Agua: Entre la abundancia y la escasez, por Omar Ávila

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El acceso al agua potable es un derecho humano fundamental, reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas; sin embargo, en nuestro país, este derecho se ha convertido en un privilegio para unos pocos, mientras que a medida que avanza el tiempo, gran parte de la población enfrenta serias dificultades para obtener el vital líquido de manera regular y segura.
A pesar de vivir en un país con vastas reservas hídricas, la crisis en el suministro de agua potable expone a millones a condiciones de vida precarias y obligándolos a recurrir a fuentes alternativas, muchas veces no aptas para el consumo humano, y algunas otras es un lujo que pocos pueden costearse, hecho que contribuye a incrementar la desigualdad presente en otros aspectos de la vida como vivienda, educación, transporte o alimentación.
En términos de recursos hídricos, Venezuela es un país privilegiado, ya que cuenta con una capacidad estimada de 1.325 kilómetros cúbicos de agua dulce, nos encontramos entre las diez naciones con mayores reservas hídricas del mundo; tenemos una extensa red de ríos y 91 embalses que almacenan aproximadamente 157 km³ de agua; y aun así, la abundancia de este recurso no se traduce en un acceso equitativo para la población. La falta de mantenimiento y modernización de la infraestructura hídrica ha derivado en un suministro irregular y en la contaminación de las fuentes de agua potable.
El deterioro de las redes de distribución, sumado a la falta de inversión en plantas de tratamiento y sistemas de bombeo, ha generado un colapso progresivo del servicio, recordemos que hace más de dos décadas, el sistema de bombeo podía distribuir una cantidad mucho mayor de agua en comparación con la actualidad, donde se estima que solo se bombea un tercio de lo que se distribuía entonces.
El problema del agua en Venezuela es complejo y varía según la región: en nuestra capital, Caracas, el suministro es irregular y está sujeto a racionamientos que pueden limitar el acceso a tan solo ocho días al mes en algunas zonas, mientras que, en las áreas más altas de la ciudad, el servicio puede llegar solo cada 21 días. En el interior del país y en comunidades populares, la situación es aún más grave: hay sectores donde los habitantes pasan semanas o incluso meses sin recibir agua por tuberías.
Ante esta crisis, muchas personas han recurrido a soluciones alternativas como la compra de agua en camiones cisterna, la extracción de agua de manantiales y pozos, o la recolección de agua de lluvia. Sin embargo, estas opciones representan costos adicionales que impactan de manera significativa en la economía de los ciudadanos, ya afectada por la inflación y la precariedad laboral. Es importante destacar que el vital líquido influye directamente en la salud.
Garantizar un servicio de agua potable eficiente en Venezuela requiere más que preservar las fuentes hídricas, como la cuenca del Lago de Maracaibo y la del río Orinoco (zona que genera la mayor parte del agua del país). Es imprescindible un sistema de control, distribución y saneamiento modernizado que asegure la calidad del agua y su acceso equitativo.
Para ello, es urgente la construcción y culminación de 18 obras claves en el sector, entre las que destacan: el Acueducto Mamporal, construcción de las represas Dos Bocas y del embalse de Puerto Maya, rehabilitación de las plantas de potabilización La Mariposa y Caujarito, Proyecto Tuy IV y el sistema Hidráulico Yacambú-Quíbor, entre otras.
Con una planificación adecuada y la asignación de recursos suficientes, estas obras podrían completarse en un período máximo de cinco años. Desde distintas iniciativas y organizaciones, se plantea la necesidad de un enfoque integral que abarque todas las fases del sector hídrico: saneamiento, tratamiento, transporte, cobertura y monitoreo preventivo.
El acceso al agua potable en Venezuela no solo es un tema de infraestructura, sino también de gestión eficiente y compromiso político. Existen ejemplos internacionales que demuestran que es posible revertir situaciones críticas mediante inversiones estratégicas y voluntad gubernamental. Países como Singapur, que carece de grandes fuentes naturales de agua, han logrado garantizar el suministro a su población mediante tecnología avanzada, políticas de reciclaje de agua y eficiencia en la distribución.
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Venezuela, con sus enormes reservas hídricas, tiene el potencial para resolver esta crisis si se implementan las medidas adecuadas. Desde Unidad Visión Venezuela consideramos imperativo que el Estado asuma su responsabilidad y que se promueva la participación de expertos, sociedad civil y sector privado en la recuperación del sistema hídrico, ya que el agua es un derecho, no un privilegio, y su acceso debe ser una prioridad en la agenda nacional.
Omar Ávila es secretario general nacional de Unidad Visión Venezuela.
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