Una entrevista «Al ritmo de Gerry Weil»
En pocos días presenta el libro que recoge su biografía, escrito por la periodista Cristina Raffalli
Autor: Valentina Rodríguez Rodríguez
“Se me olvidó cancelar la clase”, dice Gerry Weil al abrir la puerta de su casa. La situación le es incómoda, pero no se muestra molesto. Sonríe. “No importa, vamos”, resuelve e invita a entrar. Decide atender ambas cosas en simultáneo: la entrevista y su clase de los martes a las 5:30 pm.
En pocos días presenta el libro que recoge su biografía, «Al ritmo de Gerry Weil. Conversaciones con el maestro», escrito por la periodista Cristina Raffalli, editado por la Fundación para la Cultura Urbana y Guataca Producciones. El evento será parte del cierre de la IV edición del Festival Caracas en Contratiempo. Conocer los detalles de la publicación es el motivo de la visita al músico.
En la habitación donde imparte clases, que también es el lugar donde crea, trabaja y están sus premios, fotos, afiches, medallas, discos y libros; ubica al alumno en el piano. Sobre el instrumento hay un libro de Bach y en la pata izquierda dos pares de cholas de plástico. Del techo caen dos lágrimas pequeñas de cristal rosado. Luego da unos pasos y se sienta en una poltrona vieja, pero de aspecto confortable. Se acomoda para el cuestionario.
Raffalli aún no llega al encuentro acordado para las 5:00 pm. Una falla en la línea 1 del Metro de Caracas complica el tránsito en la ciudad. El servicio presenta un fuerte retraso desde la mañana. Para no seguir postergando la cita el jazzista decide comenzar sin la escritora. Pero antes, con cara de complicidad, consulta: “¿No importa si hay música?”. La respuesta lo complace. Vuelve la mirada hacia Hans, el estudiante, y le indica:
-GW: Me perdonas, ¿Te importaría calentar un poquito mientras me hacen una entrevista?
-Hans: Para nada, para nada.
-GW: ¿No te molestas?
-Hans: No, no…
-GW: Te prometo que todas las futuras clases…
-Hans: A mí me molestan son las notas esas…
-GW: ¿Cuáles?
-Hans: …las que…
-GW: ¿Las que no te salen?
-Hans: …cuando no leo partitura.
-GW: ¡Vaya pues! Esta es tu última clase antes de las vacaciones. La de hoy va a ser un poco accidentada, perdóname esa. Yo te quería llamar y suspenderla, pero se me olvidó.
-Hans: No importa.
“Vamos a tener fondo musical”, indica frente al grabador. Regresa la mirada al piano y pide: “Toca una cosa bonita, que a ti te guste, que suene bien; para que quedes bien”. Con la melodía llega la primera pregunta.
“Una de mis metas principales es entusiasmar al alumno y crear en él un amor y una pasión por la música que no se le quite nunca, que nunca la pierda”, afirma en la publicación, que recoge en 10 capítulos la vida, obra y reflexiones del maestro austríaco-venezolano. Desde hace cinco décadas Weil imparte clases. Por su estudio han pasado: Luis Perdomo, Aquiles Báez, Ilan Chester, Yordano, Evio Di Marzo y Horacio Blanco, entre otros.
-TC: ¿Se le hizo fácil contar su vida, recordar su vida?
-GW: Era difícil lo que no recordaba. Era fácil lo que recordaba (risas). Cristina dice en el libro y en las entrevistas que hay momentos que no recuerdo, pero que lo que recuerdo lo expreso con una claridad y con una precisión que ella admira mucho; porque es muy organizado, centrado, no confuso. Pero, lo que no recuerdo, no lo recuerdo.
Termina de responder y se dirige nuevamente a Hans: “¡Oye te está saliendo mejor! Suena mucho mejor. Bellísimo. Se ordena la melodía ahora. Tócala otra vez, por favor”. El joven interpreta un tema de la película «Cinema Paradiso», de Giuseppe Tornatore. Oportuno. Entre las cosas que recuerda Weil y cuenta con detalle en el texto está su infancia en la Europa de los años 40.
Con las notas de Ennio Morricone llega Raffalli. Después de saludarla se excusa: “Se me olvidó suspender a este alumno”. La pone al tanto de lo que va de entrevista. Inmediatamente la escritora da su respuesta: “Gerry a veces tenía recuerdos parciales, que había que completarlos con información disponible; por ejemplo, recordaba claramente a todos los integrantes de los grupos que conformó, pero las fechas era imposible. Hubo que hacer un trabajo de postproducción”.
