Acuerdos y soberanía popular, por Douglas Zabala
Twitter: @douglazabala
En estas horas cruciales, cuando el presidente que está en Miraflores y el presidente encargado fracasaron en sus intentos conciliatorios para traerle vacunas a los ciudadanos, Venezuela demanda un gran entendimiento nacional.
Dialogar no significa ceder ni claudicar, dialogar es imprescindible y el gobierno está obligado a insistir en las iniciativas para la paz y, por supuesto, la heterogénea oposición debe hacer lo propio. De lo contrario, todos seríamos responsables de la violencia indeseada y de que la amenazante pandemia acabe con la república.
Es el momento de que todos los factores políticos y sociales permitan encontrar un camino de vuelta a la democracia y el progreso. Tenemos un país descarrilado, basta de seguir insistiendo en la magnitud de la tragedia y tercamente aferrarnos, unos, a buscar culpar a los otros por el caos existente. Nada lograremos machacando responsabilidades sin proponer soluciones.
No será suficiente la reconfiguración de la alianza de partidos políticos —tanto en su dirección como en la toma decisiones para hacerla más útil, amplia, incluyente, efectiva, asertiva y operativa— solo con los mismos actores que ya se habían agrupado en un Frente Amplio.
Para lograr salir de la crisis es imprescindible promover el reencuentro del liderazgo opositor; de quienes en el pasado reciente convocaron a la abstención, como de aquellos que llamaron a votar. Además, de quienes hasta ayer acompañaron al actual gobierno, pero que hoy ven necesario provocar un cambio radical en todas las instituciones de la república.
Debemos saludar la declaratoria realizada por quienes en el pasado se venían asumiendo como la única oposición existente en el país, porque los venezolanos queremos ver que ahora sí se harán nuevos esfuerzos para convocar e incluir a todos los partidos que deseen ser parte de la alianza, garantizando la mayor amplitud posible en el proceso de deliberación y discusión política
Un acuerdo de esta naturaleza pasa, inequívocamente, por establecer políticas públicas alternativas que nos ayuden a superar esta tragedia nacional, de por sí insostenible.
El país que soporta internamente los avatares de la crisis y el otro que fue aventado por el mundo debido al hambre y la persecución política, anhelan una Venezuela distinta a la actual.
Armados de este propósito de cambio y en unidad, debemos ir en busca de acuerdos con quienes objetivamente tienen el control del Estado para que, sentados todos, coloquemos sobre la mesa los intereses del país y no las apetencias grupales que tanto daño le ha ocasionado al ciudadano, ocupado más de sus problemas.
Observamos con profunda preocupación cómo el presidente Maduro, mediante imposiciones anticonstitucionales y valiéndose de su nuevo Poder Legislativo, le anuncia al país un paquete de leyes que le alejan más al ciudadano la posibilidad de dirimir sus diferencias a través del sufragio.
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Insistir en atropellar el orden institucional y la paz de la república solo llevará al gobierno a que la comunidad internacional —y de forma particular los países de la región agrupados en la OEA— ratifiquen lo que han venido señalando en torno al giro dictatorial asumido por el presidente Nicolás Maduro.
Tenemos un gobierno que basa toda su estrategia de dominación en distanciar a la ciudadanía del ejercicio de la soberanía popular. Es muy grave y peligroso que los sectores radicales de la oposición también intenten acostumbrar al venezolano a no votar. Ese esfuerzo, sin proponérselo, le facilita el camino abstencionista que, soterradamente, también promueve el gobierno.
Votar siempre ha sido un objetivo en las luchas políticas de los venezolanos y ese afán por la democracia debemos reivindicarlo ante lo que será un hecho más que evidente; y nos referimos a las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes, previstas constitucionalmente a realizarse en este 2021.
Los pésimos niveles de aceptación popular, tanto en los sectores de la oposición como en el mismo gobierno; obedecen a un país hastiado de tanta incompetencia para proponer salidas que le traigan al venezolano sus niveles de prosperidad perdida y la normalidad constitucional en el quehacer político.
Los acuerdos de toda la oposición que debemos promover deben estar orientados bajos estas premisas. Debemos convocar al país a tomar el sendero de la lucha social y al ejercicio de su soberanía popular. Si logramos presentarnos unidos y con propuestas viables de cambio en las futuras elecciones, de seguro que estaremos iniciando el camino más certero y viable para salir de Maduro.
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