¡A gozar con el CNE!, por Teodoro Petkoff
Como en una fruta que comienza a podrirse, los síntomas al principio son imperceptibles. Luego se van acentuando hasta que se hacen inocultables. Así ocurre con los regímenes políticos. Al comienzo los casos son aislados y dispersos; luego se van haciendo protuberantes y finalmente la impudicia gana todo. Ayer TalCual dio cuenta de dos hechos recientes a través de los cuales se muestra ya no la cara oculta de la luna sino la de este lado. Y está llena de barros y arrugas. Uno es el otorgamiento gracioso de un bono de 15 millones de bolívares a los 420 trabajadores del Instituto Autónomo de Ferrocarriles (IAFE) —por pura coincidencia, desde luego, dos días antes del RR. Fueron 6 millardos y pico repartidos alegremente, sin ninguna otra justificación que la demora en la firma del contrato colectivo. Esta práctica (la del bono), en esos casos de demora es usual. Lo que no es usual, por supuesto, es el monto desproporcionado que recibieron los afortunados trabajadores del IAFE. ¿Será que el bono está indexado por la inflación? Son capaces de venirnos con ese cuento.
Pero en materia de manirrotismo y despilfarro, el CNE, con la fiesta patronal que comenzó a celebrar ayer, rompe todos los records. Aunque la cantidad de dinero que va a despalillar el CNE es muchísimo menor que la de los ferrocarriles —188 millones, concha de maní al lado de la otra—, cualitativamente hablando la inmoralidad es mayor. 60 millones para una fiesta en el Círculo Militar; 22 millones en gorras, franelas y llaveros; 15 millones en una revista que nadie leerá; y millones y millones más en “performances”, grupos musicales, obras de teatro, flores para el Libertador, ramos para las madrinas, arreglos en la iglesia, un rally automovilístico que emblemáticamente comienza en el CNE y termina en el Círculo Militar, lugar de residencia del tramparente Carrasquero; afiches, trofeos deportivos, libros de cuentos, clásico hípico (cuyo brindis costará la pendejadita de 12 millones). Nada ha sido dejado al azar. Incluso una mano previsiva escribió al lado de la partida de cuatro millones para el güisqui: “ojo, no excluir”. Elemental. Cualquier situación, habrá pensado Carrasquero, puede ser “sobrevenida”, menos la atinente a la caña. Y que sea de 18 años.
Es el saudismo de siempre, pero peor. Es el espíritu de la “Gran Venezuela”, pero peor. La desaprensión con los dineros públicos, pero peor. Pidan que el petróleo paga. Y también nosotros, porque el petróleo paga sólo la mitad del gasto público. La otra mitad la pagamos los contribuyentes. ¿Para esto es que consigue los reales Vielma Mora? El Seniat cierra y cierra negocios, marcha hacia la “evasión cero”, pide facturas a los consumidores, mejora la recaudación y todo eso ¿para qué? ¿Para que los rectores del CNE prendan sus tabacos con billetes de diez mil bolívares?