A propósito de la corrupción, por Gilberto Picón Medina
Twitter: @picongilberto
A propósito de la corrupción y pensando en los planes de gobierno que los participantes en las Primarias están elaborando, resulta oportuno consultar el conocimiento disponible sobre el tema. Un buen ejemplo de este conocimiento lo encontramos en Klitgaard (1991; 2015), quien ofrece los resultados de sus investigaciones en diversos países, incluyendo latinoamericanos, en algunos de los cuales se han aplicado con éxito estrategias anticorrupción basadas en sus teorías.
Su teoría central se resume en la fórmula: C= M + D – RC
(Corrupción = monopolio + discrecionalidad – rendición de cuentas)
En otros términos, que la corrupción florece cuando el funcionario tiene el monopolio del poder sobre un bien o servicio, se desempeña con amplia o total discrecionalidad para decidir, y no está obligado a rendir cuentas de su actuación. Por tanto, para prevenir la corrupción debe reducirse el monopolio, limitar y clarificar la discrecionalidad y establecer los mecanismos para la periódica rendición de cuentas.
Actualmente, Venezuela está siendo estremecida por la forma explosiva como se han puesto de manifiesto las cuantiosas fortunas mal habidas por altos personeros del gobierno; aunque se sabe, y se sufren, otras múltiples formas de corrupción: diversos tipos de malversación, tráfico de influencias, nepotismo, abusos de poder, narcotráfico, así como el pésimo manejo de la economía y de los servicios públicos, que han llevado al país a una situación de penuria y hambre de tal gravedad que ha sido calificada de «crisis humanitaria compleja».
Para prevenir o corregir estos agraviantes hechos, la teoría de Robert Klitgaard y sus múltiples aplicaciones registradas en la literatura especializada, proporcionan claves que ayudan a comprender por qué ocurre la corrupción en los diferentes niveles del gobierno o de una empresa y cómo puede ser evitada o reducida.
Coincidiendo con esta teoría y mostrando el apoyo constitucional existente en Venezuela para su aplicación, cerca de cien economistas publicaron el 2018 una carta dirigida al presidente, donde le expresan lo siguiente:
«La única manera de acabar con tan destructivo flagelo (el de la corrupción) es restituyendo cabalmente el ordenamiento constitucional que debe regir la República, con las garantías propias del Estado de Derecho y del equilibrio de poderes, respetando las potestades de supervisión y control por parte de una Asamblea Nacional pluralista, y descentralizando las decisiones en gobernaciones y alcaldías, conforme a lo dispuesto en la Carta Magna».
*Lea también: El Gobierno recrudece sus operativos anticorrupción en época electoral desde 2013
La fórmula de Klitgaard puede ser extendida para aplicarla al sistema político en general y evaluar su grado de proximidad con una democracia. Se puede afirmar, entonces, que en la medida en que un sistema político, cualquiera de los poderes del Estado monopolice las decisiones, actúe con total discrecionalidad y no esté obligado a rendir cuenta de sus actos, en esa medida estará dejando de ser un sistema democrático.
Dicho en forma positiva: en la medida en que en un sistema político se impida el monopolio de funciones por parte de los gobernantes, se aclaren los límites de su discrecionalidad y se establezca y acate la periódica rendición de cuentas ante las instancias definidas por la Constitución y las leyes, en esa medida, dicho sistema se estará aproximando al modelo democrático.
En suma, que la convergencia de la Constitución venezolana y la teoría de Klitgaard brinda un sólido apoyo para que los líderes de la oposición incorporen en los planes de un futuro gobierno firmes mecanismos anticorrupción. Klitgaard ofrece importantes claves que complementan y precisan las disposiciones de nuestra Constitución, lo que permite promover un pulcro manejo del poder y de los bienes de la nación, y evitar los actos de corrupción que hoy han venido a agregar miseria moral a la dolorosa crisis política, económica y social que sufre Venezuela.
Gilberto Picón Medina es Lic. en Psicología (1967), UCV, Maestría en Educación para el Desarrollo (1972).Univ. de Stanford, USA. Doctor en Educación (EdD) (1978), Univ. de Stanford, (USA). Actualmente Trabaja en investigaciones sobre los Procesos de Cambio en Educación y sobre la relación entre Ciencia y Democracia.
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