Alemania: Las tareas que aguardan al canciller, por Fernando Mires

X: @FernandoMiresOl
1.
Partió mal la nueva coalición de gobierno. El día 6.05, cuando proforma debía ser aprobado por la mayoría del Bundestag el nombramiento de Friedrich Merz como Canciller de la Nación, faltaron 6 votos para obtener la, por todos esperada, mayoría absoluta. ¿Qué había pasado? Simplemente, algunos parlamentarios, aprovechando que la votación era secreta, decidieron refugiarse en el anonimato y anular sus votos. Algo nunca visto en la historia de la democracia alemana. El revuelo fue grande.
De acuerdo a la Constitución una nueva elección debía repetirse en 14 días. Demasiado tiempo.
El desconcierto era de película. Al fin, socialcristianos y socialdemócratas, recurriendo a un resquicio constitucional, decidieron llamar a una segunda votación en la tarde del mismo día. Antes, Friedrich Merz (CDU/CSU) y Lars Klingbeil (SPD), futuro vicepresidente y Ministro de Finanzas, se reunieron con sus respectivos parlamentarios y probablemente les leyeron la cartilla. La segunda votación dio humo blanco y al fin Merz fue elegido Canciller. Todo parecía volver a la normalidad, pero no pocos decían que, con el curioso incidente, Merz comenzaría su mandato con plomo en un ala. Tampoco era para tanto. El mismo Merz, con mucha compostura, se apresuró a decir que esos bemoles suelen aparecer en democracias. Tal vez es cierto, la democracia no es perfecta, aunque siempre perfectible. Pero de todos modos esas cosas no deberían ocurrir. ¿Por qué ocurrieron?
2.
No se sabe muy bien si el boicot vino de la esquina socialista o de la conservadora; o de las dos a la vez. Probablemente lo último es más cierto. Dentro de cada una de las fracciones hay segmentos que no están conformes con la composición del nuevo gobierno. Para algunos democristianos sus partidos han cedido demasiado a un partido que no pasa del 15%. Para algunos socialistas, ligados a la juventud del partido, la SPD ha dejado de lado principios históricos de la socialdemocracia y ven en Merz, no sin cierta razón, a alguien demasiado inclinado a la derecha dentro de la CDU. Pero así son los pactos políticos.
Como dijo no me acuerdo quién, los pactos políticos son buenos cuando no dejan contento a ninguna de las partes. Este puede ser el caso.
Lo importante es que, desde ese día, Alemania tiene un canciller: Friedrich Merz.
A avanzadas horas de la noche, Merz realizó la primera sesión con todo el gabinete, y al día siguiente viajó muy temprano a Francia y a Polonia donde era esperado con grandes honores por Emmanuel Macron primero y por Donald Dusk después. Nunca el ex canciller Scholz fue recibido con tanta grandiosidad, murmuraron los periodistas malpensados. Efectivamente, como reza un comunicado conjunto emitido por Macron y Merz, las relaciones franco-europeas viven un «nuevo comienzo», uno que será muy importante para la reconfiguración de Europa después de que el presidente norteamericano Donald Trump hubiera quebrado, tal vez para siempre, a la Alianza Atlántica.
3.
Efectivamente, los principales problemas que enfrenta Alemania son muy parecidos a los que enfrenta Francia y, a la vez, toda Europa. No por casualidad, en el comunicado conjunto emitido por Macron y Merz fue puesto en primer lugar el tema de la guerra de liberación nacional que tiene lugar en Ucrania. De las palabras del texto es posible inferir que el nuevo Canciller alemán se diferenciará de la política excesivamente reservada que mantuvo Scholz frente a Putin.
