Alertas sobre el desarrollo productivo en AL y el Caribe, por Marino J. González R.
El reciente documento sobre la perspectiva económica de América Latina y el Caribe, elaborado por la OECD, Cepal, CAF y la Comisión Europea, expresa en detalle los severos riesgos sobre el desarrollo productivo de la región. Estos riesgos afectan no solo los escenarios de corto plazo. También tienen implicaciones estructurales para la evolución de mediano plazo en todos los países.
Se destaca en primer lugar en el documento la desaceleración del crecimiento económico que experimenta la región. El crecimiento se ha convertido más bien en estabilidad. Peor aún es el efecto en la productividad. Mientras entre 1991 y 2024 la productividad aumentó $1,2\%$ anualmente a escala global, en América Latina y el Caribe aumentó $0,9\%$. Muy vinculado con este bajo desempeño en la productividad está la composición del mercado laboral: el $55,1\%$ de los empleos en la región son informales. Apenas el $2,1\%$ de los empleos se encuentran en sectores de mediana o alta intensidad tecnológica.
La tendencia de baja productividad, que se manifiesta de manera crónica en la región, solo puede progresar, de mantenerse, a una mayor pérdida de recursos humanos de altas capacidades, por la vía de la migración o reubicación en otras áreas de menor intensidad tecnológica. Y, obviamente, esto repercutiría en la agravación del círculo vicioso de baja productividad y bajo crecimiento.
Además de ello, la inversión requerida para subsanar la baja productividad tendría menos posibilidades de trasladarse a la región. En este contexto cobran también especial relevancia los efectos que tiene la duplicación de las emisiones de gases con efectos negativos en el ambiente. En otras palabras, se está experimentando un estado de bajo crecimiento con deterioro ambiental.
La manera de enfrentar esta situación, según se señala en el documento, es la implementación de políticas de desarrollo productivo (PDP) que permitan crecer más, con mejor desempeño, y menor afectación ambiental. Sin embargo, en este aspecto nuevamente la región muestra restricciones significativas. Estas políticas de desarrollo productivo reciben recursos equivalentes al $3\%$ del PIB en los países de la OECD, mientras en América Latina y el Caribe la asignación es menor al $0,5\%$ del PIB. Se indica en el documento que estas asignaciones corresponden más a consultas que a acciones directas y efectivas.
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De lo anterior se desprenden al menos dos líneas de acción. En primer lugar, se requieren más recursos. El déficit de financiamiento, de fuentes públicas y privadas, se estima en el documento en cerca de 100 mil millones de dólares anuales hasta 2030. Suplir este déficit requerirá aumentar las fuentes internas y las externas.
Para aumentar las fuentes internas se requerirá revisar la proporción que deriva de impuestos (actualmente $21\%$ del PIB), mucho menos del $34\%$ en países de la OECD. Las fuentes externas dependerán de los acuerdos con organismos multilaterales e instituciones financieras privadas.
La segunda línea de acción se deberá concentrar en los cambios de los contextos productivos en los países, promoviendo el mejoramiento productivo y la creación de nuevas empresas. En esta línea de acción se deberán incluir transformaciones sustantivas de los sistemas educativos y de innovación, así como notables inversiones en mejoras y ampliaciones de infraestructura.
Las alertas indicadas en este documento se suman a las notables limitaciones en el diseño e implementación de políticas públicas en la región. No se pueden conseguir buenos resultados cuando no se cumplen las premisas básicas para la calidad de las políticas públicas. En otras palabras, no se puede llegar a ninguna parte cuando no se identifica la ruta ni se tiene un buen mapa. Es tan sencillo como eso.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).
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