Aguas tumultuosas…, por Marisa Iturriza
Si bien es cierto que miles de ciudadanos padecen penurias acuciantes, agravadas, para peor, con las inundaciones en varios estados del país, incrementando las usuales carencias, hambre, enfermedad y dolor patriótico, no es para cantarle a el proceso aquello de “si naciste sin corazón en el pecho”, obviando que si no le ha dado mayor atención a la emergencia local si tiene un corazón grande porque -no hace mucho- le envió “ayuda humanitaria” grande a la isleña sede que lo rige y si, “por ahora” ¿recuerdan eso? no ha atendido estas crecientes, los afectados que se aguanten, porque no hay comparación ante algo tan verdaderamente grave de verdad-verdad como lo es el peculiar intento de “grandicidio” ocurrido el primer sábado de este mes.
Es correcto denominarlo “grandicidio” porque estuvo dirigido contra el más grande dentro del más grande funcionariado del país, dando lugar a grandes persecuciones contra “el enemigo” para que “Se arrepienta de haber nacido”
Satisface superlativamente al gusto local por lo grande: El salto de agua más grande, las mujeres más bellas, las mayores reservas de petróleo, el teleférico más alto aunque no funciona, la inflación más elevada, la emigración más grande, la moneda más devaluada (cambiar nombre al pobre Bolívar tan desvalorizado), niveles estratosféricos de corrupción y, para no quedarnos atrás, esas “tronco´e crecidas” no por culpa de algún animalito de esos a los que les achacan fallas eléctricas (pensábamos proponer el tukeke o el chiriguare) si no por culpa ¡claro! de los ríos colombianos inundados, ya visitados por su recién encargado presidente y que, según la vicepresidencia local, engordan a los de aquí, entre ellos al gran Orinoco que, por eso, se desbordan, y no por ecocidios o falta de prevención.
Mientras Arturo Uslar Pietri expresa en un poema que “Heráclito me lleva entre su río”, es hora de que la oposición entienda que “la fuerza es la unión” y no de dar “pancadas de ahogado” como chapoteando con Caronte en las aguas contaminadas del prometido y nunca saneado Río Guaire, para que todos naveguemos en el río transparente de la honestidad y el progreso, con deberes y derechos iguales para todos dentro de la justicia, poniéndole atención a lo que dijo Roberto Bolaños: “El mundo de la ultraderecha es desmesurado y deslumbrante. Lo que pasa es que yo cojo el mundo de la ultraderecha pero, muchas veces, en realidad de lo que estoy hablando es de la izquierda”