Algunas calles y esquinas de El Consejo, por Rafael A. Sanabria M.
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Imágenes variadas y palpables para reconocer e identificar un ayer, que el tiempo en su andar ha dejado como trajes perfectamente acomodados, a la medida, de un gentilicio humano, sensible y abierto a los cambios. Es para aquellos que, de alguna manera, se sienten comprometidos con la necesidad de reflejar el hoy y el mañana en los aciertos de la consejeñidad. Como bien muestra el presente trabajo, queda el más agradable de los sentimientos como sociedad con memoria.
Al rescatar lo holístico de ese recuerdo en sus calles, esquinas, nombres y cuentos, sus historias mismas, todo lo cual delinea una hermosa y sabia geografía humana y social. Con esto se trata de conectar al lector con los estudios del pasado y presente con habilidad socio-afectiva, que ofrece la más segura e invaluable partida de nacimiento de un pueblo. Signado por hombres, mujeres y niños cargados de fe, sabiduría y solidaridad para con propios y extraños. A continuación se ofrecen con mucha brevedad los nombres de calles y esquinas, sus cuentos, sus historias mismas.
Calle Real (Calle Bolívar): una larga travesía inaugurada el 19 de enero de 1866. Recibe popularmente, al principio, el nombre de Calle de Macádam, hoy llamada por decreto Avenida Bolívar. Concentraba el casco de la aldea consejeña, y reunía a las familias de estatus o condición social destacada, de ahí su nombre de Calle Real. Asomaba el rostro de fachadas de estructura colonial.
Calle del Ganado (Calle Sucre): durante la dictadura de Juan Vicente Gómez era la vertiente por donde bajaba el ganado en vía a Caracas. Silenciosa, polvorienta, espiada por ventanales coloniales donde se escondía una aventura, un amor o una fantasía de pueblo. Sus características era de ser de tierra y fangosa, era el paso obligado de las bestias que iban al matadero de la capital guiadas por personeros de Gómez.
Hasta hace pocos años se oía a muchas personas referirse a ésta como la Calle de Abajo, la que fue durante años sede de las tardes de toros coleados con motivo de las fiestas patronales, celebradas en agosto, en honor a Nuestra Señora del Buen Consejo.
Calle de la Amargura (Calle Villapol): es una inclinada travesía que enrumba hacia la plaza Miranda. En Miércoles Santo el Nazareno subía en procesión, de ahí su remoquete.
Calle El Empedrado (Calle César Zumeta): un centenar de piedras es el atavió de la vía, su camino lo formaban un collage de almacenadas piedras de provincias, nacidas de la naturaleza del pueblo y testigo de los pasos de los pobladores. Durante el gobierno de Gómez, esta calle se denominó calle Juan Vicente Gómez.
Calle Barrialito (Calle Urdaneta): El barreal superaba la firmeza de la superficie de esta calle, en la que el lodo reinaba como pionero. En ella se fundó la Sociedad del Carmen de Pequeños Agricultores el 20 de agosto de 1926. Además nacieron en esta calle las primeras células del partido comunista, ahí habitaba Valentín Mosqueda, comisario de Barrialito, fundador del PCV en El Consejo.
Calle Tronconero (Calle Ricaurte, parte baja): Los trancos o cortezas de madera eran el atavío de la travesía, limita con la quebrada Monte Oscuro, parte de esta calle fue predios del segundo cementerio del pueblo de El Consejo.
Calle Los Cachos (calle García de Sena): se conoció bajo este remoquete, porque en la misma estaba instalado el 1er matadero de El Consejo. A lo largo y ancho de la travesía se encontraban cachos de bestias. Ésta fue la primera calle del pueblo, llamado Camino de los Españoles.
Esquina del Viento (calle La Paz con Av. Bolívar): un inexplicado fenómeno de la naturaleza ocurre en la intersección de las calles La Paz con la Av. Bolívar. Un viento que llamaba su originalidad de provincia, hoy pasa casi desapercibido. En la Esquina del Viento quedaba la pulpería de Victorio Lías, posteriormente el supermercado y en la actualidad popularmente (sobre todo para el transporte público) se denomina Los Chinos.
Esquina El Bucare (calle Sucre con Bermúdez): un árbol de frondoso follaje, daba sombra a la mencionada esquina para que fuese frecuentada por los lugareños. Ahí quedaba la casa de habitación de Juan Salas “El Turco”, actualmente queda la UEP Colegio Santa Teresa.
Esquina La Roncha (calle Campo Elías con César Zumeta): una vieja casa de bahareque era el aposento para un expendio de licor que se denominaba la Roncha, preparado por el dueño de la pulpería Don Fernando Pacheco. De ahí el remoquete.
Esquina del Espanto (Calle César Zumeta con calle Urdaneta): un árbol de tapara fue el testigo del espanto, en él –se decía- se veía a un hombre en un chinchorro, un hombre sin cabeza, un hombre vestido de blanco, otro de negro y uno con un candil.
Esquina El Deleite (calle La Paz con calle Urdaneta): una vieja casa de bahareque servía de aposento a los bebedores del pueblo, ahí queda aún el bar El Deleite, propiedad de Juan Ceferino Sánchez, el hombre de la carreta. Lugar propicio para los tragos de rigor, los chistes y cuentos. Cercano a este bar quedaba el segundo matadero del pueblo.
