CNE al régimen de Maduro. La victoria más importante en 17 años pero que luego, inmediatamente, ese proceso de logros se para.
-¿Por qué?
-Porque mucha gente creyó a partir de esa victoria que el mandado estaba hecho, que los mangos estaban bajitos, que lo que faltaba era darle al Gobierno un soplido para que se cayera y que era la hora de caerse a golpes entre ellos para determinar quién sucedía a Maduro en el poder. Durante el 2016 no tuvimos ni la dirección colectiva que sí tuvimos en el 2015 ni unidad de propósito. Pero el país se metió de lleno en el Referéndum Revocatorio. Lo endeble de ese acuerdo se hace de manifiesto cuando ocurre lo que estaba perfectamente previsto que ocurriera y era que el Gobierno arrebatara, bloqueara, el RR. Cuando esto sucede, la oposición se queda sin estrategia. La verdad verdadera es que no existía un diseño alternativo al arrebato.
-¿No tenían Plan B?
-No. La oposición se queda sin estrategia común, teníamos «ocurrencias»: la marcha a Miraflores, el juicio político y el abandono del cargo. La marcha a Miraflores fue anunciada encima de la tarima de un camión en plena concentración del 26 de octubre sin que eso se hubiese discutido ni aprobado previamente por la MUD, lo dijeron algunos dirigentes para luego tener que recogerlo y fueron tan desordenados al decirlo como amorosos al recogerlo.
-Mucha gente se quedó frustrada por la suspensión de aquella marcha.
-Tuvo un altísimo costo porque mucha gente pensó que si eso era convocado no por cualquiera, sino por personas que han sido candidatos presidenciales, era porque iba en serio y si se desmantelaba era porque le estaban perdonando la vida a Maduro. De ahí viene la leyenda de que la oposición le puso una bombona de oxígeno al gobierno.
-Ahora puede decir la verdad verdadera.
-Que la marcha a Miraflores nunca fue un plan político de la oposición.
-El juicio político también entusiasmó a muchos venezolanos. ¿Qué pasó?
-Que se esgrimió como bandera retórica a pesar de que todo el mundo sabía que en la Constitución no existe el juicio político y que lo único que se puede hacer desde la Asamblea Nacional es la evaluación de la responsabilidad política del Presidente para que eso lo decida, eventualmente, el Contralor General o la señora Fiscal General, o Tarek Williams Saab.
-¿Después de todos estos descalabros, qué hay que hacer?
-Hay que hacer, con humildad, el balance de 2016 y reconocer que fue el año en que el pueblo opositor estuvo muy por encima de sus dirigentes. En segundo lugar, hay que reestructurar la MUD; no solamente un cambio facial, un cambio gatopardiano que todo parezca que cambie para que no cambie nada.
-¿Cómo se reestructura la MUD?
-Hay que transformarse en una unidad de propósitos y hasta ahora aquí nadie le ha dicho a este país cuál es el proyecto de reconstrucción nacional que vamos a adelantar ni cómo va a ser el gobierno de unidad nacional que vamos a promover. El propósito hay que definirlo y debatirlo, proponérselo y vendérselo al país. Hay que fortalecer a los partidos, tienen que ser direcciones colectivas que respondan a una estrategia de país. Yo he planteado que la vocería política tiene que ser ejercida por los partidos porque eso los compromete, reduce la posibilidad de que sigan ocurriendo cosas lamentables cuando los partidos aprueban en la Mesa una cosa y luego dirigentes de esos mismos partidos salen en la calle diciendo otra.
-¿Y dónde queda la sociedad civil?
-Hay que construir una relación armoniosa, mutuamente respetuosa, permanente entre liderazgo político y sociedad civil. La oposición tiene un extraño síndrome del tema unitario, cuando está derrotada se une, pero cuando estamos ganando nos dividimos porque entonces cada quien trata de desprenderse del grupo para estar en mejor posición a la hora de cobrar la victoria. Por eso digo que ante la cercanía de la victoria, a algunos se les abren las agallas y se le cierran las neuronas, la gente se pone agallúa y bruta.
-Eso es inmadurez política.
-Por un lado, y escasa formación política. Hay una escasa comprensión de la profundidad de lo que se está jugando porque piensan que es un cambio de elenco.
-Con sinceridad. ¿Estamos llegando al final de esto?
-Estamos en los estertores de una hegemonía ya claramente decadente, pero para eso hay que tener muy claro, como lo tuvimos en el 2015, como no lo tuvimos en el 2016, cuál es el camino que podemos transitar todos.
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