Ajá, ¿y ‘tonces?, por Carlos M. Montenegro
En preguntar lo que sabes el tiempo no has de perder…
Y a preguntas sin respuesta ¿Quién te podrá responder? (A. Machado)
Por enésima vez me equivoco al creer ilusamente que por tener muchos años vividos ya se ha visto todo. Pero es que no salgo de la estupefacción ante los acontecimientos vividos durante estas semanas en una Venezuela llena de escombros, de fábricas muertas, cordilleras de basura, calles sin luz, habitantes famélicos y enfermos sin nada con que curarse.
No es que sea nada nuevo, pero sí lo es su magnitud. El título de este escrito no es otra cosa que la síntesis de mis confusas conclusiones ante tanto disparate ocurrido en tan corto tiempo. El delirio y lo absurdo parecen ser las bases de un gobierno que dice saber lo que quiere, aunque lo cierto es que los resultados son muy, pero que muy malos; construir un régimen a base de destruir un país no parece el método idóneo para lograr la afección de los ciudadanos, ni aun trocándolos en súbditos, porque la realidad terminará por imponerse.
El mal hacer de estos que hoy mandan, está tomando proporciones artísticas como para exhibir. El cúmulo de barbaridades que cometen por decreto o por narices, les da igual, algún día podrá ser contenido para una enciclopedia del desastre, y no sería extraño que se convierta en asignatura obligatoria sobre lo que se debe hacer en política económica, social, sanitaria, legal y otras etcéteras, para fracasar estrepitosamente en el intento y terminar siendo execrado por medio mundo al menos. Se mire como se mire se vislumbra un mal final.
¿Cuánto tarda en suceder? eso no se sabe, pues dependerá de la capacidad de aguante de cada pueblo. Para la historia, el tiempo no suele ser algo relevante, ya se sabe que en la antigüedad las cosas iban sin prisa, al “trantrán”, aunque sin pausa, pero acontecían. Hubo regímenes que necesitaron tal vez milenios para aflorar o desaparecer, pero como decían don Hilarión y don Sebastián en la famosa zarzuela del maestro Bretón: “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”.
Para el siglo XX los tiempos históricos se habían acortado notablemente y sistemas políticos que se pensaban duraderos cayeron mucho antes de lo esperado; baste recordar el sistema comunista soviético de la URSS instalado en 1917, que se derrumbó sin que lo empujaran, y tras la demolición en 1989 del muro de Berlín arrastró a la mayor parte de sus satélites, hartos de un sistema que obviamente no sirvió.
Mucho más breve fue el derrumbe del fascismo instaurado en Italia en 1922 por Benito Mussolini y del régimen Nazi de Adolf Hitler, que gobernó en Alemania desde 1933. Ambos se desplomaron estrepitosamente en 1945. Claro que en este caso fue necesario hacerlo por la fuerza tras una terrible guerra mundial, la segunda, provocada por el delirante Führer y secundado por el mesiánico Duce. Por cierto que ambos terminaron muy malamente. Para lograrlo fue necesario que capitalistas y comunistas, sistemas irreconciliables por definición, se unieran para terminar con el enemigo común y una vez logrado el objetivo se volvieron a confrontar, pero esta vez cambiando la guerra caliente por una Guerra Fría. Sin embargo acabar con semejantes tiranos costó muchos millones de vidas y la ruina de naciones enteras con sus sobrevivientes incluidos.
Y aún así, han dejado múltiples secuelas que con el tiempo pareciera que se van adaptando a los tiempos, a veces a la fuerza y otras por pragmatismo para mantenerse. Pero aún subsisten quienes se niegan a reconocer la innegable realidad con contumacia digna de mejores causas; los argumentos que esgrimen suelen ser pobres, a pesar de las evidencias, tal vez porque los motivos no son confesables.
Es el caso de este país que respecto a la política y mal hacer de gran cantidad de políticos, históricamente ha sufrido de miopía, sordera, ceguera y amnesia. Pero en estos últimos años, lo malo ha anidado y crecido exponencialmente, en nuestra sociedad de forma que ya no es mensurable.
En cuanto al caso del gobierno y sus aprovechados partidarios, no veo la necesidad de recitar la letanía de males que nos aquejan, de lo cual no se dan por enterados con su pretendido autismo. Pero lo que confunde es que la “oposición” actúe con tan escasa efectividad y reiterada indolencia. Es como si también entendieran lo que quieren entender
Es cierto que el 20 de Mayo la mayoría de la gente no fue a votar y que “el candidato” ganó por millones al candidato ad hoc, puesto para perder. Pero los “blabladores” de turno salieron con prontitud a decirnos que el Gobierno había hecho trampa, ¡qué agudeza! En mi tierra natal hay un refrán que ilustra tan asombrosa perspicacia: “a cojón visto, macho”.
Una avezada voz política aseveraba por radio, y yo lo escuché, que no eran tiempos de “te lo dije”, sino de pasar página y considerar que “había llegado el momento de pensar responsablemente en consolidar una unidad para enfrentar a este régimen tramposo”, y soltó la perla sin siquiera despeinarse; lo grave no solo es lo dicho, sino que el entrevistador asintió y siguió como si nada pasando a otro tema. No sé qué fue lo peor.
Otro caso de agudeza política es cuando hace unos días el jefe de la institución que acoge a la banca privada, o algo así, y unos cuantos banqueros se entrevistaron con el jefe de gobierno para pedirle que suspendiera la puesta en práctica de lo del cambio de moneda para evitar un desastre, a lo cual el Presidente en una muestra de magnanimidad prorrogó la cosa, creo que por 60 días.
El desastre estaba cantado, pues faltando diez minutos para el cambio del cono (con n) monetario, al país no ha llegado ni un billete nuevo, y el jefe que no daba su brazo a torcer, y cuando está a punto de irse por el barranco llegan los de la corbata a proporcionarle el motivo para salirse del atolladero, quedando como un gobernante bonachón, comprensivo y dialogante. Lo raro es que sus salvadores son los mismos a los que hace unas semanas el régimen les despojó por la cara de Banesco, uno sus mejores bancos. ¿O, será por eso que fueron?
Señores, hace tiempo que todas las cartas están sobre la mesa. Está más que demostrado y es vox populi que este régimen no sirve para nada. Todos, dentro y fuera, están convencidos de que hay que quitarlo cuanto antes para evitar lo peor ¿habrá algo peor?
Basta ya de engañarse, la oposición anda diciendo que el Gobierno ha sufrido una gran derrota, pero, ¿quién gobierna? Y que el pueblo ha obtenido un enorme triunfo moral, pero ¿ha mejorado algo? Al pueblo se le pide calma y que tenga fe.
Y yo me pregunto “Ajá, ¿y ‘tonces?”
Sin óbice ni cortapisa
Mientras escribo esto, en España están cambiando al presidente de gobierno tras una peculiar moción de censura. Mariano Rajoy sale, y un socialista llamado Pedro Sánchez deberá formar gobierno en minoría apoyándose en un insólito “chiripero”, con el que tendrá que caminar sobre el alambre y sin red. No entraré en un análisis, pero lo que sí es cierto es que en ese país a pesar de todo, las instituciones funcionan. Qué envidia.