Si bien durante Scholz la ayuda a Ucrania era considerable, siempre fue hecha con reservas, como si lo principal hubiera sido no asustar a Putin. El comunicado debe haber sido leído con alivio en Kiev. Tanto en sus encuentros con Macron y Dusk, quedó claro, además, que la guerra de Putin en Ucrania deberá ser enfrentada no solo con más decisión sino también con mayor coordinación. No fue dicho, pero podemos leer entre líneas, que las decisiones de ayuda a Ucrania, sobre todo después de la traición de Trump a Europa, no deben ser responsabilidad de la UE sino de bloques internacionales como el ya existente formado por Francia, Alemania, Inglaterra y Polonia. Es la llamada «coalición de los dispuestos” (Koalition der Willigen). La principal alianza militar que ha tenido lugar entre países europeos.
La UE deberá ser lo que es en estas condiciones. Un foro de discusión, un organismo de coordinación económica, y muy poco más.
Hacer depender las decisiones europeas de la UE acerca de Ucrania es someterse al veto de gobiernos colaboradores de Putin, como son los de Hungría, Serbia, Eslovaquia y probablemente, en unos pocos días más, Rumania.
En efecto, la UE no fue creada para conducir una guerra. Más si se tiene en cuenta que, de acuerdo al imperativo democrático que predomina en Europa, la política internacional depende de correlaciones políticas que se dan periódicamente en cada país. Esa es una gran ventaja militar para Putin quien no necesita someterse a dictámenes de una mayoría pues todos saben que las elecciones en Rusia son simples farsas.
4.
Las guerras, la de Ucrania y las que probablemente vendrán, deberán ser ganadas o perdidas en dos frentes, el internacional y el nacional. Eso significa que los enemigos europeos de Ucrania no solo están afuera sino al interior de cada país europeo. De ahí que, para ganar la guerra militar, cada gobierno democrático europeo –el de Merz también– se encuentra en la obligación de ganar la guerra política al interior de cada país. Putin lo sabe muy bien. Por eso interviene sin ningún desparpajo en la política de casi todos los países europeos, financiando a partidos de ultraderecha, o fascistas, o nacional-populistas, pero también a sectores de extrema izquierda.
En el caso alemán la mano de Putin se mueve al interior del partido del Canciller, pero sobre todo al interior de la socialdemocracia donde hay grupos que, en nombre de la paz, son obsecuentes con la política del Kremlin. No deja de ser interesante mencionar que justamente cuando Merz se encontraba en gira internacional, periodistas investigativos descubrieran que políticos alemanes, principalmente socialdemócratas, se reúnen periódicamente con funcionarios rusos. Se trata del grupo «Petersburg». El miembro más destacado del grupo, el político socialdemócrata Ralf Stegner, fue sorprendido por el programa televisivo «Kontrast» (ARD) en reuniones secretas con funcionarios de Putin, en Bakú. Probablemente, como ocurría con el principal colaborador de Putin, el ex canciller Gerhard Schröder, tales contactos son usuales y, por cierto, los políticos que a ese juego se prestan, son retribuidos generosamente desde Moscú. El escándalo está recién comenzando.
Como Stalin ayer, Putin maneja muy bien a sus «quintas columnas» europeas. Merz y Macron lo saben por experiencia propia. En ambos países las derechas e izquierdas extremas son proclives a la colaboración con Rusia en contra de los intereses de Ucrania y, por ende, de Europa. Pero que además entre los partidos de centro existan contactos con el dictador ruso, es un problema contra el cual deberá lidiar Merz.
La política internacional es dependiente de la nacional y viceversa, sobre todo en tiempos de guerra como son los que vive Europa. Pero a la vez, porque precisamente son tiempos de guerra, los temas internos se encuentran imbricados entre sí. O, en otras palabras: los temas políticos son transversales con respecto a los militares. Esa condición transversal la vemos muy clara si nos detenemos en el problema más grande que hoy vive Europa. Sí, nos referimos al tema migratorio.
5.
No es un misterio para nadie que las ultraderechas putinistas crecen en Europa debido al problema migratorio. Efectivamente, y esto es lo que lamentablemente callan los políticos europeos, las migraciones de nuestro tiempo son las más grandes y numerosas de toda la historia de la humanidad. La llamada globalización ha globalizado a los mercados y dentro de esos mercados se encuentran manos de trabajadores, quienes a su vez tienen familias que alimentar.
