Joe Biden estudia medidas legales para obligar a Trump a facilitar la transición
Los republicanos en el Capitolio han sido reacios a presionar al presidente para que admita la derrota, sabiendo que molestaría a su base de seguidores devotos de Trump
El presidente electo de EEUU, Joe Biden, estudia medidas legales para obligar al presidente Donald Trump, quien denuncia un presunto fraude electoral del que no ha mostrado pruebas, a que deje de bloquear y facilite la transición al nuevo gobierno.
Según los medios locales, el equipo de transición del líder demócrata cree que ha llegado el momento de que la Administración de Servicios Generales (GSA) “confirme rápidamente a Joe Biden y Kamala Harris como presidente electo y vicepresidenta electa”, y si se niega a hacerlo, emprender acciones legales para que lo haga, dijo EFE.
La GSA, un organismo que depende del Gobierno y cuya certificación rutinaria del ganador de las elecciones permite al equipo del presidente electo acceder a recursos y a las agencias gubernamentales para preparar la transición, se ha negado a hacerlo ante la insistencia de Trump en no aceptar su derrota electoral.
Procesos judiciales de Trump
Mientras su campaña entabla numerosos procesos judiciales para anular votos o realizar recuentos en algunos estados, Trump ha continuado tuiteando acusaciones infundadas de fraude y ha llegado a decir que ganó las elecciones, pese a que todas las proyecciones de resultados dan la victoria a su oponente.
En las últimas horas llegó a acusar a la farmacéutica Pfizer y a la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA), una agencia gubernamental, de haber retenido a propósito los resultados de la vacuna de la farmacéutica para perjudicarlo en las elecciones.
“Hay una serie de opciones sobre la mesa. La acción legal es ciertamente una posibilidad, pero también hay otras opciones que estamos considerando”, dijo a la cadena de televisión ABC News un miembro del equipo de transición de Biden.
Los congresistas demócratas con jurisdicción sobre la GSA también han reclamado a la administradora de la GSA, Emily Murphy, quien fue nombrada por el presidente Donald Trump en 2017, que deje de bloquear firme la transición.
El representante demócrata Gerry Connolly, miembro del Comité de Supervisión de la Cámara Baja, aseguró a ABC News que Murphy “dirige una agencia no partidista del poder ejecutivo que se supone que facilitará (…) la transición a la administración entrante” y ella “la ha convertido en algo partidista”.
Sin esa certificación, el equipo de transición no puede ponerse en contacto con las agencias de la administración para recibir informes sobre su funcionamiento interno sobre asuntos que van de presupuestos a relaciones con el Congreso o apoyo administrativo.
El equipo de Biden tampoco puede ver información clasificada detallada, enviar representantes para integrarse en las agencias gubernamentales o contar con el apoyo del Departamento de Estado para realizar llamadas con líderes extranjeros.
Renuncia jefe de delitos electorales tras orden para investigar supuesto fraude
El gobierno del presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, sumió el lunes en el caos la transición presidencial. El mandatario bloqueó la colaboración de los miembros del gobierno con el equipo del presidente electo, Joe Biden, mientras que el secretario de Justicia, William Barr, autorizó el lunes 9 de noviembre al Departamento de Justicia a investigar acusaciones sin base de fraude electoral.
Algunos republicanos, incluido el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, apoyaron los esfuerzos de Trump por impugnar los resultados de las elecciones. Pocos en el Partido Republicano reconocieron la victoria de Biden o condenaron otra iniciativa más preocupante de Trump el lunes: su destitución del secretario de Defensa, Mark Esper, destacó AP.
Las noticias pusieron en duda que el país vaya a asistir a un traspaso de poder tranquilo como los que han consolidado su democracia durante años. El Colegio Electoral tenía previsto confirmar oficialmente la victoria de Biden el 14 de diciembre, y el demócrata asumirá el cargo a finales de enero.
Barr autorizó ayer a los fiscales estadounidenses a investigar acusaciones “sustanciales” de irregularidades y fraude electoral, aunque no existen pruebas generalizadas de esa clase de problemas en las elecciones de 2020. De hecho, funcionarios electorales de ambos partidos han declarado públicamente que la votación marchó bien, y también los observadores internacionales confirmaron que no hubo irregularidades graves.
Renuncia el fiscal jefe de delitos electorales de EEUU
Tras la orden del fiscal Barr, el director de delitos electorales del Departamento de Justicia de Estados Unidos, Richard Pilger, renunció el lunes por la noche.
