¿Acabarán con la Autonomía Universitaria?, por Pablo V. Ojeda P.

Twitter: @pvojedap
Jamás lo lograrán, la Autonomía Universitaria es reconocida por todos los venezolanos, y como tal, es parte de nuestra idiosincrasia, dicho de otra manera, todos queremos graduarnos en universidades reconocidas, para ser profesionales críticos e innovadores. También entendemos, que si la institución educativa no es autónoma, es un organismo burocrático de acreditación, con fines clientelares.
En el año de 1721, el rey Felipe V, por medio de una Real Cédula, le concede a la Universidad Real de Caracas (luego Universidad Central de Venezuela) y luego, con el devenir del tiempo, esta logró la potestad para darse su propia constitución, sus reglamentos y posibilidad de elegir al rector por el claustro universitario. En otras palabras, la universidad puede, de manera autónoma, definir sus planes estratégicos, normas de gobierno, administrar su patrimonio de manera independiente.
Esto ha sido reconocido históricamente en el país y ha sido analizado al detalle, en lo jurídico y doctrinario, por nuestro colega, el profesor Gilmer Gómez (UPEL), en sus escritos sobre la Autonomía Universitaria, en el sitio en Facebook de Nuestra UPEL Virtual Nos señala el colega Gómez, que en el Artículo 109 de la CRBV, está perfectamente consagrado como principio y jerarquía que permite a la comunidad universitaria dedicarse a la búsqueda del conocimiento, a través de la investigación científica, humanística y tecnológica, para el beneficio espiritual y material de la nación.
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Lo anterior tiene implicaciones demasiado importantes. En primer lugar está lo relacionado con la producción del conocimiento, lo cual es la principal característica de una casa de estudios superiores, ya que los investigadores, los docentes, los estudiantes y hasta los egresados, están en un ejercicio permanente de esa facultad de los humanos, que les permite, comprender por medio de la razón, la naturaleza, cualidades y relaciones entre las cosas. En otras palabras, los universitarios viven para la conceptualización de los fenómenos que observan, y como consecuencia de ello generan los beneficios mencionados en el párrafo anterior.
En segundo lugar, debemos llamar la atención que, la autonomía de pensamiento y la producción de conocimiento es una realidad inocultable e históricamente reconocida. Las universidades son y serán esos espacios donde la reflexión tendrá un lugar privilegiado, pero, todo contenido verdadero, último, como señala John Dewey, tendrá que ver con la cuestión educativa. En otros términos, las universidades serán los crisoles del conocimiento y sus sitios de aprendizaje. Quisiera acá acotar, que a pesar de las dificultades enormes que han tenido nuestras casas de estudios superiores, en los últimos años, sus investigadores y docentes continúan con contacto con sus estudiantes y grupos de trabajo.
Todo esto nos dice, que el carácter universitario va más allá de un recinto físico, es una actitud ante la vida, es una manera de ser y de dar respuesta ante las dificultades, por ejemplo, las planteadas en la Emergencia Humanista Compleja en Educación y los retos que se suscitan con la covid-19.
Un universitario competente es capaz de afrontar cualquier problema y definir una solución viable y sostenible en el tiempo. Acá destaco los desarrollos, de cientos de profesionales universitarios y técnicos, que construyeron la infraestructura económica y tecnológica que permitió el progreso del país durante el período democrático y ahora, simplemente, está completamente destruida o en ruinas.
Deseo, en este contexto, subrayar que la situación catastrófica en la que se encuentra el país será el nuevo reto de la Autonomía Universitaria, esa que mira a la virtualización de las actividades académicas y administrativas como una alternativa real, de acuerdo a estándares internacionales y con un profundo apego a las innovaciones curriculares. Estamos convencidos, que a pesar de la pobreza crítica en que nos encontramos, la Universidad Autónoma saldrá adelante victoriosa. ¡Son siglos de experiencia!
Debemos conceder cierta importancia a la creación de organizaciones que no cumplen, en la formalidad, con la característica de ser universidades, sin embargo a la sazón de la violación de los preceptos constitucionales, se constituyen en centros de control social. Ontológicamente pueden ser cualquier cosa, menos universidades y la característica fundamental es la escasez epistemológica, dicho de otra manera, no se produce conocimiento. Obviamente, no existe autonomía, sino clientelismo político.
Para finalizar, y en un intento de darle contemporaneidad al asunto de la Autonomía Universitaria, consagrada constitucionalmente, resaltamos que esta forma parte de nuestro carácter ciudadano, es la garantía conocimiento útil y es la luz permanente que nos liberará del miedo como la base del pacto social (recordando a Thomas Hobbes).
Pablo V. Ojeda P. fue director decano (2006-2012) del Instituto Pedagógico de Caracas-UPEL.
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