Weil la interrumpe y acota: “Por ejemplo, yo nunca había podido explicar qué era el Guillain-Barré, gracias a las investigaciones de Cristina, leyendo mi biografía entiendo qué es lo que tenía” –dice entre risas–. Se dirige a Raffalli y le recuerda: “Porque tú investigaste eso y lo explicas claramente, hasta yo aprendí”.
-TC: ¿Las entrevistas eran en casa de Raffalli…?
-GW: Empezaron aquí, pero para una cosa más tranquila las continuamos en su casa. Además me gustaba su casa, era un espacio abierto y tenía computadora.
-TC: ¿Usted no tiene computadora?
-GW: Yo no tengo computadora, yo soy un dinosaurio.
Le cambia la expresión del rostro, frunce el ceño, estira los brazos en los posa brazo de la poltrona y deja caer el tronco en el espaldar. Pero el enfado dura poco, se acuerda de algo que le emociona y vuelve la alegría a su rostro: “¡Ah! Me llamó Diego. Hable con él un buen rato”, le informa a Raffali. Esta le contesta: “¡Qué bueno! Me dijo que me iba a mandar su pieza dedicada a ti”. “Me la imprimes, por favor”, pide Weil, cierra el paréntesis y vuelven al cuestionario.
Diego es el hijo de la escritora, alumno de Weil y parte de la inspiración para llevar a cabo el libro. Un noche del 2011 Raffalli relató a la periodista Milagros Socorro el “entusiasmo y emoción” del muchacho al salir de cada clase, de esta conversación surgió la idea de escribir la biografía.
-TC: Llama la atención que las entrevistas para el libro fueran en un espacio ajeno a Weil, que no fueran en su casa, con sus fotos, objetos y memorias.
-GW: Mi casa es donde yo estoy.
-CR: El espacio vital de Gerry es muy preciso, muy nítido. Es impresionante. Él tenía siempre un orden mental que era, prácticamente, el orden de una composición. Este es su espacio de trabajo, su espacio con alumnos, de estudio; creo que salir de aquí le permitía cierta comodidad.
-GW: Totalmente.
Hans termina la pieza y el maestro aplaude. “Me gustó. Ahora Bach”, le indica al joven, que ve clases con él desde febrero. Antes estuvo tres años como autodidacta. “Tiene talento puro, pero necesita tiempo”, explica el músico. El alumno de apellido impronunciable (por cuestiones de dicción), “un nombre netamente de Curiepe”, bromea el jazzista; acaba de terminar el bachillerato. El austríaco-venezolano no es ajeno a la dificultad de comunicar en este terruño un nombre y apellido de otras latitudes, él dejó de ser Gerhard Weilheim para facilitar su presentación.
-TC: ¿Se Parece Gerry Weil a la persona que tenía en mente antes del libro?
-CR: Gerry es una persona con una gran capacidad de comunicar y lo que comunica es muy genuino. Entonces, por una parte no me sorprendía lo que iba encontrando, pero por otra parte el diálogo sostenido me permitió una dimensión de una intimidad, de un tono confesional, que es imposible tener esa percepción en escena. Pero yo no encuentro ninguna incoherencia entre el Gerry que vemos en escena, del que oímos en su música y el que está presente. Veo que hay mucha armonía entre todos. Ninguno me sorprende.
Weil pide otra pausa para atender la clase: “Hans la invención de Bach no debe sonar a la música de Cinema Paradiso. Es mucho más alemán. Si puedes tocarlo con más rigor rítmico y más lento. Te estoy oyendo”. El jazzista vuelve al cuestionario y el estudiante comienza de nuevo.
TC: ¿Cómo fue la metodología de trabajo?
-CR: Fuimos quinquenio por quinquenio, flexiblemente. A veces había años muy intensos, de mucho material importante. En cada periodo de conversación, de modo totalmente natural, salía un tema, un tema que tenía que ver con aspectos filosóficos de la música, o técnicos o sus conclusiones relacionadas con la docencia.
-GW: Yo mezclaba cosas que no tenían que ver, pero Cristina sabiamente las incluyó. Esa es la maravilla de su trabajo. Yo hablaba de todo.
Al ritmo de Gerry Weil… está enfocado en el músico, no se detiene en otras vivencias ni anécdotas, sólo incluye los estudios de karate y surf de Weil, por la incidencia en su carrera. Y antes de cada capítulo revela reflexiones del maestro, sobre la música, el jazz, la vida o la docencia.
–TC: Comienzan a trabajar en el libro sin tener una editorial, ¿En qué momento y cómo llegan a la editorial?
-GW: Hubo un momento en el que pensaba que era muy difícil conseguir quien lo publicara, y me daba pena porque había trabajado muy duro.
