A los cuadros, por Carolina Gómez-Ávila
Twitter: @cgomezavila
Parece que los cuadros regionales de los partidos están sinceramente preocupados por el asunto de la participación electoral. He escuchado a algunos. Los respeto y han llegado a conmoverme con un enfoque que comprendo, pero que es muy distinto al que puede encajar en la población.
Defiendo el sistema de partidos múltiples. Como republicana quiero alternancia democrática, así que no puedo defender otra cosa. Entiendo la necesidad que tiene Venezuela de que los partidos políticos se fortalezcan y, en consecuencia, entiendo a esos hombres y mujeres cuyas razones tienen mucho que ver con su futuro político, que es casi como pensar en su futuro laboral.
Entiendo que les atormente qué harán si no logran alguna cuota de participación que les añada trayectoria en un equipo de gestión. Pero si bien los he oído preocupados por cómo convencer a la población sobre ir a votar, no hablan de cómo convencerla de que voten por ustedes.
Los cuadros de los partidos no discuten con la población las razones por las cuales la población no tiene motivos para ir a votar en esta oportunidad. A todo responden con argumentos tangenciales, insustanciales, irrelevantes.
Es muy delicado que no le digan al pueblo que, incluso si —por acuerdo y no por pulcritud del proceso— obtuvieran un puñado de cargos de representación, estos no significarán cambio alguno para las vidas de sus representados en las distintas regiones y municipios.
Empeorará la ya mala percepción que tiene la población sobre la política y los políticos, el hecho de que ustedes no afronten la discusión sobre el proceso de vaciado de poder que está en marcha a través de las llamadas zonas económicas especiales y ciudades comunales. Las primeras, pensadas para anular a gobernadores y diputados estadales; las segundas, para neutralizar a alcaldes y concejales.
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No parecen asomarse a la posibilidad de tener una batalla ciclópea para arañar menguados cargos y luego, exactamente al día siguiente, contar con leyes que les quiten el rango de maniobra.
Tampoco —y esto me duele— discuten sobre cómo enfrentar al Poder Judicial que fue tan diestro para conculcar las atribuciones de la última Asamblea Nacional legítima que se dio el pueblo de Venezuela, ni al resto de los poderes públicos, todos a la orden de la cúpula opresora y, que han demostrado una y otra vez, que irán contra ustedes si no se ciñen a la cartilla.
Los entiendo, sabe Dios que los entiendo. Quiero partidos políticos robustos, capaces de darle equilibrio a la democracia y ustedes dirán que esos solo pueden vivir tomando las porciones de poder que estén a su alcance. Pero digo yo: ¿hace cuánto que no hacen una reunión para hablar de su doctrina partidista? ¿hace cuánto que no hablan solo de eso con sus simpatizantes o tratan de convencer a nuevos a partir de ahí?
Hace casi un siglo, Antonio Gramsci, que terminó siendo un preso político de Mussolini, escribió en uno de sus famosos cuadernos:
«No puede haber elaboración de dirigentes donde falta la actividad teórica, doctrinaria de los partidos, donde no se buscan y estudian sistemáticamente las razones de ser y de desarrollo de la clase representada. De ahí la escasez de hombres de Estado, de Gobierno, la miseria de la vida parlamentaria, la facilidad de disgregar a los partidos, corrompiéndolos, absorbiendo a sus pocos hombres indispensables».
No todos los problemas políticos se resuelven por la vía electoral. Para encontrar argumentos y solidez política creo que deben regresar a sus ideologías y doctrinas, porque, de lo contrario, los primeros clientes del populismo son ustedes y nos arrastrarán a todos a un pozo que la vida nos ha enseñado que no tiene fondo.
Carolina Gómez-Ávila tiene más de 30 años de experiencia en radio, televisión y medios escritos y escribe sus puntos de vista como una ciudadana común.
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