Ahora sí, déjenlos pasar…, por Carlos Bracho
Twitter: @elcarlosbracho
Hace pocos días, las redes sociales estaban llenas de mensajes despectivos, e incluso cargados de odio, en los que muchos venezolanos aseguraban que la ola de migrantes que va pasando América Latina no los representaba. Incluso se llegaba a leer con firmeza peticiones al gobierno de los Estados Unidos para que no dejaran pasar a estos migrantes a su territorio, pues su accionar no es el de la mayoría de los venezolanos.
Palabras más o palabras menos, hace pocos días las opiniones en «twitterlandia» apuntaban a una tendencia de rechazo a la caravana de migrantes venezolanos, entendiendo que estos mensajes siempre iban acompañados de videos que, ciertamente, no expresaban ningún tipo de contenido positivo o enriquecedor, mucho menos que enaltecen nuestra cultura.
Sin embargo, eso no era motivo para que cientos de «opinadores» arremetieran contra la necesidad y el hambre de la gente, pues efectivamente muchos tomaron la decisión de migrar porque era su única alternativa.
Entrando en materia, el gobierno de Estados Unidos, tras varios meses de prestar apoyo a los migrantes venezolanos que cruzaban la frontera desde México, anunció que desde el miércoles 12 de octubre entraba en efecto la deportación inmediata de venezolanos que cruzaran la frontera de manera ilegal. Dicha deportación sería hacia México y así fue. De manera inmediata, miles de venezolanos que iban llegando eran deportados a México, tirados a su suerte y perdiendo la esperanza del tan llamado «sueño americano».
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No voy a profundizar en procesos migratorios, cifras o fechas, pero sí quiero profundizar en cómo desde el anuncio de esta medida los guerreros del teclado que pedían a gritos que no dejaran pasar a estos venezolanos, ahora reclaman con sangre, sudor y lágrimas que el trato de Estados Unidos es inhumano y que estos migrantes tienen todo el derecho a pasar la frontera.
Como si de una comedia negra se tratara, el enfoque de muchos está impulsado por el disfrute de la tragedia, por la crítica camuflajeada de odio y llena de confrontación, jugando con el sentir y la vida de otros, sin entender que cada opinión tiene sus consecuencias y que si esta opinión es generalizada, siempre generará algún tipo de resultado.
Con esto no hago referencia a que los «opinadores» son los causantes de todo este resultado trágico, para nada, pero sí hago referencia a que son los causantes de gran parte de la imagen errada que tienen muchos sobre nuestra gente y que mientras esto siga así, las puertas abiertas serán menos. Es importante analizarlo y reflexionarlo.
Carlos Bracho es periodista
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