-CR: Primero pensé que podía ser una publicación corporativa. Comencé a escribirlo con la idea de entregarlo como un producto listo. Me dije: “alguien lo va a querer”. Cuando estuvo listo, me mudé a París. Después de que me instalé totalmente en mi nueva residencia, conversé con Oscar Marcano (escritor y novelista venezolano). Le dije: “Tengo un libro listo. Es la biografía de Gerry Weil”. Me respondió: “Tú tienes una joya en las manos”. Y luego él se prestó para hacer el puente con la Fundación para la cultura urbana y Guataca. Este libro produjo la alianza entre ambas instituciones. Finalmente creo que es el mejor escenario que pudo tener.
El autor de «Caballito frenao» interrumpe nuevamente. Se levanta y camina hacia el Yamaha y se sienta al piano. Comienza a tocar y en paralelo da la lección: “Hans hay una forma de estudiar que yo llamo piramidal. Agrega una nota más, acentuando siempre la última y entonces vas a descubrir que hay dedos que estaban tocando sin orden tuya, estaban tocando porque estaban en el medio. Debes ponerle atención a todas las notas y a todos los dedos, dándole taca, taca, taqui, ta… taca, taca, taqui, ta… Y si no te sale, lo haces una vez más. Yo he sacado unos pasajes más complicados con la técnica piramidal. Funciona. Hay que hacerle caso. Yo estoy estudiando una de Bach y hay una parte que me que no me sale, y es una nota que no me sale. Pero si tú no lo haces así no vas a descubrir cuál es la nota”.
“Es que me pongo nervioso. Perdón”, se excusa el joven.
Weil regresa a la poltrona y a la entrevista.
-TC: ¿La estructura del libro la acordaron previamente o fue surgiendo con la escritura?
-CR: La estructura del libro fue surgiendo. No hubo varias versiones del libro, fue una sola, varias veces corregida, mejorada. La estructura que tiene el libro nació con ella, porque era la única que me permitía preservar la vos de Gerry a lo largo de todo el tiempo. No quería parafrasearlo, ni el estilo indirecto. Mi objetivo era que la experiencia de conversar con él fuese la experiencia del lector. Omití las preguntas en el libro, pero en las respuesta se deja ver cuál era. Esto creo que le puede dar al lector la sensación de ser él quien está ahí conversando con Gerry.
“¡Qué bonito!, exclama Weil y sonríe.
-TC: También la foto de la portada puede ayudar a lograr esa impresión.
-GW: La foto del Papa.
Raffalli se ríe.
-TC: ¿No le gusta la foto?
-GW: La foto me gusta. Lo que no me gusta es la camisa, parece de cocinero o del Papa.
La imagen de la portada del libro es una instantánea del fotógrafo venezolano Roberto Mata, a quien Raffalli conoce de primera mano, trabajaron juntos durante varios años. “Para tomar esta foto, Roberto se leyó el libro. Él es un gran retratista, pero se quiso preparar más y conseguir que el texto y la foto estuvieran compenetrados. Lo que lees en el libro está en esta mirada”, explica mientras muestra la portada.
El premio Nacional de Música 2008 (el único extranjero que lo ha recibido) revela en el libro que al no ser admitido en un conservatorio en Austria estudió pastelería. “El único diploma que yo tengo es de pastelero. ¡Pero no me agrada eso! Era un trabajo terrible… No, no… terrible”, confiesa en la publicación.
-TC: ¿Le gustaría escribir la biografía de otro músico?
-CR: Me gustaría seguir trabajando con algo relacionado con escribir de la música o sobre los músicos, porque además creo que el lector va a agradecerlo. El venezolano es muy melómano y si le das un poco de información adicional se va a sentir con más herramientas para disfrutar la música desde un sentido un poco más razonado. La información sobre música creo que es momento de que empiece a circular en el país. Me encantaría seguir con esto de darle literatura, contenido a la música.
-GW: También hace falta la crítica, ya no se publica crítica post concierto.
Finaliza la entrevista. También la clase. Weil mira a Hans y lo alaba: “Eres un magnifico musicalizador de entrevistas. ¡Impresionante!”
Raffalli confiesa que nunca quiso asistir a una clase de su hijo con Weil, para no invadir su espacio. Está fascinada con la experiencia. Sabe de la dedicación, pedagogía e importancia que tiene para Weil la docencia, pero no lo había visto en rol.
Hans no había presenciado nunca una entrevista para la prensa.
“Te prometo que es la última vez que tengo una entrevista durante tu clase. En septiembre yo busco una hora extra para reponerte a ti la hora completa”, afirma el maestro con una gran sonrisa, al concluir la cita.
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