A propósito del perdón, por Alexis Andarcia
Por si acaso, estamos en Semana Santa. Desde que Jesús se sacrificó para espiar nuestros pecados, una novedosa forma de solución de conflictos entró en vigencia «perdónalos señor, pues no saben lo que hacen». Entonces, una justicia estaba más allá de los hombres, del Imperio Romano. Aun cuando, mucho antes, el mismo Jesús en una salida magistral, había dicho «A Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César”.
Por estos días, José Guerra ha puesto en el tapete esa reflexión que, dado el momento, genera encontradas emociones. Cuanto más lejanas son las narrativas, menos pasiones nos incitan.
¿Podría haber dicho Jesús esas palabras, sabiéndose hijo de Dios?
¿En conocimiento de poder resucitar?
Hay quienes dicen que la resurrección fue introducida en el Nuevo Testamento. Que fue un recurso de la Iglesia, para conservar la posibilidad de «otra vida» así como para evidenciar el poder divino. Si fue un sacrificio, como solo hombre, tiene aún más valor simbólico, creo yo.
Pero ¿Qué dejamos a Dios? ¿Qué a los hombres?
Hasta dónde, un grupo de personas puede decidir sobre el dolor, las lágrimas, la sangre derramada de otros.
Por otro lado ¿Ver sangrar o morir a otro nos libera? Alguien dirá: no, pero hace justicia.
La historia está llena de sacrificios; por lo general, de vidas; a veces, por iniciativa propia, otras por engaño o represión. Pero, también, está el sacrificio del perdonar. Aceptar, por encima del dolor, el que no se haga justicia, por lo menos en la tierra «Eso se lo dejo a Dios».
No resuelve el perdón la impunidad, aunque si la impronta. Estamos destinados y condicionados a seguir adelante. Caminar entre tumbas.
«Que sea lo que Dios quiera» es una apuesta por una justicia superior; pero, también, una declaración de impotencia.
Nadie llora, nadie sangra, por otro. Son hechos personalísimos. Otra cosa, es «te acompaño”.
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Lo otro sería, esperar un acto de virtud, de valentía, para reconocer responsabilidades; de hecho, también, los ha habido. En mucho menor cantidad que los heroicos del sacrificio.
En fin, que no todos los hombres y mujeres, somos humanos.