Las grandes masas migratorias se dirigen hacia los lugares donde hay demanda de trabajo, protección social y alimentos. Visto así, la emigración, producida por la ruina de las formas industriales de producción, avanza principalmente hacia los países democráticos de Occidente, y nunca hacia Rusia o China. En tal sentido es innegable que también la migración tiene un componente político.
Las garantías sociales de las que cada democracia dispone hace más atractiva la migración. Así no puede extrañar que los partidos anti-emigrantes, los de la ultraderecha europea, sean también, abiertamente antidemocráticos. De ahí que no pocos países prósperos deberán enfrentar el dilema: o conservamos nuestra democracia tal como la conocemos, o la restringimos a fin de evitar migraciones. Lo que callan es que, aun restringiendo las democracias, las migraciones continuarán, en tanto sigan siendo lo que son para quienes emigran, una elección entre la vida y la muerte. No exageramos.
Revisando los países de orígenes de los emigrantes que llegan a Alemania, se infiere que en los últimos años las migraciones provenientes de países no miembros de la UE, como las de Siria y de Ucrania, superan numéricamente a las que provienen de otros países. Ahora bien; tanto Siria como Ucrania han sido objetos de la agresión de la Rusia de Putin. Esos emigrantes vienen de economías en ruinas, pero esas ruinas han sido provocadas a su vez por las guerras de Putin, o que apoya Putin, en diversos lugares de la tierra.
Las guerras sean internas o externas, atizadas por Rusia en el presente y por los Estados Unidos en el reciente pasado, son la principal fuente desde donde provienen las migraciones de nuestro tiempo.
Eso no significa que en un mundo de paz no habrá migraciones, entre otras cosas porque muchos países las necesitan, como es el caso de Alemania y Francia, donde la escasez de mano de obra barata que impera en ambos países es muy notoria. Pero esas migraciones son mucho más fáciles de racionalizar en tiempos de paz que en tiempos de guerra.
Explicar la razón de las migraciones –las estructurales y las inducidas– no es un tema académico, ni siquiera demográfico, sino esencialmente político. Sobre todo, lo es si tomamos en cuenta que los partidos carroñeros de la extrema derecha alemana se alimentan del tema de la migración, sembrando odio y miedo entre la población y pasando por alto el hecho de que gran parte de esas migraciones provienen de las devastaciones provocadas por gobiernos al que esas mismas ultraderechas apoyan, como es el de Putin. Saber explicar en palabras simples esas implicaciones es tarea de un gobernante, y esa deberá ser también una tarea para Friedrich Merz. En cierto modo, gobernar es explicar, algo que nunca hizo el ex canciller Olaf Scholz.
La ultraderecha no debe ser enfrentada jurídica o policialmente, como pretenden algunos políticos superficiales de Alemania, sino, antes que nada, políticamente. ¿Cuesta decir que una de las razones principales de las migraciones son las guerras, y que esas guerras han sido provocadas por Putin a quién los partidos anti-migratorios como AfD apoyan abiertamente? Para expresarlo en una fórmula simple: derrotar a la ultraderecha putinista es una de las principales condiciones para derrotar política y militarmente a Putin y esa deberá ser una tarea del gobierno de Friedrich Merz.
6.
Alemania vive, quizás con mayor intensidad que otros países del continente, la transición que se da entre el orden socioeconómico industrial y el orden socioeconómico digital. Precisamente el hecho de haber sido campeón en el proceso de la industria pesada ha hecho que esa transición sea más dificultosa que en otros países ante los cuales Alemania se encuentra hoy en desventaja. Hoy el país se encuentra situado frente a la alternativa de forzar la industria digital o contentarse con seguir siendo una potencia económicamente mediana. Eso no significa que será necesario desmantelar las estructuras industriales sino reorientarlas en el marco del nuevo orden digital. La industria ecológica, en la que Alemania continúa ocupando un lugar prioritario, se sirve, mucho más que de la industria clásica, del aporte derivado de las tecnologías digitales más modernas, como la inteligencia artificial, la energía y la tecnología no contaminante. Lo mismo deberá ocurrir con el impulso que promete dar Merz a la cada vez más sofisticada industria militar. Más aún, probablemente su administración deberá postergar proyectos ecológicos elaborados durante el gobierno anterior para traspasarlos al área de la producción militar.
