9E-Victoria barinesa, por René Parodi
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Los dos bloques, los pesos pesados de la política venezolana, la MUD y el PSUV, se aprestan a una lucha, por primera vez pareja y con una ligera ventaja para el bloque opositor. El escenario, Barinas. Estado natal del conocido como padre de la revolución y considerado por ello la cuna y sagrado altar el proceso.
El 21 de noviembre corona el candidato opositor. El régimen, utiliza sus conocidas maniobras y, apelando su TSJ, declara que el candidato está inhabilitado para el evento y sentencia con una inusitada rapidez que las elecciones se repetirán el 9E.
Las fuerzas se alinean. La MUD se ve reforzada con unos 11.000 votos provenientes de organizaciones alineadas con la Alianza Democrática el 21N. Avanzada Progresista, Fuerza Vecinal y el MAS aportan casi 10.000 otras fuerzas minoritarias el resto. Además, el candidato de la Alianza en las pasadas elecciones se cuadra, siendo un imponderable el arrastre que llegue a tener entre los votantes.
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La coalición liderada por el PSUV, por su parte, apuesta con sus consabidas artimañas a levantar su votación. Presión sobre la población y obsequios desmedidos llueven. La gasolina y el diesel aparecen en escena, otro tanto hacen los regalos. Lavadoras, refrigeradores y otros artefactos, son regalados a montón. Llueven amenazas sobre la suspensión de la ayuda gubernamental si el sufragio no se realiza a favor del régimen.
Adicionalmente, dos candidatos participan. Sin ningún chance de figurar en pizarra, ambos pertenecientes a los conocidos como “alacranes”, pero que se dicen “opositores” –de ”esquiroles” los calificaría alguien– se encuentran prestos a restar votos a la MUD, al igual que lo hiciesen el 21N.
El simbólico candidato del PCV, está inhabilitado. Los rojos no quieren competencia en su campo, por pequeña que esta sea.
De darse condiciones similares al 21N, la victoria se decanta a favor de la oposición. Las cosas quedan así:
Para logar hacerse con la gobernación, el chavismo tiene que intentar alguna, o todas, de las siguientes opciones:
- Convencer a la votación opositora de cambiarse de bando.
- Reducir ostensiblemente la abstención, convenciendo a los nuevos votantes de hacerlo por su propuesta. Si logra reducirla a límites de entre el 20% y el 40%, requiere del 55% al 75% de la nueva votación. Por vez primera, la abstención juega en contra del PSUV.
- Lograr que los “alacranes” incrementen su caudal electoral, en detrimento del respaldo a la MUD.
- De nuevo darle “un palo a la lámpara”.
Este conjunto de posibilidades presenta los siguientes escollos a ser salvados:
- El votante promedio del PSUV es disciplinado y vota cuando tiene que hacerlo. Es creíble que todos, o casi todos, ya sufragó el 21N.
- La abstención promedio, en todos los eventos realizados para elección de gobernador desde el año 2000 es mayor al 40%, lo que hace difícil el que se pueda reducir. En añadidura, todas las encuestas a nivel nacional reflejan un rechazo mayor al 80% a los representantes de los mandatarios. Con una alta posibilidad de ocurrencia la disminución de la abstención aumentará la votación opositora.
- Los votos a favor de los “alacranes” en todo caso deberán disminuir con relación al 21N, debido a la migración del apoyo de agrupaciones que ahora respaldan al candidato de la MUD. En adición se debe volver a mencionar que el candidato del 21N, pasa a respaldar al de la MUD. Siendo su partido, Acción Democrática, el que aporta mayor caudal de votos a la coalición de la Alianza.
- La alternativa de no reconocer los resultados, de nuevo, aparece como poco probable, ya que atenta frontalmente contra la búsqueda de legitimidad por parte de Maduro.
Sin duda alguna la oposición, para hacer realidad la victoria, indispensablemente tiene que apretar las clavijas. Incrementar el descontento, convencer a la población de que el voto es efectivamente secreto y asegurar una verdadera vigilancia en todas las mesas. Corresponde, entonces, al pueblo barinés, en contestación a los derechos de propiedad alegados por el chavismo después de gobernar el estado desde hace ya más de veinte años, hacer suya la copla y replicar como lo hiciere Florentino con el Diablo, en composición de su coterráneo Alberto Arvelo Torreaba, “si usted dice que soy suyo, será que me le he vendío, si me le vendí me paga, porque yo a nadie le fío”.
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