A un mes, ¿Quién gana, quién pierde?, por Ángel Monagas
Faltando un mes exactamente para la cita donde los venezolanos tendrán la oportunidad de votar, ciertamente yo no necesito ninguna encuesta o estudio de opinión para saber lo que piensa y siente el venezolano. Me parece inútil seguir utilizándose para ello. Quizá para saber sobre la intención de votar. Eso sí es importante.
Peor aún, veo además como muchos manipulan. Empresas que no tienen el capital ni los clientes para ello, realizan estudios mensuales y los publicitan anormalmente.
Son más consultas telefónicas que estudios de opinión, aunque en una guerra política ello es válido, más no necesario ni útil en una coyuntura política como la venezolana.
Si se quiere los escenarios presentados son simples:
Maduro y todo lo que signifique chavismo, perdieron la calle, no tienen respaldo popular, con excepción de una pequeña población de trabajadores públicos y otros simpatizantes de muy poco valor numérico.
Lo dice el «portugués» del abasto, el taxista, el chofer de la buseta o del autobús, los colectores, el «perrocalientero» o arepero, los mesoneros, en fin, todo el que trata con el público.
Si vamos a cualquier sector, barrio o urbanización, la expresión es la misma contra el gobierno de turno.
En los estadios es frecuente escuchar «Maduro…cdtm». Expresión que no comparto, pues el respeto debe prevalecer, y principalmente nosotros que lo exigimos.
Hay un criterio único: Ya no aguantamos a Nicolás. No más de este gobierno.
María Corina: La intérprete del sentimiento anti-Maduro
Muchos analistas alegan que ella recoge el voto castigo contra Nicolás Maduro y el chavismo en general. Sin embargo creo que el asunto es de mayor profundidad.
María Corina Machado, después de 20 años aproximadamente de ejercicio político y muchas veces de soledad, se encuentra con el premio a la constancia, al esfuerzo sostenido que nunca zigzagueo.
Evidentemente ha cometido errores y muchos de su equipo no ha estado a la altura de las circunstancias, no obstante se ha conectado con el sentimiento popular de una idiosincrasia perdida, entre el modelo cubano, chino, árabe y ruso.
La venezolanidad que siente cada habitante de un país rico en recursos, encuentra en ella el espacio para desembocar, para drenar toda esas sensaciones reprimidas desde el 2017 y que venían desde el 2002.
Si algo debo reconocerle es el extraordinario trabajo en medios y redes, donde vale señalar que muchos que hemos sido críticos de algunas de sus acciones hemos sido víctimas de los ataques de los grupos comunicacionales que la apoyan.
En días pasados el ex gobernador Oswaldo Álvarez, negó el carácter mesiánico de su figura y quiero creer que lo dijo más por conveniencia o por la intención de quien desde 1993, no ha sido muy asertivo en sus posturas. Todavía recuerdo cuando fue uno de los pocos que coincidió con Chávez en sus principios y formó parte de una comisión por la constituyente.
María Corina es un liderazgo mesiánico, emocional y no racional y no puede en la actual Venezuela ser distinta.
Cualquiera sea el resultado del 28 de julio 2024, ella debe ser considerada en primer lugar, bien como una vía para transitar o un obstáculo a derribar.
María Corina es una realidad política. Es la figura política de mayor arraigo en los últimos años de lucha en Venezuela.
Su sala situacional, maneja dos escenarios, de los cuales se derivan otros y eso lo he explicado en otras columnas.
Las opciones de Nicolás
El «librito de jugadas» del Madurismo aún tiene muchos supuestos que explorar y practicar. En un mes, pueden muchos hechos transformar los escenarios.
Seguramente, Nicolás, Jorge Rodríguez, Cilia Flores, Delcy y Diosdado, se preguntaran ¿Cómo ganar sin que sea muy evidente una tergiversación de los resultados?.
La gente hasta el presente no ha protestado. Lo que si se es que el 28 de julio saldrán a votar y defender el voto.
El mayor peligro para Nicolás es que el 70% de los militantes chavistas usarán la franela roja para votar por «la manito». No hay de otra.
El madurismo tiene planteado para el mes de julio, seguramente luego de los actos del 5 de ese mismo, ir por el estandarte de su enemigo: La tarjeta de la mesa de la Unidad, mejor conocida como la de «la manito».
Descartó suspender elecciones porque sería muy evidente el miedo.
Nicolás como buen político (nunca lo he dudado) está consciente de que está perdiendo las elecciones.
Empero, el escenario nacional que prevalece es el mismo: La oposición está ganando pero el madurismo no está perdiendo.
El campo de batalla serán las mesas. La defensa del voto. El coraje de los testigos. La coordinación con los medios de comunicación, los pocos que se atrevan a denunciar.
El chavismo va con todo. No hay vuelta atrás. Es vencer o morir.
La trampa no es la máquina. ni el software. Es el hombre, el ser humano y su capacidad. Maduro puede encontrar abrigo y solución a su nueva situación. Los que lo rodean no.
Analistas expertos en números predicen que de ganar Maduro sería un margen entre 300 a 600 mil votos de diferencia.
Los que apuestan por Edmundo González lo ven ganando con más de 3 millones de votos de diferencia.
*Lea también: «Sí va», por Fernando Luis Egaña
¿Va o no la transición?
Aún ganando Maduro es indetenible un proceso de reacomodo estructural. Salvo acciones en su contra, luego del 28 de julio, la nueva jefa de la oposición es María Corina Machado aunque en la plataforma unitaria se sigue escuchando «el melange todavía corre», frase que forma parte de la serie en dibujos animados.
No se vislumbra un liderazgo opositor capaz de enfrentarla.
Ganando Edmundo González será una batalla para impedir que el liderazgo de María Corina se imponga buscando una «constituyente», para derribar las barreras en su contra.
Si pierde, la opinión pública buscará culpables y allí también se impondrá el «dedo» señalador de la mujer de Vente.
Maduro por su parte, no tendrá futuro y muy probablemente los cubanos busquen su reemplazo, en el entendido que hagan o no con el gobierno de los Estados Unidos.
Los próximos seis (6) meses definirán el futuro del país. María Corina sabe que será el blanco de rojos y azules.
Maduro acaricia la idea de fortalecer su salida del país como lo hizo con López, Ledezma, entre otros. Chávez lo hizo con Rosales durante unos 6 años.
Un triunfo rojo acelerará los procesos de elecciones regionales, pues el gobierno jugará al arte de la guerra y no puede darse el lujo de permitir que se oxigenen.
Una derrota tendrá también la posibilidad de construir trincheras que le permitan al chavismo sobrevivir. No será fácil y para eso resurgirá un nuevo liderazgo distinto a Nicolás.
La oposición no está unida, a pesar de lo que se diga en los medios. El pueblo si lo está para votar en contra de su realidad.
La oposición está ganando.
Eso si no se confundan: El chavismo-madurismo puede ganar en las peores circunstancias. El 29 de Julio 2024 dirá más de nuestros líderes y dirigentes que todo lo que ha sucedido en los últimos 10 años. En la carnicería las venden…