*Lea también: El país donde la historia se repite, por Fernando Mires
Es duro escribirlo. Pero la realidad obliga. Lo dicho tiene que ver con la ruptura del tabú alemán. Me refiero al hecho de que será necesario traspasar fondos hacia el área de la producción nuclear, sobre todo hacia el rubro del armamento nuclear del cual, Alemania, a diferencias de Francia, no dispone.
Nunca en mi vida pensé que alguna vez iba a tener que escribir estas palabras, pero hay que convenir en que toda discusión o diálogo con Putin pasa por alcanzar el armamento del más alto nivel tecnológico posible. En ese punto -casi todo el mundo está de acuerdo- Putin no entiende otro lenguaje que no sea el de la superioridad militar. Eso significa que la única posibilidad para sentarlo en una mesa de negociaciones es presentarse frente a sus amenazas con dispositivos tan mortíferos como los suyos.
El rearme alemán, ocurrido en el pasado para alimentar la guerra, debe hoy tener lugar para alimentar la paz. Frente a esa realidad objetiva el Canciller Merz está obligado a tomar decisiones drásticas, por muy impopulares que ellas sean. No solo las democracias están amenazadas por un vecino atómico, mitómano y brutal como es la Rusia de Putin. Lo que está en juego es la integridad del propio orden geográfico europeo.
7.
En el momento en que estaba a punto de sonar el pitazo final de este artículo me llegó el comunicado emitido hoy, 10.05, por la «coalición de los dispuestos» reunida en Kiev, evento al que la mayoría de los medios de comunicación tildan de «acontecimiento histórico». Allí se encontraron reunidos, junto con el de Ucrania, los gobiernos de Alemania, Francia, Inglaterra y Polonia.
Las palabras de los «dispuestos» fueron cuidadosamente emitidas. Por de pronto, guiados por el estilo de Zelenzki, nadie, ni siquiera Macron, usó un lenguaje rupturista con los Estados Unidos; todo lo contrario: según Zelenzki (textual) «nosotros sabemos que los Estados Unidos nos apoyarán» . Trump telefoneó con los participantes, uno por uno. La idea es exigir a Putin un armisticio de 30 días para que tengan lugar las conversaciones que teóricamente deberían llevar a un acuerdo de paz, gracias a la mediación de los Estados Unidos y a la presión europea.
En el caso de que Putin, como ha sucedido otras veces, se niegue a aceptar la tregua, los gobiernos allí reunidos acordaron aumentar las sanciones en contra de Rusia, sobre todo en el sector bancario y en el energético. Esa amenaza debe haber resbalado por la cabeza de Putin. El dictador sabe que cuenta con el apoyo incondicional de China, India, Irán, y con el de por lo menos tres gobiernos europeos. Putin entiende, además, que más allá de lo simbólico, esas amenazas no juegan ningún papel. Probablemente «los dispuestos» también lo entienden así, pero ellos siguen creyendo que lo simbólico juega un papel importante en la política internacional. Interesante desde el punto de vista psicopático fue la respuesta del ex-presidente Roger Medvedev, cuyo trabajo consiste en decir lo que Putin no dice, pero piensa. Dijo textualmente: «pueden pasarse sus amenazas por el culo».
Ante esas poéticas palabras, el nuevo canciller de Alemania, Friedrich Merz, debe haber entendido que las tareas que lo aguardan, por lo menos en el plano internacional, son muchos más pesadas de lo que él había imaginado antes de haber optado al puesto de Canciller. Como dijo Joschka Fischer en un foro de discusión, «yo no quisiera estar hoy en su lugar».
Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo