Abscesos en el PSUV, por Teodoro Petkoff
Más que la enfermedad, la oscuridad que rodea la permanencia de Chávez en Cuba, está desatando los demonios en el multiforme, abigarrado y contradictorio mundo del chavismo. Cuando una persona usualmente de tan bajo perfil como Adán Chávez, sale con una declaración tonitronante como la de estos días, amenazando con la lucha armada como opción adicional a la revolución «pacífica pero armada», es como para preguntarse qué está pasando en la comarca de los próceres del proceso.
No es el único que ha declarado en tono desafiante y camorrero, pero el suyo es particularmente preocupante por la razón señalada. Adán Chávez nos hace saber que los problemas políticos (y eventualmente los electorales) pueden enfrentarse (¿quién?, ¿el gobierno?, ¿una facción del gobierno?), también, a plomo.
Si recordamos la tristemente célebre declaración del general Henry Rangel Silva sobre la disposición de la FAN, cuya representación, para el caso, obviamente usurpaba, de no aceptar el triunfo electoral de la oposición, y si tomamos en cuenta las palabras de Adán Chávez podría concluirse que o bien se trata de guerra psicológica, dirigida a ablandar el espíritu de lucha de los adversarios del gobierno (cosa nada improbable, conociendo como ya conocemos a estos señores que adelantan el Plan de Destrucción Nacional), o bien, corresponde a una intención real de alzarse contra la voluntad popular, si ésta los desfavorece, y contra la mismísima Constitución nacional, cosa tampoco nada improbable, exactamente por lo mismo: porque los conocemos y los sabemos capaces de cualquier vagabundería.
Pero, en la presente coyuntura, la declaración de Adán Chávez merece ser examinada también a la luz de otros factores en juego. Porque si bien encierra, en el largo plazo, una amenaza a los adversarios del gobierno, en el corto plazo es imposible desconectarla de lo que está ocurriendo en la clínica habanera donde convalece Hugo Chávez. ¿Qué sabe Adán Chávez que el resto de los venezolanos no sabemos? ¿Intuye o conoce de cierto la existencia de pescadores en río revuelto (tal vez contadores de pollos que no han nacido) en el seno de la «revolución bonita», preparados para resolver la eventual cuestión de una sucesión al margen de lo que pauta la Constitución? Porque Adán Chávez no se estaba refiriendo a la oposición democrática. Su mensaje tenía destino y no era propiamente la MUD.
Las caras patibularias del alto mando pesuvista, innegablemente preocupadas, esforzándose en transmitir una imagen de unidad, con la presencia, que se empeñó en hacer notoria, del propio Adán Chávez, revelaban más bien la incertidumbre y el desasosiego que embarga a un cuerpo dirigente que sin Chávez no sabe qué hacer pero que, sobre todo, se pregunta cómo habría de enfrentar ese saco de gatos que es la combinación PSUV-FAN una situación que hasta ahora le resultaba impensable.
Si no saben cómo elegir al contralor que debe sustituir al fallecido Ru ssián; podemos imaginarlos ante el acertijo que plantearía la Presidencia de la República. ¿Es por eso que Adán recomendaba tener aceitadas las armas? Y a todas estas, ¿qué es de la vida de la Constitución?