A los maestros y a todos los luchadores por la libertad, por Américo Martín
Twitter: @AmericoMartin
La actividad humana más exitosa que se libra en la atormentada Venezuela de nuestros días es la que protagonizan los luchadores sociales en todos los rincones del país, en respuesta indignada por la brutal caída de las condiciones de vida. Se trata en suma de una confrontación cada vez más desesperada en la medida en que la miseria muerde con más rabia la piel de los más desvalidos, quienes alcanzan porcentajes de pobreza sin precedentes.
Entre los documentos más completos, veraces, autorizados que en los últimos tiempos han estudiado las insultantes dimensiones de la pobreza en Venezuela, resaltan 1) el Informe elaborado por la Misión Internacional Independiente para la Determinación de los Hechos, nombrada por el Consejo de DDHH de la ONU 2) los últimos pronunciamientos de la Alta Comisionada de los DDHH, Michelle Bachelet, 3) dos estudios emanados de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales sobre la atroz incidencia de la pandemia covid-19. Con certificada probidad, los académicos refutan gruesos errores oficialistas de cálculo. Revelan adicionalmente el deplorable estado de la atención de la salud.
Un simple vistazo a los porcentajes relacionados con la extrema pobreza demostraría la total pertinencia de las luchas reivindicativas que brotan en todo el país. Puede decirse que están entre las más justificadas del continente e incluso del mundo, en áreas fundamentales. Por ejemplo, el horror de alcanzar durante varios años la más alta hiperinflación, destruyendo el sistema monetario y el salario real. ¡Cómo no valorar la importancia de la respuesta que están dando los venezolanos en defensa de su salario, empleo, educación, salud, alimentación, agua, gas, gasolina, transporte, fuerza eléctrica!
Capítulo especial merecen los maestros por su prometida y bravamente cumplida protesta en la calle del lunes 5 de octubre. La sostenida resistencia del magisterio responde a un doble y noble objetivo propósito. Salvar el sistema educativo, en pleno proceso de agonía y lograr ingreso y condiciones de trabajo justos y dignos. Se dirá –sin sentido alguno– que el logro básico de semejante conflicto sería levantar la virtualmente destruida educación, en tanto que ponerse a demandar salario justo sería la parte “villana” o “egoísta” de la causa magisterial.
¿Es ésta –o pretende serlo– una “critica seria”?
Nadie se ha batido en defensa de un sistema educativo moderno como los maestros, los luchadores gremiales y los políticos curtidos tan puerilmente calumniados y los miembros de asociaciones civiles entregados a semejante lucha. Nadie. La Federación Venezolana de Maestros, desde que fuera fundada por el gran Luis Beltrán Prieto en 1932 se ha mantenido entre los primeros, en la primera línea de fuego. Con mármol de Carrara debió ser construida, porque 88 años después de su entrada en la batalla antigomecista la vemos a la cabeza de la protesta magisterial. Intacta, como La Pietà y el Moisés, obras maestras de Miguel Ángel esculpidas en mármol, pero el de Carrara, si no, no.
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Más allá de rebuscamientos argumentales se ha demostrado que las victorias gremiales son palancas para el crecimiento de todas las sanas formas de lucha, en nuestro caso, la del cambio y democratización de Venezuela. Sacrificar lo reivindicativo a lo político es ayudar a liquidar las luchas de cada día cortando las cuatro extremidades y las cuerdas vocales de la Política, entendida como ciencia y arte. Lo que une la experiencia de la vida es mucho más sólido y confiable que la dureza puramente externa de esa contradictoria gramínea que llamamos bambú, totalmente vacío por dentro.
Por ser de la índole de la ciencia y permitirse adornarla con las variantes y flexibilidades del arte, el buen liderazgo puede sorprender a quienes se auto limiten envolviéndose en el manto de moralistas de ocasión venga o no al caso. Traigo el tema como colofón de esta columna por la excelente reunión recientemente celebrada en Madrid entre una comisión de la Asamblea Nacional, presidida por Juan Guaidó y una destacada delegación del PSOE (notable partido socialdemócrata español) al que cierta intolerancia quiso convertir en socio del oficialismo, pero cuya verdadera posición quedó mucho más clara a propósito de tan oportuno encuentro.
Si hay que hablar hasta con el diablo con más razón vale hacerlo con quienes no usan tridente. El PSOE ratificó su reconocimiento a Guaidó, ofreció un intenso apoyo a elecciones presidenciales y parlamentarias en Venezuela, justas, libres, transparentes y verificables.
Quede claro que ganar amigos es infinitamente mejor que fabricar enemigos. La condición democrática de ambas partes y sus comunes aliados configuran la base sobre la cual se levanta la esperanza de esa y de futuras coincidencias. Demostrado queda igualmente que Guaidó está lejos de ser un líder bambú y que diariamente aprende nuevas lacerantes verdades.
Mensaje final a nuestros compatriotas en lucha por justas condiciones salariales: al proceder de esa manera están haciendo confluir muchas de las formas de luchar por la Libertad. Reciban el merecido homenaje debido a su claridad política y a su valentía e indoblegable integridad.
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