«Habiéndome familiarizado con la nueva norma y sus ramificaciones (…) lamentablemente debo renunciar a mi cargo como director de la División de Crímenes Electorales», anunció Pilger en una comunicación interna filtrada a medios estadounidenses, dijo EFE.
Pilger, además, lamentó que la orden de Barr «deroga una norma de 40 años de no interferencia (federal) en investigaciones de fraude electoral durante el periodo anterior al de certificación de las elecciones».
El abogado de campaña de Biden, Bob Bauer, dijo que el comunicado interno de Barr autorizando las pesquisas “sólo alimentará las ‘afirmaciones engañosas, especulativas, imaginativas o remotas’ que dice combatir”.
Biden siguió adelante con sus preparativos para formar un gobierno, reuniendo un equipo de expertos para afrontar la creciente pandemia. Pero la agencia federal que debe dar luz verde al inicio de la transición demoró hacerlo. Y la Casa Blanca maniobró para expulsar a aquellos considerados como no lo bastante leales, mientras Trump seguía negándose a admitir la derrota.
El presidente se mantuvo alejado de las cámaras en la Casa Blanca mientras continuaba la conversación sobre cómo pasaría los próximos días y semanas al tiempo que impugnaba la voluntad popular. No se esperaba que Trump admitiera la derrota oficialmente, aunque era probable que abandonara reacio la Casa Blanca al final de su mandato, según varias personas de su entorno.
También se especulaba sobre la celebración de más mítines en un intento de mantener motivados a los seguidores de Trump a pesar de la derrota. Era posible que incluyeran la participación de su familia y de importantes aliados, pero no la del presidente.
Algunos colaboradores de Trump creían que la destitución de Esper, el responsable del Pentágono, sería la primera de varias, ya que el presidente ya no tiene que responder de nuevo ante los votantes y está molesto con los miembros del gobierno a los que considera insuficientemente leales. Otros que podrían verse señalados son el director del FBI, Christopher Wray; la directora de la CIA, Gina Haspel, y el doctor Anthony Fauci, experto en enfermedades infecciosas.
El presidente recibió el visto bueno de McConnell para seguir peleando. Muchos republicanos ven al líder republicano en el Senado como el hombre que tendrá que señalar la salida a Trump en algún momento.
“En realidad, nuestras instituciones están diseñadas para esto”, dijo McConnell al abrir la sesión del Senado el lunes. “Tenemos el sistema para considerar las preocupaciones, y el presidente Trump está en pleno derecho de investigar acusaciones de irregularidades y estudiar sus opciones legales”.
Tibios reconocimientos republicanos
Unos pocos senadores republicanos hicieron tibios gestos admitiendo un cambio de gobierno. El senador de Nebraska Ben Sasse felicitó a Biden, y la senadora Susan Collins de Maine mencionó la “aparente victoria” demócrata. Pero muchos congresistas republicanos eran reacios a hablar sobre las elecciones, viendo poco incentivo político a tomar una postura firme sobre la salida de Trump de la Casa Blanca.
Los republicanos en el Capitolio han sido reacios a presionar al presidente para que admita la derrota, sabiendo que molestaría a su base de seguidores devotos de Trump. La mayoría tampoco avivaba abiertamente las afirmaciones sin base del presidente sobre un fraude, aunque no despejaban los cuestionamientos sin pruebas sobre el proceso electoral.
Para aumentar la sensación de incertidumbre, la Administración de Servicios Generales (GSA, por servicios en inglés) demoró el inicio oficial del traspaso de poder, impidiendo que los equipos de Biden accedieran a las agencias federales. Un portavoz de la agencia dijo ayer por la noche que aún no había una “constatación” sobre el ganador de las elecciones.
A casi una semana de su derrota Trump no da señales de aprobar la transición
Asesores del presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, por su parte, siguen avanzando en el proceso de transición, considerando a los candidatos que ocuparán el gabinete de la nueva administración. Sin embargo, dicha transición seguirá estancada hasta que la Administración General de Servicios (GSA), que controla el funcionamiento de las agencias federales y que está bajo las órdenes de Trump, certifique al ganador.
Emily Murphy, la persona designada por el presidente Donald Trump para dirigir dicha agencia, todavía no ha dado luz verde para que comience la transición de poder. Una portavoz de la GSA no ha anunciado tampoco ninguna fecha para esta decisión.
Hasta que no se autorice esta transición, la GSA seguirá proporcionando al equipo de Biden oficinas, ordenadores y verificaciones de antecedentes para certificaciones de seguridad, pero aún no podrán entrar en las agencias federales o acceder a los fondos federales reservados para la transición. La campaña de Biden presionó el domingo a la agencia para dar nuevos pasos.
