¿A quién hay que investigar?, por Teodoro Petkoff
Los venados detrás de los perros. Fin de mundo. Tobías Nóbrega ha solicitado de la Fiscalía de la República la apertura de una averiguación contra este editorialista, con base en los comentarios que se hicieran desde aquí sobre la licitación del BCV para la selección de la empresa que fabricará los billetes y monedas que habrán de sustituir a las actuales una vez efectuada la reconversión monetaria. El comentario editorial, por cierto, recogía, siempre en tono muy condicional, la denuncia que un grupo de trabajadores del BCV hizo llegar a algunos medios, sobre la posibilidad de que se hubieran producido irregularidades en esa licitación. Antes que nosotros ya la había recogido otro medio.
TalCual se cuidó de hacer afirmaciones categóricas y se limitó a glosar la denuncia de “empleados y técnicos del BCV”. Pero no es este el tema. Si la Fiscalía abre esa averiguación ya nos ocuparemos de eso. Mas, lo que nunca deja de sorprender es la audacia de Tobías Nóbrega. Esto no puede considerarse sino como una huida hacia delante. Porque Nóbrega es quizás el único alto funcionario de este régimen al cual la Contraloría le tiene abierta una averiguación por enriquecimiento ilícito.
Cualquiera que revise la página web de la Contraloría podrá leer la averiguación que este ente abrió a Nóbrega a propósito de los crecidos sobreprecios que fueran pagados por MinFinanzas, del cual era titular el interfecto, por la adquisición de la antigua sede del Citibank, frente a la iglesia de Altagracia, y donde ahora funciona el ministerio, y del edificio “Bilbao”, en La Urbina, para la Escuela de Finanzas del ministerio. TalCual, en su momento, hizo públicas ambas negociaciones, que dejaron una bonita suma a quienes participaron del guiso. Nóbrega inició su gestión con una primera emisión de deuda de la nación, que fue adjudicada a dedo a la Casa de Bolsa Cedel, unas horas antes de que fuera abierta la subasta pública. Esta irregularidad fue conocida por la Comisión de Contraloría de la Asamblea, pero, tal como lo apunta Iris Varela, cada vez que puede, la averiguación quedó engavetada. Posteriores emisiones de bonos de deuda pública estuvieron acompañadas de fuertes rumores sobre guisos, como, por ejemplo, sospechosas daciones en pago a proveedores, mediante bonos, descontados después en ciertos bancos, los cuales, a su vez, obtendrían apetecibles ganancias al redimir esos papeles. De esto también se ocupó TalCual. Pero la tapa del frasco la constituye el famoso informe que MinFinanzas, es decir Nóbrega, remitió a la Procuraduría dando por buenos los famosos bonos de Bandagro, más falsos que un billete de 200 bolívares y siempre rechazados por la República. Sin embargo, extrañamente la procuradora de entonces ratificó la “legalidad” de los bonos y se armó el escándalo, lo cual llevó a Nóbrega a desdecirse, pero ya el agua estaba derramada. Fue entonces cuando saltaron del cargo tanto él como la procuradora.
Su solicitud ante la Fiscalía, obviamente, es una condecoración para TalCual.