Alberto Fernández: el enigmático presidente electo del kichnerismo en Argentina
El triunfo del candidato del peronismo luce cada vez más seguro, y Alberto Fernández hace esfuerzos por aclarar algunas afirmaciones de su compañera de fórmula, Cristina Fernández de Kirchner, quien genera serias dudas en el mundo empresarial
Yosselyn Torres
El triunfo del candidato kirchnerista Alberto Fernández en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) el pasado 11 de agosto dio el primer campanazo, pues perfiló el regreso de la izquierda en Argentina. El mundo reaccionó con temor y se estremecieron los mercados. Durante más de tres años de mandato, el presidente Mauricio Macri aseguró que su país sería «Venezuela» si regresaba la oposición al poder.
¿Fernández se convertirá en el «títere» de Cristina Fernández de Kirchner? Es un enigma. Y los mercados bursátiles no tienen el mejor recuerdo de la viuda del expresidente Néstor Kirchner por sus medidas económicas. Hay temor a un control de cambios, como el aplicado por la exmandataria entre 2011 y 2015. La expropiación de YPF, al estilo de Hugo Chávez, también hace pensar que la mano dura contra el capital y los medios de comunicación retornarán.
Sin embargo, el candidato peronista hace esfuerzos para mostrarse como el hombre que eliminará la «grieta». En un país radicalizado por las diferencias ideológicas, Fernández acude a las entrevistas en las televisoras que nunca pisaría Cristina y dice que nadie lo convencerá de promover la reforma constitucional. Y debió aclarar que su compañera de fórmula, cuando habla de «un nuevo orden» se refiere a la idea de generar otros compromisos políticos.
Recientemente se hizo viral en las redes sociales una frase de Fernández del año 2016: «El peronismo fue conservador con Luder, neoliberal con Menem, conservador y populista con Duhalde, progresista con Kirchner y patético con Cristina». El candidato criticó la gestión de la hoy aspirante a vicepresidenta. Él renunció a la jefatura de Gabinete en 2008 por discrepar de la exmandataria.
Entre gustos y colores
El peronismo es variopinto, y para demostrarlo es necesario hacer un contexto de las distintas corrientes que confluyen en la amplia gama de ese movimiento político, citadas por el propio Alberto Fernández, quien ya deja ver que es más prudente que su aliada.
Ítalo Luder fue un dirigente del Partido Justicialista, quien ocupó la presidencia entre septiembre y octubre de 1975 porque la mandataria de ese entonces, María Estela «Isabelita» Martínez de Perón, solicitó un permiso por malestar de salud. En esos días firmó los decretos que ordenaron a las Fuerzas Armadas «aniquilar el accionar de los elementos subversivos» contra grupos guerrilleros de izquierda. La última dictadura militar (1976-1983) usó ese texto para justificar las violaciones de los derechos humanos. A raíz de esa decisión se lo tildó de conservador.
En un país cerrado a los mercados, proteccionista, es difícil atraer la inversión. Carlos Menem (1989-1999) intentó abrir las compuertas. Privatizó Aerolíneas Argentinas, redes ferroviarias y la petrolera YPF, entre otras empresas estatales. Además, redujo aranceles, levantó algunas prohibiciones a importaciones y liberó los precios. Esas medidas no evitaron la recesión, pero la restricción de la emisión monetaria logró bajar la inflación. No obstante, la contradicción del peronista llegó en 1992 cuando promulgó la Ley de Convertibilidad, que impuso un nuevo signo monetario. Un dólar valía un peso. Establecer el precio de una divisa en la legislación dista de las políticas neoliberales.
Eduardo Duhalde resultó elegido presidente por el Congreso de la Nación el 2 de enero de 2002, en medio del caos en las calles de Buenos Aires por la crisis económica y social. ¿Conservador y populista? Un amplio consenso en el peronismo y la oposición decidió ponerlo en la Casa Rosada hasta el 10 de diciembre de 2003. Derogó la Ley de Convertibilidad y el peso devaluado estimuló el comercio exportador. De una caída del 10,9% del PIB en 2002 pasó a un crecimiento del 5% en el primer trimestre de 2003. En menos de un año, creó el plan de jefes y jefas de hogar, para que el Estado entregara asignaciones económicas a familias con hijos menores de edad.
A finales de 2003 llegó Nestor Kirchner al poder. Su gobierno siguió los lineamientos de Duhalde. Mantuvo la devaluación de la moneda mediante una fuerte participación del Banco Central en la compra de divisas e impulsó a través de las exportaciones un crecimiento económico con tasas del PBI cercanas al 10%, al cierre de su gestión en 2007. Sacó al país de la cesación de pagos más grande de su historia. Canjeó la deuda soberana tras la crisis del 2001. Los índices de pobreza y de desempleo disminuyeron notoriamente.
¿Progresista? Se juntó con los líderes de izquierda de Latinoamérica: Hugo Chávez (Venezuela) Luiz Inácio «Lula» da Silva (Brasil). Pero el analista político Julio Bárbaro ha comentado que era un pragmático. Y que convocaba a los socialista para obtener réditos.
De patética a compañera
Nestor Kirchener había dejado en 2007 un superávit primario de 25.670 millones de dólares, según el Ministerio de Hacienda. Pero en 2015, último año de Cristina en la Casa Rosada, se reportó un creciente déficit primario de $ 45.803 millones.
En sus ocho años de gobierno, se aceleró la inflación. En 2007, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), que había sido intervenido por el kirchnerismo, calculó un 8,5% anual, contra mediciones de instituciones privadas que la ubicaron en un rango entre 16 y 18 por ciento. En 2015, el INDEC reflejó un aumento de la inflación interanual de 25,9%.