Trump, sin embargo, no ha mostrado señales de que esté dispuesto a dejar que empiece esta transición y en cambio anunció el fin de semana en un breve comunicado a la prensa que, ante el supuesto fraude de votos, comenzaría a introducir demandas electorales.
*Lea también: Biden promete unidad mientras prepara la transición y los nombramientos
Fuentes de CNN revelaron que los asesores de campaña de Trump están considerando su propia estrategia agresiva, no para enfrentar el coronavirus, que ha matado a más de 237.000 estadounidenses, sino para que el presidente posiblemente realice manifestaciones para reforzar sus afirmaciones de que le robaron un segundo mandato.
Pese a que Trump se resiste a reconocer la derrota, algunos dentro de su círculo íntimo, según había informado CNN días atrás, como Jared Kushner, su yerno y asesor principal, y la primera dama Melania Trump le habían aconsejado que aceptara la victoria de Biden, mientras sus hijos adultos, Don Jr. y Eric Trump, lo están presionando para que continúe en su lucha contra el fraude.
La posición de Kushner se volvió más turbia a medida que avanzaba el día, y fuentes cercanas al presidente luego le dijeron a Jake Tapper de CNN que Kushner estaba entre los que presionaron a Trump para que realizara mítines.
Muchos líderes republicanos se han negado a felicitar a Biden, o incluso a reconocer su victoria, lo que demuestra la gran influencia de Trump sobre su partido. Y la mentira del presidente sobre el resultado podría convencer a muchos de los 70 millones de personas que votaron por él de que las elecciones fueron realmente corruptas y complicar las esperanzas de Biden de unir al país.
Pero en una intervención significativa el domingo, el único expresidente republicano vivo, George W. Bush, intervino después de telefonear a Biden y dijo en un comunicado que la elección fue «justa» y el «resultado es claro».
Biden se reinió con comisión de expertos contra el covid-19
El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, anunció el sábado por la noche en su discurso en Wilmington, Delaware, que el lunes 9 de noviembre convocaría un grupo de trabajo dedicado a afinar estrategias para enfrentar el coronavirus, y analizar así el principal escollo al que se enfrentará cuando asuma el cargo en enero, mientras el presidente Donald Trump sigue maniobrando para seguir en el cargo.
Biden se reunió con una comisión de expertos dirigida por Vivek Murthy, exdirector de Sanidad, David Kessler, excomisario de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y la Dra. Marcella Núñez-Smith, de la Universidad de Yale, para estudiar la mejor manera de domar una pandemia que ha matado a más de 237.000 estadounidenses.
El Dr. Jonathan Reiner, profesor de medicina en la Universidad George Washington, dijo a CNN que los planes de Biden de tomar el virus más en serio representan un «buen comienzo» y dio la bienvenida a un liderazgo federal que llega muy para hacerle frente a la pandemia después de la mala gestión de la administración de Trump.
Según reseñó Reuters en ese entonces, Biden planeaba dirigirse a los medios en Wilmington, Delaware, sobre sus planes para enfrentarse a la covid-19 y reconstruir la economía. El presidente electo pasó gran parte de la campaña criticando la gestión de la crisis por parte de Trump y ha prometido escuchar a los científicos a la hora de tomar una dirección sobre este asunto.
Trump, por el contrario, se ha enfrentado con frecuencia a altos cargos responsables de salud sobre la crisis sanitaria derivada de la pandemia. El vicepresidente Mike Pence se reunirá con el grupo de trabajo del coronavirus de la Casa Blanca este lunes por primera vez desde el 20 de octubre.
Biden consiguió los 270 votos el sábado
Biden ganó la presidencia el sábado, cuatro días después de las elecciones celebradas el 3 de noviembre, sobrepasando el umbral de 270 votos del Colegio Electoral necesarios para ganar la Casa Blanca. El demócrata se impuso a Trump por más de 4 millones de votos en todo el país, convirtiendo al republicano en el primer presidente que no logra la reelección desde 1992.
Sin embargo, el todavía presidente no ha reconocido la derrota y ha lanzado una serie de demandas para apoyar sus afirmaciones de fraude electoral, de las que no ha presentado prueba alguna. Los representantes de los estados involucrados dicen que no tienen conocimiento de ninguna irregularidad significativa.
Trump no tiene ningún evento público programado para el lunes, y no ha hecho declaraciones desde el jueves. El portavoz de su equipo, Tim Murtaugh, dijo que Trump tiene previsto realizar una serie de mítines como parte de una campaña que recabe apoyo en su lucha por dar la vuelta a los resultados.