Esquina El Acueducto (calle Campo Elías con calle Rivas Dávila): un conductor de agua es el referente por el cual recibe el nombre de El Acueducto. Ahí fue donde se instaló en 1938 la primera bomba de agua del pueblo.
Esquina Las López (calle Sucre con calle Villapol): una casona de estructura colonial era el lugar de residencia de la familia López, institución de numerosa parentela. De ahí el nombre de Esquina Las López.
Esquina Juan Díaz (calle Campo Elías con calle Rivas Dávila): Una pulpería de surtidos víveres, propiedad de Juan Díaz Cisneros, se asomaba como establecimiento meritorio para la compra de comidas y demás cosas. Posteriormente retorna como esquina de Juan Churro, bodeguero recordado por sus especiales dulces caseros de manufactura propia y por dador de ñapa.
Esquina La Planta (calle Sucre con Rivas Dávila): una planta generadora de energía eléctrica, sita en ese espacio, fue la primera fuente eléctrica de El Consejo. A Esteban Tovar y Martín Tovar se les reconoce como los primeros operarios de esta industria eléctrica. Posteriormente fue el Taller Mecánico La Planta (y anexo también el gimnasio del mismo nombre), luego el Bar Liberty.
Posteriormente para muchos adquirió el nombre del supermercado situado allí: Fátima. Finalmente, por la muchachada de los años 70 que allí se reunía asumiendo el nombre de La Crítica, era conocida por otros como la Esquina de La Crítica.
Esquina La Parrilla (Av. Bolívar cruce con Ricaurte): un bar denominado La Parrilla intercepta la zona, al igual que la bomba de gasolina con el mismo mote, propiedad de Ramón Mosquera. En su permanencia se conoció como lugar de reunión de la gente del pueblo con la intención de tomarse algunos tragos. También fue oportuna para tejer historias de amor que permitieron encontrar las estrellas madrugadoras una por una. Es propicio recordar que, mucho antes, estuvo situado aquí el segundo cementerio del poblado.
Esquina de Rafaelito Bello (calle Sucre con la calle Páez): una pulpería arropa dicha esquina, era sitio de tertulia para los clientes de la época, quienes conversaban sobre algún tópico de actualidad que generara crítica. Su corralón adyacente servía como escenario para el baile de La Llora y para que los muchachos de la época jugaran una caimanera, porque fue de allí que surgieron los beisboleros del poblado.
Esquina La Trama (Av. Bolívar con César Zumeta): fue por varios años conocida como la esquina de José Antonio Gutiérrez. Ahora persiste con el nombre de La Trama, bar que lució sobre sus mostradores de las más antiguas especies alcohólicas. Fue testigo de muchas rascas y despechos, todo amenizado con el ritmo de la vieja sinfonola Motorola de El Primo Euclides Basabe.
Esquina La Aduana (Av. Bolívar con Páez): nos recuerda una modesta fonda, casona de músicos que se invitaban a las festividades del pueblo. Fue estanco para el tabaco. Más tarde nació como una pulpería de abastecimiento alimenticio para la población. Pertenecía a El Turco Juan Salas.
Esquina La Botica (Av. Bolívar con calle Villapol): su nombre se debe a la farmacia que en aquel entonces era del respetado médico del pueblo, Pedro García Espino y de sus hijos Fernando y Pedro García Jiménez, ambos farmacéuticos. Conocida con el remoquete de La Providencia, fue inaugurada el 14 de noviembre de 1897 y se encontraba en lo que hasta hace poco fue conocido como restaurante Miraday.
Esquina Los Flores (Av. Bolívar con Rivas Dávila): una vieja casa de adobe con techo de teja; era el refugio de la parentela Flores, prole hacedora de melcocha y de reconocida trayectoria en el pueblo. Ahora vive bajo el nombre de una colina romana: Monte Grappa, por el bar que abría sus puertas a los bebedores del pueblo, concurrido en horas de la tarde por un público ansioso de un tercio bien frío y por la melodía musical que se expandía desde una vieja rocola.
Esquina El Baratillo (Av. Bolívar con La Paz): una quincalla propiedad de José Durán (padre) con artículos variados tenía como referente El Baratillo, quizás por lo barato de sus artículos. Durán era hombre de mucha gentileza e involucrado en el acontecer de la comarca consejeña. Baratillo de baratillos será siempre la quincalla.
Esquina de Jacinto González: en la confluencia de las rúas Sucre con La Paz, una vieja casona de los sepultos días coloniales se impone, rebelde a los cambios. Era la pulpería de Jacinto González, uno de nuestros pulperos más viejos. Posteriormente se traslada con su prole en busca de nuevos horizontes a la vecina población de La Victoria. Con el nuevo dueño Mariano Bello, se salta a las conservas y demás dulces criollos. Tabaquero por excelencia y reconocido hombre de admirable ciudadanía y religiosidad, Don Mariano era tamborilero de la Semana Santa.
(El plano de El Consejo lo realizó Eduardo Moreno, a mano alzada, sobre una imagen satelital)
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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