A prueba de bombas, por Teodoro Petkoff
Muy probablemente esta semana se pronunciará el CNE sobre el asunto de las firmas para el RR.
La posibilidad de que el máximo organismo electoral declare la nulidad del acto conocido como “El Firmazo” no puede ser descartada por la oposición. Sobre la validez de éste (no la de las firmas mismas, respecto de las cuales no ha habido ninguna verificación), se han producido cuestionamientos no sólo provenientes de personeros del gobierno y del MVR así como del mismo Chávez sino también desde algunos predios de la oposición. En efecto, individualidades de ésta, así como AD y Proyecto Venezuela, advirtieron sobre errores cometidos en ocasión de “El Firmazo”.
Por nuestra parte, desde esta página hemos adelantado el criterio de que para evitar más pérdida de tiempo y polémicas innecesarias, dadas las dudas existentes, lo mejor habría sido no entregar las firmas recogidas sino haber convocado una nueva jornada como la del 2 de febrero, inmediatamente después de designado el nuevo CNE. El tema, pues, ha sido controversial.
Sin embargo, si “El Firmazo” (no las firmas, porque, repetimos, sobre estas no hay pronunciamiento) fuese anulado lo que sale, al día siguiente, es que la Coordinadora Democrática convoque para la fecha más pronta, compatible con la factibilidad organizativa, un nuevo “Firmazo”. Sobre la voluntad de que sea el soberano quien resuelva la crisis política no puede caber ninguna duda. Contarse quieren los antichavistas pero también numerosos sectores afectos al presidente. Esa voluntad se expresaría caudalosamente en un nuevo evento de recolección de firmas. Es más, esta vez, desde el texto al pie del cual se firmaría hasta el diseño de las planillas para ello podría ser validado previamente por el CNE, incluyéndose una casilla para la huella digital del firmante, para así matar toda posibilidad de quiquirigüiqui y, sobre todo, de impugnaciones plausibles por parte de Chávez y sus alabarderos. Si las fueren a hacer, que mueran ahogadas en su propio ridículo, en su propia irrisión.
La semana pasada reveló la ausencia de la más elemental decencia en el oficialismo. La inepta demanda de Rangel a “Súmate” y las “inspecciones oculares” en el CNE, con todo y ser actos legales, mostraron la intención clarísima de Chávez y sus partidarios de golpear por debajo del cinturón. Esto no es más que un aguaje dirigido a descalificar políticamente las actividades pro RR y también a intimidar a eventuales nuevos firmantes. Todo el peso del gobierno ha sido lanzado sobre presuntos firmantes anteriores, despidiéndolos de sus trabajos u obligándolos a retractarse. Esta agresividad, sin embargo, no es sino manifestación del desconcierto y la confusión que lo embargan.
Pues bien, a una gente que no vacila en cagarse en su propia Constitución, hay que responderle con la contundencia de firmas blindadas, a prueba de bombas atómicas.