Acuerdos sin subordinaciones, por Simón García
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El gobierno repite tradicionalmente la propuesta de un pacto de respeto a los resultados para conminar a otras fuerzas, sean sus aliados o sus opositores, a que avalen a ciegas el producto final de una elección y dejan de lado la calidad del proceso que la antecede.
La propuesta se confecciona unilateralmente, sin ninguna consulta a quienes se considera que deben firmar imperativamente. Además, no hay la menor alusión a un elemento central, tan importante como reconocer al electo, que es el compromiso de respetar la voluntad de los electores.
Este segundo compromiso, que atañe, institucional y fundamentalmente al CNE. no debería faltar dentro de las garantías mínimas para celebrar elecciones mínimamente satisfactorias, aunque no sean enteramente competitivas.
La convocatoria a la firma se produce mientras hay intimidación, coacción, represión y otras formas de ventajismo de Estado sobre partidos y miembros de la oposición. Resultaría incomprensible omitir el llamado al árbitro electoral a que no se inhiba ante irregularidades que influyen en el resultado final de la elección.
La oposición tiene la obligación de llamar y luchar a que las elecciones se hagan pacíficamente, sin alteraciones y bajo el estricto imperio de la Constitución Nacional. Y si esto no ocurre, no debe avalar el sesgo pro oficialista que revelan algunas decisiones del CNE. Al país y al oficialismo no le conviene que este sesgo se acentúe.
La oposición ha reconocido todos los resultados electorales realizados en este cuarto de siglo y lo hará nuevamente. Pero hay pactos de subordinación y pactos de responsabilidades compartidas. Y como ha declarado el candidato de la Unidad, Edmundo González U., no participará en un pacto nariceado. Decisión que comparten los que están cansados de soportar todo tipo de arbitrariedades de un poder sin reglas.
La lucha del Candidato Edmundo Gonzáles U, de los partidos, organizaciones sociales, independientes y ciudadanos que lo apoyan es para incluir y restablecer derechos. Un cambio de situación que no será instantánea y que será más útil mientras más cuente con la participación de poderes públicos, instituciones, dirigentes y ciudadanos que hoy forman parte o dan su consentimiento al campo oficialista.
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Desde nuestra observación, este perfil de hombre de convivencia, que considera las diferencias como oportunidades de ampliación de su visión, que desea una negociación para concertar un pacto, no dirigido a proteger al perdedor sino a propiciar que los dos grandes polos políticos y los actores que puedan contribuir a reconstruir al país firmen un pacto de gobernabilidad para avanzar hacia la democratización, la institucionalidad, el abordaje conjunto de soluciones a calamidades de la población y la disposición a vivir mejor.
Un pacto de gobernabilidad sobre el cual Edmundo Gonzales y Nicolás Maduro deben sostener conversaciones exploratorias antes del 28 de julio.
Hay razones y motivos para ser optimistas sobre el triunfo del deseo de cambio en paz que los ciudadanos viven con determinación inmodificable. El optimismo malo es que monta alcabalas y discursos negativos que presentan al cambio como una amenaza. El optimismo bueno es el que fortalece la disposición a votar frente a toda provocación y la que se aferra al objetivo de cambiar para salir del hoyo y devolverle a Venezuela el derecho a ser un país de ley, solidaridad y prosperidad.
La fórmula exitosa de Edmundo y María Corina es el inicio de una nueva forma de hacer política junto a otros. Su clave es hacer complementarias las diferencias y pasar de la confrontación como pugna a la confrontación como impulso constructivo.
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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