Ahora sí viene el cambio, por Rafael A. Sanabria M.
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Qué curioso que después de tanto tiempo, vamos a tener ahora una ley antibloqueo, aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente. Con la proximidad de las elecciones no sé si es casualidad, más bien creo es causalidad, pero en tres años no habían pasado de juramentar alcaldes y gobernadores, aprobar la memoria y cuenta del presidente.
Qué interesante haber escuchado de la primera autoridad que hay esperanza para los venideros días. Lo extraño es que las sanciones ya tienen varios años y las autoridades no se habían preocupado por una ley de este tenor. Tanto el Tribunal Supremo de Justicia como la Asamblea Nacional Constituyente sólo se habían dedicado a repetir “la Asamblea Nacional está en desacato”, esta frase que se ha hecho muletilla durante estos años, pero no habían propuesto algo diferente al supuesto desacato ni a las sanciones de EEUU.
Cuando los personajes que hoy por hoy ocupan los escaños de la Asamblea Nacional Constituyente llegaron al poder y como escoba nueva que barre bien, ofrecieron una lista de precios de los artículos de primera necesidad a precios accesibles, de eso hace bastante tiempo. Aún el heroico pueblo espera la famosa lista para al menos comprar algo con el pírrico sueldo que recibe. Tal vez ahora sí llegue junto con esta ley antibloqueo.
El mayor descaro es decir que hay que rescatar la Asamblea Nacional, para que el venidero 5 de enero arranque el cambio que se necesita. ¿Pero cuál cambio?, si han tenido todo el poder en sus manos y han sido indiferentes. El lenguaje utilizado en los actuales momentos no incentiva al progreso, sólo demuestra su afán de poder.
En todo caso, esperemos que esta nueva ley no sea letra muerta, como otras leyes que el mismo Estado ha pisoteado como le da la gana. Por ejemplo, la tan enaltecida nueva ley del trabajo, para que por fin los trabajadores venezolanos, bla, bla, bla. Pero la triste realidad es que los más viles y duros empleadores son las alcaldías revolucionarias que desconocen su propia ley y se envalentonan con los más humildes trabajadores, inclusive los de su propia tolda.
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Deseáramos de corazón que esta ley antibloqueo no fuese una vulgar propaganda electoral más, para conseguir adeptos esperanzados ante los venideros comicios del 6 de diciembre. También deseáramos saber en qué consiste la ley, cómo podrá protegernos a lo interno del país cuando el bloqueo es externo. No sabemos qué poderes físicos o metafísicos invocará para lograr sus propósitos, ni cómo quienes se han demostrado incapaces de simplemente mantener funcionando algo que ya lo hacía o tan sólo distribuir los víveres sin que se los roben, van ahora a crear una fantástica y esotérica barrera protectora, un aura mágica, algún poderoso conjuro protector, y luego todos seremos felices. En verdad, ojalá pudiesen, lo necesitamos.
El cambio está en la revolución, así afirman los voceros del gobierno, aunque ellos aceptan que han cometido errores, pero aun así sólo ellos pueden garantizar el cambio que el país necesita. Qué ignorancia o prepotencia la de ellos, pero sobre todo que corta la memoria. Pareciera que han olvidado que tienen 20 años como gobierno, ¿será cambio o continuismo?
Bueno, si de verdad quisieran propiciar un cambio tendrían que comenzar por ellos mismos. Porque muchos de los males actuales de nuestra república, bien pueden ser por las sanciones, pero sobre todo y antecediéndoles, se deben a la negligencia y descuido de las autoridades en sus funciones públicas.
No se justifica que haya competencias que son propias del Estado y éstas no se cumplan, desde hace un buen rato. Es decir, no son culpa de sanciones sino de manos inescrupulosa que están dentro del gobierno. ¡Ahora sí viene el cambio! No se sabe cuál, pero viene por allí. Tal vez llegue pero con otra frase para entretenernos otros tres años más. Insisto, los discursos hablan por sí solos, ninguno muestra una luz en el camino, todos son simples atajos para salir del paso. En pocas palabras un entretenimiento más.
Pueblo, es tiempo de despertar. Ya basta de seguir creyendo cual niños en ilusiones que sólo se quedan en eso. Hay más hambre. Hay enfermedad. Hay desempleo. Las instituciones en declive. La infancia abandonada, indigencia, segregación etaria, inseguridad entre tantos otros problemas.
Si no han sido capaces de darle cambios a estos flagelos, es demasiada ingenuidad albergar esperanzas de quienes han mentido sin vergüenza alguna, por sus fines políticos.
Yo, soy pueblo.
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