Acción, ilusiones y deseo, por Simón García
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Los deseos impulsan a la acción. Son útiles si recorren el trecho entre aspiración y realización. Empreñan si hacen lo que hay que hacer. Su punto más alto es la convicción.
Las ilusiones son el cementerio de los deseos. Agitan falsas expectativas que se toman por ciertas. No tienen propósito de engaño, pero lo provocan cuando conforman una pérdida general de realidad. Ofrecen esperanzas y contienen frustraciones.
Hoy los deseos de los políticos no son las ilusiones de los ciudadanos ni a la inversa. Una relación que cabalga de una diferencia a una contradicción. Vivencia esta que la experiencia cotidiana acrecienta, sin que la mayoría de los políticos reaccionen para remover ese obstáculo.
Los resultados de tal divorcio se reflejan en una caída de la identificación de los ciudadanos con los partidos. El mejor situado, el PSUV, alcanza apenas un 13,2%, mientras que los símbolos opositores que logran resultados mayores son AD con 2,5% y la MUD con 1,5%. Todos los demás partidos opositores, según Datanálisis, cada uno hundido en el cero coma por ciento pelean entre sí por una balsa agujereada y sin remos.
Revertir este escenario es ya un asunto del futuro de la democracia. A todos perjudica el deslizamiento partidista hacia el aislamiento social o la reducción de sus intereses a sobrevivir como siglas sin capacidad real de decisión. Hay que apoyar y ayudar a los políticos a convertir dificultades en oportunidades y conflictos en consensos.
Existen condiciones para adoptar compromisos de país gobierno/oposición en tres asuntos: atención a la crisis humanitaria encubierta; programa de urgencia para reconstruir PIB con propósito de calidad de vida y plan para restablecer derechos humanos y constitucionales. México está a la vista.
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La sociedad también exige a la oposición que demuestre que puede cambiar y unirse para creerle que puede cambiar y unir al país. El banco de prueba es la próxima elección presidencial: seleccionar un candidato con los mayores respaldos posibles, provenga de primarias o consensos y sea un político de partido, un independiente de la política pública o un outsider.
Nombres no sobran, pero hay. En la Plataforma Unitaria sobresale Rosales y se mantienen María Corina y Capriles. En la Alianza corren Bernabé y Bertucci; entre los nuevos, Duque y Ecarri. Hay también personas preparadas para ejercer esa misión y que pueden favorecer entendimientos electorales y de gobernabilidad en una transición como Eduardo Fernández, Calderón Berti o el dirigente empresarial Carlos Fernández.
Exijamos que los partidos reasuman su papel político preponderante y propongan un nombre para reducir el fraccionamiento. Las diversas expresiones de la sociedad civil y la importante franja de políticos sin partido deben contribuir a sacar este acuerdo. No pueden dejarse dominar por la indiferencia o la inacción.
Dar pasos hacia el país que deseamos es concretar la esperanza. Hay que actuar para aumentar los votantes que van a decidir la persona que va a dirigir los esfuerzos de todos los venezolanos para tener un país más vivible que el de hoy y mejor que el de antes.
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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