A cinco años del “Reencuentro” con el Prado, por Valentina Rodríguez

X: @valenntinus
El 6 de junio de 2020 el Museo Nacional del Prado abría de nuevo sus puertas –parcialmente– luego de casi tres meses sin recibir visitantes, el periodo de clausura más largo desde la Guerra Civil Española. La emergencia sanitaria provocada por la covid-19 fue la razón para pausar sus actividades presenciales.
La principal pinacoteca española transmitió en Twitter (ahora X) el cierre de su espacio físico, publicaron un video corto que simbolizaba la despedida temporal, a causa del coronavirus: el inicio de su periodo de confinamiento y de su posterior estrategia digital intensificada bajo el lema #PradoContigo.
Los aciertos en el manejo de sus canales digitales y redes sociales ya los he comentado en otras publicaciones, en esta quiero recordar una de sus exposiciones más memorables en lo que va de siglo: «Reencuentro», una propuesta excepcional que permitió «ver el Prado como nunca se había visto y como, probablemente, nunca se volverá a ver», como afirmó Miguel Falomir, director del museo.
La reapertura se produjo en un contexto de restricciones aún vigentes, incluida la limitación de la movilidad entre regiones o comunidades de España.
«Reencuentro» estuvo conformada por 235 obras maestras, distribuidas en 18 salas, con la Galería Central del edificio como columna vertebral del recorrido. En esta propuesta destacó el diálogo visual de los Saturno de Rubens y Goya, que –por primera vez– compartieron sala.
A finales de septiembre de 2020, después de ocho meses varada en España, a pocas horas de tomar un vuelo de repatriación a Venezuela y de ser instalada en un «hotel sanitario», me escapé al museo a ver la muestra: «Tengo que ver las Pinturas negras de Goya, por lo menos el Saturno, una vez más. Después de todo esto», dije.
Saturno devorando a su hijo de Francisco de Goya es una obra maestra no solo por su técnica y composición, también por mostrar su visión sobre el terror, el poder y la decadencia humana; tres cosas que viví muy de cerca hace en aquel incierto, escalofriante y aterrador 2020.
El Museo del Prado hizo un trabajo excepcional durante la pandemia y los meses de confinamiento, en canales digitales y con esta propuesta para el regreso a la presencialidad, que fue un acto de compromiso con la memoria colectiva.
En junio de este año, el museo ofreció una instalación conmemorativa de aquella exposición. Aún se puede ver algo de esta en su página web. Tres meses más tarde, yo celebro los cinco años de mi reencuentro con el Prado y el impulso por seguir buscando belleza y respuestas en el arte, especialmente en momentos convulsos como aquel 2020 y este 2025.
Valentina Rodríguez es licenciada en comunicación social y magíster en arte contemporáneo.
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