Acoplar los tiempos, por Luis Manuel Esculpi
La pasada semana el dólar produjo un brinco descomunal. Hasta el más despistado imagina cuáles serán las consecuencias inmediatas de tal salto. La hiperinflación continuará martirizando la vida de los venezolanos. La sobrevivencia del día a día se ha convertido en una verdadera tragedia. Si bien una pequeña parte de la población mitiga sus penalidades con las remesas, la inmensa mayoría no tiene acceso a recursos provenientes del exterior. Con el nivel de sueldos y salarios situados años luz del ritmo de la inflación, la realidad es que el poder adquisitivo está por el subsuelo. Para decirlo con suavidad, los pronósticos en materia económica no son precisamente alentadores. De no haber un cambio de rumbo la situación se agravará produciendo efectos aún más terribles que los conocidos hasta ahora.
Los responsables del actual desastre no podrán resolver la crisis, la solución a la problemática económica requiere del cambio político, ya esa es una convicción bastante arraigada en la mayoría social. Existe gran expectación con las negociaciones iniciadas en Oslo y continuadas en Barbados, así constatamos nuevamente que los tiempos políticos no se acoplan con los de las exigencias económicas y sociales.
El sentido de la propuesta estratégica enarbolada por la Asamblea Nacional y su presidente, en nuestra opinión, persigue acompasar los tiempos dispares
A propósito de las conversaciones en la isla caribeña, donde los noruegos han insistido en la necesidad de mantener el respeto a la confidencialidad, tal como se llevan esos procesos, además de caracterizarlas como «continuas y expeditas»; lo que en el lenguaje llano se traduce en el requerimiento de un desenlace relativamente próximo.
A pesar de la necesaria discrecionalidad, una lectura entre líneas de algunas declaraciones y reacciones de los actores, y las de la representación del gobierno escandinavo, nos permiten deducir que las posibilidades de un acuerdo no están cerradas, por el hecho de la continuación de las conversaciones, lo que no significa necesariamente asegurar el éxito de antemano.
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El tema electoral, como es lógico, está contemplado en la agenda que se discute. Aunque Maduro y compañía ponen el énfasis en elecciones parlamentarias, llaman a prepararse para su realización, ello no representa mayor novedad, porque constitucionalmente esos comicios están contemplados para el próximo año. Es comprensible su intento inicial de desviar la atención sobre el aspecto clave del debate electoral, como lo es la celebración de elecciones presidenciales. Si llega a haber humo blanco y se acordarse la realización del proceso, de acuerdo a los conocedores requerirá de un lapso que oscila entre nueve meses y un año, para poder cumplir con las garantías de unas elecciones libres y competitivas.
Al lado de la presión internacional y nacional de los diversos factores políticos por una salida negociada que conduzca a un proceso eleccionario, no podemos ignorar que un protagonista de primer orden lo constituye la crisis y los graves riesgos que ella encierra para la sociedad, si atendemos a las predicciones y llamados de atención sobre las que se ha venido alertando desde diversos sectores.
La vía de una solución acordada, en la búsqueda de la repuesta pacífica y democrática, es la aspiración mayoritaria, tal como lo reflejan todos los estudios opinión, claro se expresa esa intención sin producir el ruido o el bullicio de los combatientes por internet
En ese espacio de tiempo habrá que idear fórmulas para atender la crítica situación que confrontamos los venezolanos, por ello la propuesta del gobierno de transición que se ha venido formulando como concepto general, tiene el propósito de sincronizar, hasta donde sea posible, los tiempos de la solución política con la emergencia social. Esa es una de las tareas fundamentales, los trabajos adelantados en la elaboración del Plan País, constituyen un importante insumo para acometer los desafíos planteados en corto, mediano y largo plazo.