La politóloga de la Universidad de Buenos Aires Mara Pegoraro cree que Alberto se acerca al desarrollismo. «Es más parecido a Néstor que a Cristina», afirmó en una entrevista a TalCual. La deuda que contrajo Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional de más de 100 mil millones de dólares colocó al opositor en un dilema, porque desde el sector más radical del kirchnerismo se habló de no pagarla. El favorito a suceder al líder del PRO en la Casa Rosada salió a calmar la situación y dijo que saldará los compromisos, pero con un régimen de pago reestructurado.
Pegoraro deja claro que Argentina no debe endeudarse con el FMI y «esa es una posición ideológica en el que coinciden Cristina y en su momento Nestor». La experta indica que el nacionalismo es la esencia peronista, «ser autónomos económicamente sobre todas las cosas». En la actual turbulencia, «Alberto ha sido moderado en su discurso con un problema: no sabemos qué quiere, es una paradoja».
La fórmula presidente-vicepresidenta del Frente de Todos logró 47,78% de los votos en las primarias. Y Juntos por el Cambio de Macri y Miguel Ángel Pichetto obtuvo 31,79%. Con este escenario, Fernández no necesitará una segunda vuelta para ratificar su victoria. Este 27 de octubre se celebran las elecciones generales, y las encuestas le sonríen.
La encuestadora Ricardo Rouvier y Asociados prevé que el candidato opositor alcanzará el 52,3% de los votos frente al 34,3% de Macri, mientras que la encuesta de la consultora Federico González, que es a la que más atención presta el Frente de Todos, da al exjefe de Gabinete un 54% de intención de contra un 31,5% del actual mandatario.
Para la Consultora de Imagen y Gestión Política (CIGP) el pronóstico es de 51,37% a 35,08% a favor de Fernández, mientras que para Proyección la diferencia se amplia y se establece en 53,8% a 33,4%, siempre para el referente opositor.
Por su parte, la firma Trespuntozero estimó que Fernández llegará al 52,5% de los votos el próximo domingo, mientras que Macri alcanzará un 34,8%, mientras que la consultora Clivajes, que realiza sus encuestas a través de plataforma online, pronosticó en su último sondeo que Fernández logrará el 53,7% de los votos contra el 33,2% de Macri, contabilizando la proyección de votantes indecisos.
La herencia
Si concreta el triunfo, el ámbito internacional será complicado. Macri es el favorito de los mercados y aliado del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, por sus políticas de apertura económica. La devaluación de la moneda fue escandalosa un día después de las PASO. La cotización del dólar pasó de 45 a 60 pesos argentinos.
Tras las primarias, Bolsonaro advirtió a la Argentina que votaba por un personaje parecido a Lula da Silva y Hugo Chávez. Y dijo que no quería ver a argentinos migrar hacia el sur de Brasil como los venezolanos lo hacen en el norte. Luego amenazó con retirar a su país del Mercosur si gana Fernández, cuando hace pocos meses los miembros del bloque firmaron un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.
«Mercosur no influye en la vida de los argentinos como sí la Unión Europea en los españoles», enfatiza Pegoraro. Pero no hay que dejar de lado que Brasil es su principal socio comercial. La politóloga reconoce que Fernández deberá guiar cuidadosamente las relaciones con el temperamental Bolsonaro. El candidato ha dejado ver que mira a Europa y China. Hace unas semanas visitó a los jefes de Estado de España y Portugal. Y prevé tender relaciones, desde ya, con el socialista boliviano Evo Morales y el gobierno conservador de Perú.
Alberto Fernández deberá copiar al mismísimo Juan Domingo Perón, quien coqueteaba con la derecha y la izquierda. El asunto es si saldrá bien librado. Pegoraro vislumbra que de lograr la presidencia, pactará con la Cámpora (corriente radical) y lidiará con los sindicatos. La Confederación General del Trabajo (CGT) impuso cinco paros generales en la gestión de Macri. «El sindicalismo es traicionero, suele ser conflictivo con los mandatarios no peronistas y de resistencia con los peronistas». Pero no cree que ocurra una tranformación profunda con Fernández en el gobierno.
¿Quién es?
Alberto Fernández es abogado, profesor adjunto del Departamento de Derecho Penal y Procesal Penal de la Universidad de Buenos Aires, y desde joven estuvo vinculado al sector de los seguros y servicios financieros.
Recién en el año 2000 ganó el cargo de legislador para la Ciudad de Buenos Aires por el partido Acción por la República, que postulaba a Domingo Cavallo, exministro de Economía de Carlos Menem, como jefe de Gobierno de la Capital Federal.
Acompañó a Néstor Kirchner en los orígenes del «kirchnerismo», y fue su jefe de Gobierno cuando el expresidente asumió el cargo en 2003. Siguió como jefe de gabinete cuando Cristina Fernández, esposa de Kirchner, ganó las elecciones en 2007.
Pero en 2008 renunció en medio de un duro conflicto con el sector agropecuario del país por un paquete de impuestos al campo. Para entonces se alejó del kirchnerismo y fundó su propio partido político, PARTE.
Ya en 2013, se sumó al Frente Renovador liderado por Sergio Massa, el político que lo reemplazó cuando dejó el cargo como jefe de Gabinete de Cristina Kirchner. Desde que abandonó el gobierno de CFK, Alberto Fernández se convirtió en un crítico del kirchnerismo aunque considerado como un moderado dentro del peronismo.